“Una mujer de raza de principio a fin”
Adelaide Casely Hayford (1868–1960) era, según ella misma se describió, una “mujer de raza de principio a fin”, o si preferimos, “una mujer de raza hasta la médula”.
En el mundo en el que ella nació los prejuicios, las convenciones, las ideas preconcebidas, dominaban una sociedad que vivía un fulgor que poco más iba a durar.
Nació en una familia de élite en Freetown, Sierra Leona británica, de un padre mestizo (William Smith Jr, de ascendencia inglesa y real fanti) de Gold Coast y una madre criolla, Anne Spilsbury, de ascendencia inglesa, jamaicana y ascendencia africana liberada de Sierra Leona.
La familia de Adelaide tenía una muy buena consideración social en Sierra Leona. Sus abuelos paternos eran fanti. Los fanti, conjuntamente con los asanti, eran unos grupos étnicos y culturales cuya localización original correspondería con la actual Ghana, como característica particular de los mismos es que mantienen una estructura matrilineal.
El padre de Adelaide, William Smith Jr, tuvo siete hijos antes de casare con la madre, Anne Spilsbury en 1958.
William tenía una buena posición social y económica, dado que tenía un trabajo como registrador en la corte de Sierra Leona.
William se jubila en 1871 y se traslada, juntamente con su familia, a la población de St. Helier, que se encuentra en la isla de Jersey. Este hecho supuso que tanto Adelaide como sus hermanos reciban una educación inglesa.
Cuando llevan cuatro años en St. Hellier, la madre fallece, los ingresos familiares se han visto limitados dado que provenían del patrimonio familiar de ella. Pero, a pesar de este contratiempo, tanto ella como sus hermanos pueden estudiar por dos años en el Jersey Ladies’s College, para poder sufragar los gastos su padre se presta a trabajar voluntario en el comité escolar.
El padre se vuelve a casar el padre en 1883, y ella no tiene buena relación con la nueva pareja, pasados dos años se traslada a Stuttgart (Alemania) a estudiar en el Conservatorio. Allí puede estudiar piano durante un período tres años. Finalizados estos estudios regresa a Gran Bretaña, para marchar posteriormente a su país, Sierra Leona. Este hecho no es fortuito, ya que su padre deseaba que la familia, los hijos, retornaran a su tierra natal.
Adelaide es muy consciente del cambio brusco que significa todo esto en sus vidas: “África en ese momento no nos atraía porque éramos… extraños”.
A partir de este momento se dedica a la enseñanza por un breve período de tiempo, realizando en 1894 un viaje a Gran Bretaña por la muerte de la pareja de su padre.
La liquidación de la herencia de su madre la deja a ella y a su hermana Emma en una situación económica que les permitía vivir.
Ya en su país abren una escuela, al principio no tendrá mucho éxito, el modelo británico parece que no encaja del todo. Pero gracias a sus esfuerzos consiguen alumnas, niñas, siendo la primera escuela privada de secundaria que se establece en el territorio.
A pesar que la escuela tuvo éxito, en 1900 vuelven Jersey, una hermana, Nettie ha enviudado y desea una formación inglesa para sus hijos.
De nuevo en Jersey la vida avanza rápidamente, primero, para aumentar sus ingresos acogen invitados solteros, y con ello pueden pagarse el alquiler.
En su estancia en tierras inglesas conoce al que será su marido, el abogado de Sierra Leona Joseph Casely-Hayford. Se conocen en 1903, y a las pocas semanas él le propone matrimonio. Ella había tenido en su país natal un pretendiente que había fallecido de tuberculosis, por eso la propuesta de Joseph la pilla de sorpresa. Él era viudo desde hacía dos años, y será su sinceridad lo que le gustará. Adelaide lo explica, “me dijo que a partir de esa experiencia sabía que solo podía ofrecer un segundo mejor afecto… Me dijo claramente que su primera esposa, a quien adoraba, había muerto dos años antes, y que él también no tenía nada más que una segunda esposa”.
Esta franqueza y rectitud son las que convencen a Adelaide.
Se casan en 1903, y van de luna de miel a Stratford-on-Avon, para regresar a África, donde les esperaba Archie de cinco años, hijo de su ya marido.
Al año siguiente, 1904, nace su única hija Gladys, y cuando ésta tiene pocos meses regresan a Inglaterra por un tema médico.
Y poco después fallece su padre, en 1905.
Los siguientes seis años la pareja pasarán pocos meses juntos, su marido había alquilado una casa en la costa de Accra, y aunque nunca se divorciaron, de los 27 años de matrimonio 23 vivieron separados.
En 1915, pronunció una conferencia pública en Freetown sobre “Los derechos de la mujer y el matrimonio cristiano”, articulando su visión para expandir los derechos de las mujeres africanas y mejorar las oportunidades educativas para las mujeres jóvenes.
Como es mujer con iniciativa y recursos comienza a trabajar como profesora de música, y se implica en la campaña a favor de una Escuela de Capacitación Técnica e Industrial (ITTS) que daría una oportunidad a las niñas africanas de adquirir conocimientos y habilidades que les permitan mantenerse y no depender de sus maridos.
Como los recursos son escasos, y al necesitar fondos, se va en 1920 a Estados Unidos donde recorrerá 36 ciudades, visitará las escuelas afroamericanas dando conferencias sobre los derechos de las mujeres y llamando la atención sobre la necesidad de una reforma educativa para las mujeres en África. Permitiéndole recaudar fondos suficientes para volver a su país y crear su escuela.
En 1923 inaugura un colegio, con 81 alumnas en principio. En 1924 cierra la ITTS, pero la reabre en 1926 tras una nueva gira americana para conseguir nuevos fondos.
Según sus propios comentarios, “la educación que recibimos, consciente o inconscientemente, nos enseñó a despreciarnos a nosotros mismos”. Su objetivo con el ITTS era una “educación que nos inculcara el amor por el país, el orgullo por la raza, el entusiasmo por las capacidades del hombre negro y una genuina admiración por la maravillosa obra de arte de África”.
A principios del siglo XX, las oportunidades educativas para las mujeres en Sierra Leona eran casi nulas, de esta manera, la escuela para niñas de Adelaide en Freetown era un caso único. En ella no solo proporcionaba formación profesional, sino que también hacía hincapié en la historia y la cultura africanas, y enseñando a las jóvenes a ser económicamente independientes.
A través de los cursos que ofrece la escuela pretendía preparar a las mujeres jóvenes para las responsabilidades de ser esposas y madres. Pero también era muy importante el generar un orgullo racial en estas mujeres jóvenes e infundir confianza en su capacidad para convertirse en futuras líderes en todos los sectores de la sociedad de África occidental. “Al instante mis ojos se abrieron al hecho de que la educación impartida a [los africanos] nos había… enseñado a despreciarnos a nosotros mismos”. “Nuestra necesidad inmediata era una educación que nos inculcara el amor por la patria, el orgullo por la raza, el entusiasmo por las capacidades del hombre negro y una genuina admiración por la maravillosa obra de arte de África”.
Mantener la escuela nunca fue fácil, por lo tanto, tuvo que replantearse algunos puntos, como aceptar niñas más pequeñas que posteriormente ingresaban en otra escuela femenina de secundaria, la de Annie Walsh Memorial. Pero el ITTS subsistió hasta 1940, momento en que su hija se niega a sustituir a su madre al frente de la misma, suponiendo este hecho una ruptura en las relaciones madre-hija
Adelaide, con todas sus acciones en favor del empoderamiento de las niñas, se acabó convirtiendo en una importante feminista, desafiando el poder masculino y exigiendo los derechos políticos de las mujeres.
Como defensora del panafricanismo estuvo, aunque un breve período de tiempo, vinculada a la Universal Negro Improvement Association (UNIA) de Marcus Garvey, que fue una organización panafricanista muy influyente en el siglo XX. Incluso, entre 1919 y 1920, trabajó como presidenta de una delegación de la UNIA en Freetown.
En 1927 viaja a Nueva York y participa en el Cuarto Congreso Panafricano.
Su deseo, su sueño, su objetivo, de mejorar la situación de las mujeres africanas a través de la educación que habría para ellas horizontes nunca antes pensados, supuso un referente importante para las futuras generaciones que pudieron ver en ella un ejemplo tenaz a imitar.
Un 24 de enero de 1960, a la edad 91 años, fallecerá en su ciudad natal de Freetown, Sierra Leona.
Su labor posibilitó que, mujeres africanas condenadas al analfabetismo, a la dependencia del marido y a un papel irrelevante, abran los ojos y la mente, y con su escuela les mostró que tenían derecho a aprender, a decidir, a hablar por ellas mismas y hacerse oír, pero, como buena africanista, les mostró el orgullo de ser africana, de su cultura, y de la importancia de conocerla. El futuro de muchas niñas, luego mujeres, cambió con su escuela, con sus enseñanzas y con su influencia, les dio la voz a las mujeres y la posibilidad de ser dueñas de su vida y de su destino, porque, tal y como ella se definía, era “una mujer de raza hasta la médula”

Moltes gràcies per explicar-nos las lluites de les dones africanes per els seus drets.