Petronila Angélica Gómez

«Hay que fijar de un modo definitivo el verdadero concierto de solidaridad en el feminismo dominicano»

En ocasiones determinadas figuras transcienden más allá de lo que podían imaginar, convirtiéndose en un símbolo mundial, en un ejemplo, en los representantes de una causa.  No es que no existan otras figuras femeninas, es que éstas han quedado tapadas por otras que han tenido más relevancia, pero por ello no tapan ni anulan al resto.

En la República Dominicana, y en muchos países del mundo, las hermanas Mirabal han supuesto un punto de inflexión en la lucha femenina por su reconocimiento, por no tolerar ser cosificadas ni ser maltratadas hasta la muerte, convirtiendo la fecha en la que fueron matadas en un día internacional.

Pero junto a las hermanas, y antes de que ellas llegaran al mundo, hubo otras que reclamaron el ser más que un adorno, una cosa y un complemento. 

Petronila Angélica Gómez es una de ellas.  Nació en Santo Domingo en 1883, falleciendo en la misma ciudad en 1971. Se la considera la mujer que en país creó la primera organización feminista y también editó la primera revista en esa línea.

Era hija de Eustaquio Gómez Paredes y Raimunda Brea, que tuvieron siete hijos, cuatro chicos y tres chicas, siendo Petronila la segunda de las chicas y la que hacía el número cuatro del total de hijos.

Poco sabemos de sus primeros años, una infancia muy pobre, siendo además una niña negra tenía poco acceso a la cultura. Pudo ir a una escuela primaria, y, posteriormente a la Escuela Normal de Santo Domingo.

Pero su labor comienza cuando en 1908 se traslada a San Pedro de Macorís a dirigir la Escuela Mixta.  Esta localidad tiene una gran industria azucarera, pero a la vez es un foco intelectual de tintes liberales muy importante.

Finalmente se graduó como instructora en 1911 y dos años después en enseñanza.

La isla sufre problemas políticos convulsos y en 1916 es invadida por Estados Unidos. Ya tenemos todos los elementos para dirigir los intereses de Petronila: mujer, negra, pobre, y en un país ocupado.  Esta ocupación extranjera, que duró hasta 1924, le hizo replantearse muchas cosas, entre ellas, como fundamental, la necesidad de que las mujeres buscaran sus propios horizontes, librándose de los yugos que las condicionaban.

Petronila fue educada en los principios del normalismo, tendencia pedagógica que introdujo en la isla en 1880 Eugenio María de Hostos.  Basándose en estos principios formativos ella consideraba que, si el país había caído en manos extranjeras, era porque los políticos del momento no lo habían sabido defender, y ahora era tarea de las mujeres tomar un papel preponderante para la defensa, recuperación y reconstrucción de la soberanía y sociedad dominicana.

Este pensamiento normalista fue muy importante, y, posteriormente, el trujillismo las apartó y condenó al silencio.

Para Hostos, tal como indica en su Tratado de Sociología, la educación es una función natural de la vida colectiva e individual, que resulta de la necesidad de desarrollo que tienen la razón y la conciencia del hombre. Cuando esa necesidad se satisface, “el desenvolvimiento de las aptitudes características de la especie humana (la razón y la conciencia de la racionalidad) hace patente la necesidad de educar, es decir, de dirigir conforme a la naturaleza, las aptitudes físicas y las aptitudes psíquicas del hombre, las individuales y las colectivas del ser social, las teóricas y las prácticas del ser racional. Según él, “la educación se convierte en el factor principal del desarrollo, crecimiento, evolución y cambio del ser social”.

La actividad de Petronila será a la vez en defensa de su país y en defensa de las mujeres, como posibles artífices de un cambio necesario. 

En 1922, en la ciudad de San Pedro de Macorís, Petronila Angélica fundará la revista Fémina. Pocos años después, en el 1927, en Santo Domingo, Abigaíl Mejía fundará el Club Nosotras, del cual surgiría la Acción Feminista Dominicana.

La historia de Abigail es un poco diferente como veremos.

Pero volvamos a la historia de Petronila.  Cuando en 1919 deja la Escuela Mixta compra una guardería, pero su labor no se queda aquí, sigue como administradora de la escuela y a la vez, en su preocupación por el futuro de las mujeres, imparte clases en la Escuela nocturna para empleadas y trabajadoras domésticas.

A partir de 1920 participa en la Unión Nacional Dominicana, protestando por la ocupación estadounidense, y el 15 de julio de 1922 funda la primera revista feminista del país, Fémina, utilizando las páginas de la revista no solamente para dar paso a mujeres escritoras y periodistas y tratar temas de interés, sino también la convertirá en una revista en la que el activismo patriótico y nacionalista, siempre contra el imperialismo, será uno de sus ejes centrales. 

Se habían implementado leyes para imponer la censura y limitar la libertad de expresión de los intelectuales y de la oposición, pero debido al malestar generado por la detención y enjuiciamiento de intelectuales, el gobierno militar se vio obligado a relajarlas un poco.

Esta pequeña grieta en la censura y control le permitió a Petronila crear gracias a su revista, espacios de debate (espacio intersticial).

Sin lugar a dudas la intervención norteamericana hizo que las mujeres del país buscaran un puesto más destacado en la sociedad y en la política.

Petronila era la redactora jefa de la revista, pero ésta tenía un peso político notable, convirtiéndola en una autoridad escuchada y en una feminista destacable.

Pero recurrió a figuras masculinas para que la ayudaran, ya que, como mujer su rol, su papel, su función social, queda reducido al ámbito privado, ya que el público, en ese momento, era considerado exclusivamente masculino.

Por ello en la revista participaron intelectuales del país, como el pedagogo Vetilio Valera Reyes, entre otros, personajes vinculados a la masonería, pero también, claramente, apoyando la causa feminista.

Como hemos dicho, la revista sacó su primer ejemplar el 15 de julio de 1922, y se mantuvo presente, de una manera más o menos continua, hasta 1939. Pero según evolucionaba el panorama en su país y fuera de él, la revista fue ideológicamente evolucionando, de acuerdo con la evolución de Petronila, y cada vez más fue una plataforma para dar voz a las mujeres y, también, a los hombres, que creían y luchaban por los derechos femeninos.

Su actividad profesional, la dirección de la revista, la convierten en una figura indiscutible con la que se ha de contar.

En abril de 1923 Elena Arizmendi, fundadora de la Liga Internacional de Mujeres Ibérica e Hispanoamericanas, entra en contacto con ella, de este contacto surgirá la primera organización feminista del país, que Petronila fundará, y será el Comité Central Feminista Dominicano, vinculado con la organización de Arizmendi.

Es el momento clave de reclamación de derechos de las mujeres en América, especialmente en Estados Unidos, y, por extensión, dicho movimiento llegó al resto del continente, con mayor o menor éxito, según el país y las circunstancias.

La educación se convirtió en uno de los puntos clave para mejorar la vida de las mujeres, no hemos de olvidar que dicha organización, dirigida por féminas intelectuales, excluía a las que no tenían formación, pero alentaba a ofrecer oportunidades educativas a las mujeres.

La revista fue aumentando su personal, sus firmas, con figuras, tanto femeninas como masculinas, de la intelectualidad del país. Y aunque Petronila se centraba en la dirección de la misma también escribía artículos, y en muchas ocasiones utilizaba el pseudónimo de Bisfalia.

Cuando, finalmente, Estados Unidos, se marcha de la isla, la revista se centra en temas internacionales de las mujeres, tanto de la zona caribeña como de toda América Latina, haciendo mucha referencia a las diferentes conferencias panamericanas que se estaban realizando, como sobre la Comisión Interamericana de Mujeres

Pero todo cambia en 1930 con la llegada de Trujillo al poder, ya que éste no veía con buenos ojos los grupos feministas vinculados a la revista y, especialmente, a Petronila, con lo cual perdió capacidad de acción y se apoyaron grupos feministas afines al régimen.

El intento de aislamiento del régimen trujillista es claro, en 1931 se crea Acción Feminista Dominicana (AFD) organización vinculada a mujeres que eran miembros del club social Nosotras, y, en poco tiempo, se convirtió en la organización feminista dominante, con lo cual CCFD (Comité Central Feminista Dominicano) fundado por Petronila se tuvo que disolver.

Dada la gran presión del trujillismo en 1932 se queda como única editora de la revista Fémina, y va perdiendo peso y fuerza. Se siguen publicando artículos, pero cada vez el aislamiento es mayor.

Poco después, el 4 de febrero de 1939, se casa con el escritor José Altagracia Saldaña Suazo, y sus artículos se van distanciando en el tiempo, ahora los publica como Petronila Angélica Gómez de Saldaña, y al poco tiempo dejó de publicarse.

Con el gobierno de Trujillo fueron cambiando mucho las cosas en el país, el enfrentamiento con la otra parte de la isla Haití, y el sentimiento de odio a la población negra eran claros, la preferencia era población de tez blanca y origen hispano.  Y, aunque se concedió el voto a las mujeres en 1942 Petronila ya había abandonado toda actividad política, pero no del todo

A partir de 1939 esta intelectualidad “normalista” fue sustituida por las denominada “damas trujillistas”, adeptas al régimen, y que pertenecían a la burguesía de la capital.

Para gran decepción de Petronila, Abigaíl Mejía, que había colaborado con ella en la revista Fémina, se presta este juego del régimen brindándole su apoyo y colaboración, participando activamente en su campaña de reelección en 1932 a cambio del voto femenino, que no fue aprobado hasta pasada una década, en 1942

Petronila, aislada, sola, olvidada y ciega, incluso olvidada por las “nuevas feministas del régimen”, puede publicar gracias a la intervención de Delia Weber dos libros, “Contribución para la historia del feminismo dominicano”, en 1952, y el segundo, “Influencia de la mujer en Iberoamérica, en 1955.  Pero su inteligencia, su fina ironía y su integridad, no habían sido aplastados por el régimen, y le dedicó las dos obras a la pareja y a la hija del dictador, tal como proponían e impulsaban las damas trujillistas. 

Las damas trujillistas pensaban e impulsaban, que, con esta actitud, el régimen sería más proclive a las demandas feministas, nada más lejos de la realidad, ya que el régimen las iba ignorando cada vez más, aislándolas y reduciéndolas al ambiente doméstico.

Poco le sirvió la pequeña treta a Petronila, fuera de los ambientes de poder ella no era nadie, y así fue ignorada.

Finalmente, un 1 de septiembre de 1971 Petronila fallece en un asilo de Santo Domingo, sola, ciega, olvidada.  De manera injusta, por mucho que se esforzara, que intentara ser el referente del feminismo de su país, era una mujer de clase humilde, con problemas económicos, y que, por tanto, la sociedad clasista dominica aisló, y fueron destacadas otras mujeres con menos méritos pero mejor posicionamiento social.  Como la misma autora remarca, “las dificultades de clase dentro del movimiento de la mujer”.

Petronila fue una figura clave, pero no respondía a los cánones del país, y menos desde el ascenso al poder del dictador Trujillo, negra, pobre, sin contactos, con una instrucción que consideraban escasa, ella hizo un gran esfuerzo, pero no fueron justos con ella en su momento.

Ella lo tenía claro, en el feminismo no cabía color, ni clase social, ni riqueza, ni formación, ni contactos, era una causa común, una lucha por los derechos de las mujeres, y, a los ojos de Petronila, todas eran iguales.

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