Aziza al-Yousef

“Necesitamos ser optimistas en los tiempos más oscuros”

Nacer en un estado como Arabia Saudita marca, las restricciones hacia las mujeres formaban parte de la vida cuotidiana, pero a partir de la revolución islámica de Irán de 1979 intentando mantener una mayor pureza de las leyes, un mayor rigor en la interpretación del Corán, una mayor exactitud en una única lectura.  A partir de ese momento sucedió una cosa inimaginable en un país, los derechos retrocedieron, pero solamente los referentes a las féminas.  En ese momento Aziza, una mujer que había gozado de determinados “privilegios” a pesar de su género, se dio cuenta que sus hijas no podrían gozar de los mismos, y que solamente le queda a ella, y a muchas otras sauditas, sublevarse y reclamar.

Aziza al-Yousef nació en 1957 en Arabia Saudita.  El dato más importante de la vida de Aziza es su inteligencia, su capacidad de comprensión y de estudio.  Aziza creció en un entorno libre en el que su padre tenía la mente abierta. No sufrió con un rígido control paterno tal y como experimentaron muchas de sus compañeras. Estudió en la Universidad King Saud, y, posteriormente, amplió estudios en la Virginia Commonwealth University. Convirtiéndose más tarde en profesora universitaria en informática durante un periodo de 27 años. 

A pesar de que había restricciones para las mujeres, ella había tenido bastante libertad que le había permitido conseguir sus objetivos y llevar una vida plena.  Cuando ella se matriculó en la universidad no tuvo que pedir un permiso paterno, pero cuando su hija, en el año 2001, quiso acceder a la misma universidad, necesitó dicho permisoFue este retroceso, este acotamiento de las mujeres, este reduccionismo de alguien a algo que se controla ya que parece no tiene plenas capacidades, lo que actuó de resorte para comenzar un activismo que la llevó a protestas, a la cárcel, al maltrato incluso, y a una reacción a niveles mundiales. ¿Una protesta en aras de la igualdad?  No. Una protesta en aras de la dignidad, de recuperar algo que no les debían haber arrebatado: su dignidad como seres humanos, y, por tanto, igual que a otros seres humanos que se dicen hombres.

Aziza es testigo directo en que esta reducción de derechos para las mujeres, reducción que comienza a producirse a raíza de la revolución islámica iraní en 1979.  Y esta reducción se traduce en que las mujeres sauditas necesitan permiso de un varón (padre, hermano, hijo o pariente masculino cercano) para actividades que antes eran habituales sin su necesidad, como asistir a la universidad, viajar, e, incluso, acudir a tratamiento médico. “Solo estamos pidiendo que se elimine la regla del gobierno que afecta nuestra vida diaria”.

Desde ese momento en que se revela contra esta involución legal que afecta única y exclusivamente a las mujeres, comienza una campaña para abolir estos cambios legales.

La interpretación de las normas del Islam, del Corán, de una manera literal y restrictiva, fuerza a unas situaciones de desigualdad e, incluso, de sometimiento de la mujer. “El Islam no dice que las mujeres no deben trabajar ni estudiar, sino que ella es responsable de sus propias acciones y si tiene una deuda, es responsable de esa deuda”.

Pero según Aziza, la interpretación que se hace en Arabia Saudita en los últimos años, a raíz de la revolución iraní, presupone e impone que como es el hombre el que gana los ingresos para la familia “debe controlar a la mujer”, pero, según ella, una mujer es responsable de sus propias acciones, y esta sería la correcta interpretación.

En el año 2011 será activista en la campaña My Right, My Dignity, que busca eliminar la prohibición de conducir a las mujeres.

Está horrorizada del abuso masculino en este poder total sobre su entorno femenino.  En el año 2013 participa activamente en una campaña de abuso masculino, un padre que además era un hombre de religión, Fayhan al-Ghamdi, somete a su hija de 5 años a una serie de torturas que acaban con su muerte.

Esto ya no es protección, que era el pretexto de las normas legales restrictivas, esto es abuso de poder, de fuerza, maltrato sin paliativos. A partir de este momento comienza una campaña para acabar con esta tutela abusiva, centrándose en algunos puntos muy visuales tanto para dentro del país como para el exterior: el impedir conducir coches a las mujeres, cuando un menor, varón, sí que lo podía hacer. Al presentar el escrito, ella y una fotógrafa amiga, Eman al-Nafjan, que ayuda a su difusión en las redes sociales, son detenidas.  Serán liberadas cuando los maridos de las mismas firmen un documento en el que remarcan que sus esposas no conducirán vehículos.

El absurdo llega al máximo.

En el año 2016, intenta entregar al Consejo Asesor Real una petición, con 14.700 firmas, en la que solicitan la abolición de las regulaciones establecidas de tutela sobre las mujeres.  No aceptan que la entregue en mano, y les indican que lo hagan por correo, cosa que hará sin conseguir una respuesta de la misiva.

A partir de este momento comienza una campaña en Twitter con el hashtag #IAmMyOwnGuardian, consiguiendo una gran cantidad de réplicas y seguidores, que busca poner fina a estas leyes de tutela masculina sobre las mujeres de su país.

Este abuso doméstico sobre las mujeres genera grandes heridas, tanto físicas como psicológicas, y las sobrevivientes no tenían un lugar al que acudir y refugiarse, esto la lleva ella y a otras activistas como al-Hathloul, al-Nafjan, al-Modaymeegh y al-Rabea, para establecer Amina (Safe) un refugio.  Pero ellas, y el empresario que las ayudó financieramente, serán detenidos y encarcelados.

Para el estado saudita es un persona peligrosa, desestabilizadora del orden público, y es detenida en múltiples ocasiones por sus acciones, los cargos de los que le acusan son: actividad coordinada para socavar la seguridad, estabilidad y paz social del reino; contactar organizaciones internacionales, medios de comunicación extranjeros y otros activistas; producir algo que dañe el orden público, los valores religiosos, la moral pública, la santidad de la vida privada, o crearlo, enviarlo o almacenarlo a través de una red de información.

En septiembre de 2017, el rey saudí Salman bin Abdulaziz promulgó un decreto real que levantaba la prohibición de conducir a las mujeres a partir del 24 de junio.

Sin embargo, solo unas semanas antes de que el decreto entrara en vigor, las autoridades detuvieron a 10 activistas, siete mujeres y tres hombres, que habían hecho campaña y abogado por los derechos de la mujer. Entre ellos se encontraban Loujain al-Hathloul, el Dr. Aisha al-Mana, Madeha al-Ajroush, el profesor Aziza al-Youssef, el profesor Iman al-Nafjan, Hessah al-Sheikh, Walaa al-Shubbar, el Dr. Ibrahim al-Modeimigh, Mohammad al-Rabae y Abdulaziz al-Meshaal.

En mayo de 2018 es detenida nuevamente.  Amnistia Internacional, ella y otras defensoras de los derechos humanos fueron torturadas, sufrieron abusos sexuales y fueron sometidas a otras formas de malos tratos durante los primeros tres meses de su detención.

Pero la postura de las mujeres de su país no es unitaria. “Tenemos mujeres muy educadas que están sufriendo debido a las leyes de tutela, pero también tenemos muchas mujeres educadas que están firmemente en contra de eliminar la tutela”. Y también “tenemos mujeres que van al extranjero a estudiar, obtienen su doctorado y luego regresan y se oponen a lo que estamos haciendo. No hay una regla general de quién está con quién”.

Pero la verdad es más compleja que poder conducir o no. ¿Cómo pueden un niño considerar a su madre igual que su padre cuando a ella se la trata como a una menor edad cada vez que la familia se sube a un coche? ¿Cómo puede un adolescente tomarse en serio podría a su madre cuando por el hecho de ser varón tiene más opciones que ella y puede, incluso, controlarla?

Pero lo más sencillo fue quitar la prohibición de conducir a las mujeres, los problemas no se habían resuelto ya que seguía la tutela masculina sobre las féminas de la familia y su entorno. Tutela que implica que, para acciones sencillas, como el requisito de la universidad de tener un permiso firmado por su tutor masculino para realizar cualquier actividad fuera del campus. Y si actúan sin dicho documento se las puede condenar a prisión por “desobediencia filial”.

Pero continua el hostigamiento contra Aziza, y mujeres que, como ella, se niegan a vivir en este absurdo de tutelaje masculino, siendo consideraras menores de edad (mental) a pesar de tener capacidad e, incluso, estudios superiores, y siendo siempre inferior a un varón, sea el que sea.

Pero el proceso de estas mujeres luchadoras por los derechos de las mujeres fue difícil.  Las actuaciones internacionales fueron un toque de atención, la mirada crítica de determinados organismos, aunque levemente, hizo mella en las instituciones.  Tal vez, aunque sólo fuera por guardas las apariencias en la diplomacia mundial.

El 28 de marzo de 2019, las autoridades saudíes pusieron en libertad provisionalmente a dos defensoras de los derechos humanos: Aziza Al-Yousef, Eman Al-Nafjan, y a la Dra. Ruqayyaa al-Mhareb.

En abril de 2019, el Tribunal Penal de Riad celebró una tercera sesión judicial del juicio contra las diez defensoras de derechos humanos por cargos relacionados con su trabajo de defensa de dichos derechos y por su contacto con periodistas, diplomáticos y grupos de derechos extranjeros. No se permitió nuevamente el acceso a la sala de audiencias a periodistas, diplomáticos y observadores internacionales. El Fiscal negó las denuncias de tortura. Todo sigue.

El 2 de mayo de 2019, cinco defensoras de los derechos humanos: Hatoon Al-Fassi, Amal Al-Harbi, Maysaa al-Manea y Abeer Namankani- fueron puestas en libertad provisionalmente. Shadan Al-Anezi fue liberada el 2 de mayo. Y el 10 de febrero de 2021, Loujain Al-Hathloul y Nouf Abdulaziz fueron puestas en libertad condicional.

Durante un diálogo interactivo celebrado con el Alto Comisionado de la ONU en el Consejo de Derechos Humanos, 36 Estados, encabezados por Islandia, pidieron a Arabia Saudita que liberara a las defensoras de derechos humanos detenidas por ejercer sus libertades fundamentales.

Arabia Saudita ha silenciado a las defensoras de derechos humanos durante décadas y las mencionadas anteriormente no son las únicas que están en prisión, son solo casos emblemáticos. La decisión del gobierno saudí de permitir que las mujeres conduzcan es solo un cambio cosmético que no aborda las causas fundamentales de la discriminación contra las mujeres: el sistema de tutela masculina.

“Necesitamos ser optimistas en los tiempos más oscuros”, dice Azuza. “No importa cuánto traten los demás de menospreciarnos y decirnos que no hay esperanza … debería haber optimismo. Debería haber esperanza. Sin esperanza no habrá cambio”.

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