No las llames chicas, llámalas futbolistas. Así reza el título de la publicación de la periodista y referente femenino en las retransmisiones deportivas, Danae Boronat, quien aplica el bisturí para desentrañar la realidad del futbol femenino en nuestro país.
Hoy, los niños y niñas que aman este deporte ya cuentan con ídolos femeninos a las que admirar, que en pocos años se han ganado su espacio de reconocimiento, codeándose en afecto y admiración a las grandes estrellas masculinas; Jennifer Hermoso, Alexia Putellas, Naikari Garcia o Esther González tienen más que ganado el espacio de estrellas del deporte rey.
Y pese a contar con un gran patrocinador que da nombre a la Liga, a que las jugadoras dispongan de un estatuto que reconoce sus derechos laborales, a contar con equipos de primer orden y a ser uno de los países más destacados en el ranquing FIFA en esta modalidad, aún queda mucho camino por recorrer.
El principal problema de este deporte es la falta de profesionalización en todos los niveles del deporte femenino, en la mayor parte de países. La brecha existente entre el futbol masculino y el femenino es abismal según los datos facilitados por la FIFA a nivel mundial; en el año 2000 un total de 120 millones de hombres federados para la práctica profesional frente a 40 millones de mujeres. Los esfuerzos de las instituciones deportivas a destinar presupuestos especiales a fomentar este deporte entre las mujeres y a minimizar las desigualdades existentes no son aún suficientes.
Los éxitos deportivos del futbol femenino español han empezado a llegar, destacando el triunfo del FC Barcelona Féminas en la Liga de Campeones de clubes de la UEFA, o el Mundial de la selección española sub17 en 2018, son la mejor rampa de lanzamiento para una mayor consideración social y la llegada de nuevos patrocinadores, incremento de presupuestos y apoyo de los clubes de futbol al deporte femenino.
Nuestra liga de futbol femenino, la Liga Iberdrola, ha experimentado en los últimos años un notable avance; retransmisión de partidos por televisión, un activo mercado de fichajes, la incorporación de mujeres en el arbitraje, la obligación de indumentarias nominales para las jugadoras, o la exigencia de la federación que los clubes que jueguen en la máxima división cuenten con al menos tres equipos de fútbol base con el fin de potenciar desde la formación la incorporación de las niñas y las chicas a este deporte, son algunas medidas que han permito la progresión de nuestro deporte femenino.
El abrirse camino para las mujeres es, por desgracia siempre arduo, difícil, tortuoso y complicado, y el futbol es un ejemplo más de las discriminaciones, humillaciones y falta de compromiso de los hombres con aquellas que con toda justicia, quieren hacer de este deporte, su forma de vida.
Nuestro futbol femenino ha pasado en 40 años del maltrato absoluto, el desprecio y la vergüenza a un tenue y floreciente reconocimiento social, gracias a una incansable lucha de las mujeres que lo practican, por la plena igualdad de oportunidades. Y es que los hombres siempre hemos tenido el camino allanado a la práctica del deporte y la sociedad ha jaleado con admiración los grandes éxitos deportivos de nuestros jugadores, clubes o entrenadores.
Por el contrario, el camino de las mujeres que optaron por practicar este deporte ha sido tortuoso, repleto de obstáculos, dificultades y menosprecios. Con la oposición habitual de las familias, la incomprensión social de sus entornos, el desprecio y los insultos a las valientes que se enfundaban las ropas (elaboradas para los hombres) y las botas, a la falta total y absoluta de instalaciones, de entrenadores, de medios…
En España, los primeros clubes femeninos (el Karbo de A Coruña o el Club Deportivo Fuengirola) surgen durante los últimos años del franquismo y su supervivencia fue más fruto de la tenacidad que del apoyo social, con partidos clandestinos y donde el amateurismo era la clave. Tampoco contaron con el apoyo de las instituciones y hasta 1983 el futbol femenino en España no tuvo el reconocimiento de la misma Real Federación Española de Futbol.
Para comprender la consideración que tenía la concepción social de la práctica de este deporte por parte de las mujeres de la época, basta con visionar la película española “La Ibéricas FC” de Pedro Massó, de 1971, considerada uno de los peores títulos del cine español, en la que los estereotipos más zafios y el machismo en su máxima expresión.
Esas valientes jugadoras amateurs que por pasión hicieron suyo este deporte sufrieron la marginación social y en ocasiones la incomprensión familiar, el machismo de toda una época, la falta de compromiso de instituciones y gobiernos, y la inexistencia de escuelas formativas y de instalaciones adecuadas. Ellas, se vieron forzadas a compaginar su pasión por el deporte con sus trabajos, con horarios a menudo insalvables y financiando de su propio bolsillo, materiales, desplazamientos e incluso el uso y alquiler de espacios e instalaciones para la práctica deportiva.
Hoy, nuestro futbol afronta una realidad diferente; se han incorporado las dietas por triunfos, las primas económicas por partidos, los derechos de imagen de las jugadoras o semanalmente se retransmiten partidos de la Primera Iberdrola en diferentes canales de televisión.
Y es que el fútbol femenino necesita más altavoces, más compromiso y un mayor progreso. Así nuestro fútbol femenino se plantea como retos del presente: dar continuidad y afianzar la retransmisión por televisión de los partidos semanalmente, normalizar la incorporación de las mejores mujeres árbitras en partidos y competiciones masculinas y femeninas, dotar de recursos profesionales a los estadios y mantenerlos en condiciones óptimas (en especial el césped), fomentar la cooperación entre empresas e instituciones.
La profesionalización del modelo de futbol femenino es clave si este se lleva a cabo en todas sus esferas; deportiva, financiera, institucional, mediática, etc. Al igual que ya sucede con el futbol masculino, los calendarios de los eventos deportivos deben regirse por la planificación y no por la improvisación, al tiempo que debe cuidarse la comunicación y la imagen de nuestro deporte fomentado la llegada de nuevas empresas y marcas patrocinadoras.
La divulgación de las referentes actuales de nuestro deporte femenino es fundamental. Las actuales jugadoras crecieron sin prácticamente referentes de mujeres futbolistas, y muchas de ellas se han afianzado hoy como estrellas del deporte. Los clubes y las instituciones deportivas tiene el deber de ponerlas en valor, de empoderar y apostar con una mayor inversión, por formar y apoyar a las jugadoras, por crear espacios y entornos igualitarios, incorporando a un mayor número de mujeres que tomen decisiones; entrenadoras y técnicas, directivas, ojeadoras, preparadoras físicas y todas aquellas profesiones de la estructura deportiva.
Nuestro futbol femenino avanza y la madurez social del público que desde los estadios o desde el hogar jalean sus éxitos se normaliza cada día un poco más. Solo nos falta recordar que no hay que llamarlas chicas, hay que llamarlas futbolistas.

Lluís Fuentes
Coordinador Homes Igualitaris Socialistes
@lluisfa
@igualitaris_
