“La mujer es la proletaria del proletariado (…) hasta el más oprimido de los hombres, quiere oprimir a otro ser: su mujer”
Las vidas de las personas tienen altos y bajos, momentos de tranquilidad y de inquietud, todos estos momentos nos acaban influyendo y perfilando como personas, en algún momento nos inclinan hacia una actuación o una decisión que constituirá una parte clave de nuestra vida. Hay vidas increíbles donde pasa de todo. La vida de Flora Tristán es esa noria de subidas y bajadas, pero también de decisiones que la convierten en un baluarte de la lucha de las mujeres.
Ya su nombre y sus orígenes nos marcan la línea de personalidad irrepetible. Su nombre: Flora Célestine Thérèse Henriette Tristán y Moscoso Lesnais, nacida en París en 1803 y fallecida en Burdeos de tifus en 1844, ciertamente muy joven, pero con unas vivencias plenas. Feminista, socialista, escritora, sus apellidos y nombres nos hablan de su origen peruano.

Su padre, Mariano Tristán y Moscoso, era un coronel criollo de la armada española en lo que fue el Virreinato de Perú, y su madre, Thérèse Lesnais, una francesa huía de la Revolución Francesa. Se conocen en Bilbao, donde se casan, pero aquí comienzan tal vez sin saberlo por problemas que estallarán más adelante, ya que este matrimonio no tendrá validez para el gobierno francés, y será una cuestión crucial en su vida. ¿Cómo puede suceder todo ello? Sencillamente, el nuevo Código Civil francés de 1804 aunque mantiene algunos aspectos derivados de la revolución retoma conceptos del Derecho Romano como el pater familiae, de tal manera que se restringe el divorcio, pero, y esta es la clave, no reconoce a los hijos ilegítimos: Flora será considerada una hija ilegítima.
Sus primeros años fueron una vida muy cómoda, sin problemas económicos, con un ambiente liberal vinculado a las amistades familiares, llegando a conocer a Simón Bolivar, pero dura poco ya que cuando ella tiene cinco años su padre fallece, y como hija ilegítima no puede heredar, sumiéndolas a ella y su madre, en una situación económica muy precaria.
Su madre se traslada a París con su hija, y se instalan en un barrio marginal. Como la situación es muy difícil a los 16 años comienza a trabajar en un taller de litografía, y allí conoce al propietario del negocio, André Chazal, con el cual se casa a los 17 años. Este es un matrimonio en cierto modo forzoso, ya que las salidas de una mujer en su condición son pocas: o la religión o la calle. De esta unión tres hijos, de los que sobreviven dos: Ernest y Aline, que será la madre del pintor Paul Gauguin.
Pero este matrimonio no funciona, y Flora acaba huyendo con sus hijos, en este momento [MEV1] [MEV2] [MEV3] en Francia une una condición más de marginalidad: esposa separada. Ya era mujer, pobre e hija ilegítima, su vida no será fácil.
Flora trabaja en una confitería y se pasa por viuda. Luego deja a sus hijos al cuidado de otras personas, pero ya no regresa al hogar conyugal y acepta un trabajo como ama de llaves de una familia inglesa, con quienes recorre Suiza, Alemania, Italia e Inglaterra, entre 1826 y 1828. Comienzan sus lecturas: Mary Wollstonecraft, Saint Simon, Charles Fourier y George Sand.
Flora Tristán regresa a París, demanda a su marido ante los tribunales y reclama la separación de bienes del matrimonio; pero la justicia que le niega el derecho al divorcio también falla en su contra. Finalmente llegan a un acuerdo podríamos decir que salomónico: el marido se queda con el hijo, ella se queda con la hija. Pero a pesar del acuerdo ella desconfía de su marido, con lo cual huye de París con su hija, su condición es terrible, para la sociedad francesa es un ser más que marginal, es una paria, alguien que no tiene ningún valor.
A través del Capitán Chabrié en 1829 logra contactar con su tío en Perú, Juan Pío Tristán y Moscoso, el cual le enviará cierta cantidad de dinero durante unos años. Consigue dinero para viajar a Perú en 1932 dispuesta a luchar y recuperar lo que es suyo, lo que le corresponde como hija: su herencia. Y tras un largo viaje el año 1934 consigue llegar a Perú esperando la protección de su familia paterna, ya que en Francia no le había ido bien, y esperando recuperar su herencia. Allí todo se trasmuta, su tío se niega no sólo a devolverle la herencia sino a reconocerla, ya que alega no hay ningún documento que acredite sea hija de su hermano Mariano. Como solución le pasará una pequeña pensión.
¿Qué es Flora?, ¿qué lugar tiene en el mundo?, ¿de dónde es? ¿Pertenece a Perú o Francia, a la vida que llevó de niña o a la obrera que trabajaba duro en el taller? No hay respuesta a tanta contradicción. Ha nacido en un mundo convulso lleno de revoluciones a ambos lados del océano. Europa se mueve a una velocidad increíble, emerge una clase que siempre ha existido pero que no ha tenido voz ni ninguno que hablara por ella: la clase obrera, el proletariado. El mundo jerárquico y rígido del Antiguo Régimen lucha por resistir, y tiene zonas donde lo hace, pero poco a poco sus estructuras se desmoronan. Ha surgido una estructura nueva, promete igualdad, pero sólo al nacer, ya que las oportunidades no son las mismas. Ha surgido la sociedad de clases, ¿pero es más justa o es más de lo mismo?
En este mundo Flora va configurando su pensamiento.
Ella misma nos lo dice: “… resolví ir al Perú y refugiarme en el seno de mi familia paterna, con la esperanza de encontrar allí una posición que me hiciese entrar de nuevo en la sociedad.” Pero no encontró su sitio ni en su familia ni en la sociedad.
Tampoco lo que descubre en Perú le gusta, una sociedad explotadora sin disimulo done hay seres con derechos y seres que no tienen ninguno: “¿Existe acción más odiosa que la de esos hombres que en las selvas de América, van a la caza de negros fugitivos para traerlos de nuevo bajo el látigo del amo? La esclavitud está abolida, se dirá, en la Europa civilizada. Ya no hay, es cierto, mercados de esclavos en las plazas públicas; pero entre los países más avanzados no hay uno en el cual clases numerosas de individuos no tengan mucho que sufrir de una opresión legal: los campesinos en Rusia, los judíos en Roma, los marineros en Inglaterra, las mujeres en todas partes. Sí, en todas partes en donde la cesación del consentimiento mutuo y necesario a la formación del vínculo matrimonial no es suficiente para romperlo, la mujer está en servidumbre”.
¿Qué le queda a Flora de todo esto? Un éxito no esperado. Vuelve con las manos vacías, pero con la cabeza llena de ideas, la experiencia de Perú hace que escriba cuando vuelve a Peregrinaciones de una paria, publicado en 1838, que se convertirá en un best seller.
¿Este viaje la ha cambiado o ha reforzado sus ideas y su espíritu? Puede que ambas cosas, ya de muevo en Francia se convierte en una luchadora por los derechos trabajadores y por la emancipación de la mujer. Pero también es un personaje conocido, su marido (su todavía marido del cual no puede divorciarse de ninguna manera, intenta asesinarla en septiembre de 1838. Como mujer conocida el hecho no quedará impune. Su marido, André Chazal, ha de aceptar un proceso en el cual también se le acusa de un intento de violación de su hija Aline, la sentencia: 20 años de trabajos forzados.

Realiza un nuevo viaje a Londres, el cuarto, y asiste a la Cámara de los Comunes disfrazada de hombre en una sesión del movimiento cartista. De ahí saldrá su libro Paseos en Londres.
Sus hijos han seguido la vida luchadora de la madre, el chico se enrola en la Marina y la hija en el taller de una modista como aprendiza. Son todos por fin libres de las persecuciones y agresiones de su padre. A partir de este momento llevarán el apellido de la madre, esa mujer que lo perdió todo pero que se convirtió en la gran luchadora de las mujeres proletarias. Serán Ernest y Aline Tristán.
Por fin Flora puede ser en cierto modo libre, pero no así muchas mujeres, continua con su actividad pública y política, el año l1840 publica el programa socialista en La Unión Obrera, y en él vincula la emancipación de la clase obrera con la emancipación de la mujer, y se la considera la creadora de la frase: Proletarios del mundo uniros.
Flora Tristán hace hincapié en la necesidad de la educación, de la formación, pero especialmente de las mujeres, ya que estas grandes carencias formativas les impiden desarrollarse y acceder a ningún puesto de alto nivel y responsabilidad. Esta situación de “ignorancia” femenina no es “natural”, es un proceso impuesto y aceptado durante años.
Inicia una gira por Francia, y en ella ha de soportar a las provocaciones de la política, el ser seguida por las autoridades como una delincuente, el que los sacerdotes hablen de ella como el agente del mal, y, finalmente, el que haya obreros y obreras que no entienden todavía su mensaje o que no están preparados para entenderlo.
El 14 de noviembre de 1844 fallece en Burdeos victima del tifus.
Flora Tristán falleció en una casa antigua de Burdeos, concretamente en el número 13 de la calle de los Bahutiers (obreros que hacían baúles) en el barrio de San Pedro, allí, en la fachada, hay una placa conmemorativa: “Aquí se detuvieron para siempre las peregrinaciones de Flora Tristán (1803-1844), pionera del feminismo y del sindicalismo”.
O como dice en su lápida: Flora Tristan, Militante Feminista y Revolucionaria.
https://www.ellibrototal.com/ltotal/ficha.jsp?idLibro=8276
https://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtual/libros/literatura/pereg_paria/contenido.htm
https://www.biblioteca.org.ar/libros/89975.pdf