El aprovechamiento de la energía, en cualquier formato y fuente imaginable, necesita control en forma de información.
Y la información, para su almacenamiento, extracción, procesamiento y distribución necesita energía.
La Energía sin control no aporta el valor deseado. Veámoslo en un rayo, por ejemplo. Desde los inicios del aprovechamiento del fuego, o el encauzamiento del agua para la creación de energía por gravedad, o bien del vapor para conseguir movimiento y fuerza, después con la creación de electricidad por cualquier medio de energía potencial (gravedad, combustibles fósiles -carbón, petróleo, gas, nuclear-, viento, radiación solar, etc) siempre hay control del proceso de aprovechamiento de esa energía, control en forma de información, información de proceso, de maquinaria, de instrucciones, simples o complejas, información de control de esa energía (vehículos, maquinaria, etc).
Además, la energía, por la limitación de recursos existentes, su impacto ambiental y la necesidad de transformarse hacia recursos sostenibles, está viendo estresada su gestión.
Controlando, con la información necesaria, las fuentes de energía, se puede detentar el poder que puede proporcionar, bien controlando el origen (yacimientos, reservas de agua, etc), y su distribución y mercado; es lo que está ocurriendo con los bloqueos por parte de países como Rusia, o bien con la especulación sobre los mercados controlando la salida al mercado de las energías primarias, así como las cadenas de producción de energía con políticas de precios basadas en información sobre la escasez, disponibilidad o situaciones de monopolio.
Fuentes como el gas y la nuclear disponible (fisión) se están considerando como imprescindibles hasta la consolidación de los volúmenes de energías renovables adecuados para las necesidades de la humanidad, minimizando el impacto de su actividad sobre el planeta.
En el tratamiento de la información se ha llegado a situaciones de cuasi monopolio por parte de los gigantes tenedores de los datos en sus servidores, sea de información general pública al igual que la privada, de empresas, instituciones y personas físicas. Grandes grupos de información digital detentan un poder inmenso al controlar esa información, Facebook, Twitter, Google, etc. Y como se ha visto recientemente la utilización de redes sociales para manipular opinión social e incidir en las libertades individuales y colectivas, alimentando “fake news” con intereses espurios. También el uso de información al servicio de la delincuencia (ciber económica con secuestro de información, robo de esta o de ataques interesados políticamente o desestabilizadores). La aparición de las monedas “digitales” (bitcoin y otras), con fuertes componentes especulativos similares al sistema piramidal, además del ingente consumo de energía para su procesamiento. También recientemente el sabotaje de cables de transporte de información señala una debilidad importante de la gestión de la misma.
El control, casi dictatorial, de Twitter por parte de su reciente comprador, sin hacer caso a los mensajes de responsabilidad lanzados estos días desde la propia ONU instando a un uso razonable de las redes sociales por parte de sus detentores, abre un nuevo paradigma del poder de la información, al igual o de forma parecida a lo señalado anteriormente en relación a la energía.
Curiosamente, los dos ámbitos están siendo noticia por su excesivo poder de control y por los enormes beneficios (“caídos del cielo”) que están obteniendo.
Este binomio de interdependencia es lo que, en esta sociedad moderna, proporciona el poder a aquellos que detentan el control de cada uno de estos dos elementos.
Nunca como en la actualidad ha habido tal dependencia de la Energía y la Información.
Ambos temas están creando nuevos escenarios de guerra, por la energía y la información.
Los Estados y organizaciones supranacionales están llamados a proteger a la sociedad y los ciudadanos de estos desmanes, que van contra el progreso común y el bienestar de las personas por intereses especulativos y de poder desmedido.
Algunas cosas están cambiando, como por ejemplo el poner tope a precios de determinadas fuentes de energía, la regulación del uso de la información, los impuestos a los beneficios desmedidos, y controles por parte de entidades globales. Hay varias propuestas sobre los escenarios que se están produciendo y hay que instar a los reguladores para que actúen con decisión para proteger el derecho legítimo de la sociedad.
Imaginemos el futuro que viene, que en parte ya está aquí: Robots, drones, vehículos -privados, públicos y militares- autónomos, asistentes electrónicos de información y procesos, sistemas de navegación y control (GPS, etc), sistemas de votación electrónica, inteligencia artificial, etc. Todos ellos requieren (y cada vez más, mucho más) los dos elementos: Energía e Información.
Debe ser misión de los Estados y entidades globales garantizar el buen uso, regulando desde el inicio y anticipando los frentes éticos, económicos, ecológicos, sociales y de convivencia, garantizando su buen uso de acuerdo con los objetivos de la sociedad.
A los tres elementos que todo gobierno, al nivel que sea, ha de tener presente y de alguna manera con capacidad de control e intervención posible: Seguridad, Transporte y Energía, hay que añadir la Información.

Antonio Puparelli
Informàtic i activista social
@apuparelli
