Kartini

“Después de la lluvia viene el sol”

Cuando existe voluntad de cambio se puede conseguir, aunque éste no sea grande, sea una primera piedra en el edificio de las mujeres libres, del reconocimiento.  Vivir en la isla de Java, en el siglo XIX, cuando todavía Indonesia no existe como tal, sino que forma parte del Imperio Holandés, y, más aún, el fallecer joven, no será un impedimento para que Kartini pase a la historia en su defensa de la mujer.  Cuando existe la voluntad se puede todo.  Ella misma lo expresaba, “en ocasiones hay pasar primero por dificultades, para llegar a la felicidad perfecta”.

Raden Adjeng Kartini (1879-1904), en ocasiones llamada Raden Ayu Kartini, o simplemente Kartini, se convertirá en una heroína en Indonesia, defensora de la educación y de las mujeres.  Una vida breve, solamente veinticinco años, pero suficiente para dejar huella.

Pertenecía a una familia noble javanesa, su padre, Sosroningrat, era regente, y trabajaba para el gobierno colonial holandés, pertenecía a una familia que siempre había ostentando cargos de regencia.   Su madre, Ngasirah, no era de una familia tan destacada, su padre era un erudito religioso, y ella maestra de religión, pero su estatus social impedía ascender políticamente a su marido en una sociedad con unas tradiciones muy rígidas. Todavía existía la poligamia, por ello tomará una nueva esposa, Woerjan, de una muy poderosa familia, y que permitió al padre de Kartina ascender a Jefe de Regencia, sustituyendo al padre de su segunda esposa.

Pero dado el estatus de la familia, a pesar de ser mujer, pudo estudiar e ir a una escuela holandesa a la edad de 6 años.  Allí no solamente aprende la lengua de la metrópolis, el holandés, sino que entra en contacto con las ideas occidentales, y le da a conocer la situación de la mujer en Europa, que, aunque en una situación difícil todavía, en un momento clave de reivindicaciones. Pero tampoco sus enseñanzas fueron de cultura, sino más bien para prepararla para su destino y papel en la vida: esposa y madre.

Al llegar a la adolescencia, según la tradición javanesa que protegía a las adolescentes que no lo consideraba apropiado, dejará de asistir, aunque era una estudiante destacada y con gran curiosidad e interés por todo.

Ella quería ir a la Universidad y estudiar medicina, pero esto implicaba ir a Holanda, y su padre no la dejó, y Kartini obedeció a su padre, al cual tenía gran afecto, “la niña cuya mente ha sido iluminada, su visión se ha ampliado, ya no podrá sostenerse en la palabra de sus antepasados”.

De los 12 a los 16 años, Kartini vivió completamente dentro del gran recinto amurallado de la familia, aprendiendo las habilidades que se requerirían de ella como esposa: tareas domésticas, preparación para festivales y ceremonias, y el arte indonesio de batiking, o pintura y teñido encerado. tela. Junto con las lecciones prácticas vinieron restricciones en el movimiento físico y las emociones, destinadas a reducir la exuberancia juvenil y preparar a la joven para la sumisión a la voluntad de su futuro esposo, creando un cierto tipo de mujer que Kartini describió más tarde: “La chica javanesa ideal es tranquila, inmóvil como una muñeca de madera; hablando solo cuando es absolutamente necesario con una voz diminuta y susurrante que las hormigas no pueden oír; camina paso a paso como un caracol; ríe silenciosamente sin abrir la boca”.

También percibió que las mujeres mismas a menudo perpetuaban muchas desigualdades al enseñar a los niños pequeños a despreciar a las mujeres. Al escuchar la forma en que las mujeres mayores hablaban de las niñas, anhelaba la oportunidad de demostrar que las mujeres eran seres humanos al igual que los hombres. Ya que la expresión normal para continuar con la tradición, por muy absurda que fuera era, “nadie de nuestra comunidad ha hecho eso todavía”.

Este período también le resultó de mucha utilidad ya que, al hablar holandés, y como tenía amigas holandesas, mantuvo una amplia correspondencia, entre ellas Rosa Abendanon. Leía libros, períodos y revistas europeas, le llegaba el pensamiento feminista del momento, y, en ese momento, piensa en las condiciones en que viven las mujeres indígenas, no tanto ella que dado su estatus familiar gozaba de ciertos privilegios, y, especialmente, piensa en la mejora de las mismas.

En 1896, Kartini tenía 16 años cuando las puertas de su prisión comenzaron a abrirse gradualmente. Su padre, persuadido por Marie Ovink-Soer, permitió que sus hijas abandonaran el aislamiento para visitar la casa de Ovink-Soer, aparentemente para recibir lecciones de artesanía y pintura. Kartini y sus hermanas viajaron hacia y desde su casa en un carruaje cerrado. También se les permitió visitar una aldea de talladores de madera que producen arte tradicional de Indonesia. Cuando sus viajes se extendieron a las ciudades de Semarang y Batavia, sus actividades no pasaron desapercibidas entre las élites locales holandesas e indonesias. El conocimiento de las cartas de Kartini había comenzado a extenderse y los periódicos comenzaron a referirse a ella como “la conocida Raden Ajeng Kartini”, aunque su padre se negó a permitir la publicación de los artículos que ella había comenzado a escribir.

En 1898, a ella y sus hermanas se les concedió “oficialmente” su libertad cuando se les permitió ir a la capital y participar en las festividades celebradas en honor a la investidura de la reina Guillermina que se estaba llevando a cabo en los Países Bajos. Como regente, el padre de Kartini fue invitado, pero la invitación especial del gobernador general también incluyó a sus hijas. Era habitual que el gobierno colonial invitara a representantes de la clase alta indonesia, pero esta era la primera vez que se reconocía un elemento invisible de la cultura indonesia: las mujeres solteras.

Ese mismo año, Kartini comenzó a asistir a una escuela holandesa en Japara, una de las primeras mujeres indonesias en asistir a una escuela europea. En un aula con solo 11 chicas europeas, descubrió más actitudes ajenas a ella: sus relaciones libres con sus hermanos y hermanas, sus sueños de carreras y sus nociones de poseer ciertos derechos. Al mismo tiempo, Kartini creía que la educación al estilo europeo no era suficiente. “¿Alguien puede negar que la mujer tiene un gran papel que desempeñar en la configuración moral de la sociedad?”

También en ese periodo envía escritos a la revista holandesa De Hollandsche Lelie, que fueron publicadas. Antes de cumplir los veinte años había leído libros importantes en holandés entre los que se encontraba una novela antibelicista de Berta von Suttner.

Sus preocupaciones no eran solo la emancipación de las mujeres, sino también otros problemas de su sociedad. Se dio cuenta de que la lucha para que las mujeres obtuvieran su libertad, autonomía e igualdad legal era solo parte de un movimiento más amplio y complejo.

A mediados de septiembre de 1900, Kartini viajó con sus padres y hermanas a Batavia (actual Yakarta) para reunirse con el director de una escuela de niñas. Para entonces, su sueño era establecer un internado para niñas javanesas de clase alta, donde esperaba estudiar. En 1901, el plan fue rechazado por los regentes de la isla, diciendo que no era el momento adecuado para tal empresa.

En abril de 1902, Kartini presentó un caso ante los Estados Generales, la cámara baja de la legislatura nacional, pidiendo que se le permitiera recibir formación docente en los Países Bajos. Se le otorgó una beca, pero la familia y los amigos de Kartini, incluidos muchos europeos, la instaron a quedarse en Indonesia y comenzar a enseñar allí. En julio de 1903, Kartini tenía 24 años cuando ella y Roekmini abrieron una escuela para niñas de clase alta, con diez alumnos. Era una mujer soltera, con una perspectiva que le había valido una reputación internacional, y estaba comenzando una carrera docente. Entonces, inesperadamente llegó una solicitud de su mano en matrimonio. Raden Adiati Djojo Adiningrat era viudo muchos años mayor que Kartini, había vivido durante algunos años en los Países Bajos y era considerado un líder progresista en su región. Al igual que Kartini, estaba interesado en las artes tradicionales de Indonesia.

Atrapada entre los principios radicales y la práctica real, la familia de Kartini la presionó para que aceptara la propuesta. Finalmente aceptó, con la condición de que Djojo Adiningrat le permitiera continuar con sus estudios.

Decidida a que su matrimonio establecería un nuevo estándar, Kartini se reunió con su futuro esposo antes de su matrimonio, que tuvo lugar el 8 de noviembre de 1903. En su escuela había comenzado a educar a mujeres jóvenes aristocráticas que fueron llevadas a vivir en su casa, y tenía planes de construir un lugar para la formación de aprendices de tallado en madera en Rembang. Cuando quedó embarazada, continuó enseñando, y en una de sus últimas cartas se habló de los problemas de combinar la enseñanza y la maternidad. El 13 de septiembre de 1904, Kartini dio a luz a un hijo, Raden Mas Singgih, y parecía estar recuperándose, pero murió cuatro días después, a los 25 años.

Ella estaba decidida a difundir su mensaje feminista, con la aprobación de su nuevo marido, y, conla ayuda del gobierno holandés, en 1903 abrió la primera escuela primaria indonesia para niñas nativas que no discriminaban por su estatus social. La escuela se instaló dentro de la casa de su padre y enseñó a las niñas un plan de estudios progresivo basado en Occidente. Para Kartini, la educación ideal para una mujer joven fomentaba el empoderamiento. Kartini mantuvo correspondencia regular con la feminista Stella Zeehandelaar, así como con numerosos funcionarios holandeses con autoridad para promover la causa de la emancipación de las mujeres javanesas de las leyes y tradiciones opresivas. Sus cartas también expresaron sus sentimientos nacionalistas javaneses.

El sueño de Kartini no pudo verlo ella, este sueño de educación, emancipación, empoderamiento de las mujeres; el sueño de igualdad, de acabar con la poligamia y con el enclaustramiento obligatorio de las adolescentes, pero su primera escuela generó una sinergia que no terminó con su fallecimiento.

La primera escuela Kartini fue abierta en Batavia (actual Yakarta) en 1907. Fue apoyada por el gobernador general Abendanon y la reina Guillermina de Holanda. Escuelas Kartini adicionales fueron abiertas en Malang, Cheribon, Semarang, Bogor (entonces llamada Buitzenborg), y Surabaya. Las escuelas atendían alumnado indígena femenino que ya hubiera recibido educación primaria.

Las escuelas Kartini recibieron el apoyo de la monarquía holandesa siguiendo el principio de una línea de política ética para los territorios coloniales, y tenían un programa amplio y novedoso, no solamente en eliminar las diferencias sociales en el centro educativo, sino el dar una enseñanza moderna a las mujeres, basada no solamente en enseñanzas de cara al matrimonio. El currículum incluía: lengua holandesa, lengua y literatura javanesas, geografía e historia, dibujo y estética, economía doméstica y jardinería, aritmética y contabilidad, costura práctica y fina, principios de higiene y primeros auxilios, principios de educación y canto y principios de teoría musical.

Kartini no sólo era feminista y su único objetivo no era únicamente elevar el estatus de las mujeres de Indonesia, era también nacionalistas, pero una nacionalista que hablaba de su gente y de todo lo que representaba.

Su fallecimiento, tan joven y tan imprevisto, revalorizó su persona y sus ideas, pero fue el el Sr. JH Abendanon, Ministro de Cultura, Religión e Industria en las Indias Orientales, recopiló y publicó las cartas que Kartini había enviado a sus amigos en Europa. El libro se tituló Door Duisternis tot Licht (Fuera de la oscuridad viene luz) y se publicó en 1911, posteriormente traducido al inglés bajo el título “Cartas de una princesa de Java”.

El interés por su figura, por esta mujer joven, pero con claras ideas, destacó en Holanda, y otros territorios europeos donde el exotismo se convirtió en una visión más real de las situaciones.

En sus cartas explica los obstáculos que tienen las mujeres javanesas para poder desarrollar su vida, ella reclama que tienen derecho a aprender y estudiar. También hace referencia a los problemas que conllevan determinadas prácticas tradicionales, ya que parece que el único objetivo es prepararlas para un matrimonio concertado, matrimonio que compartirán con otras esposas ya que es común la práctica de la poligamia.

Pero había muchas cosas que le preocupaban y que criticaba, cosa inimaginable en una mujer en esa zona y época. Ella cuestionó por qué el Corán debe memorizarse y recitarse sin la obligación de entenderlo realmente. También expresó la opinión de que el mundo sería más pacífico si no existiera una religión que explicara los motivos de los desacuerdos, la discordia y las ofensas. Ella escribió: “La religión debe protegernos de cometer pecados, pero más a menudo, los pecados se cometen en nombre de la religión”.

Kartini también planteó preguntas sobre la forma en que la religión proporcionaba una justificación para que los hombres persiguieran la poligamia. Para Kartini, el sufrimiento de las mujeres javanesas alcanzó su cúspide cuando el mundo se redujo a las paredes de sus casas y se prepararon para un matrimonio polígamo.

Sus escritos manifiestan su malestar por su confinamiento obligatorio por ser mujer, “me encerraron en casa y me cortaron toda comunicación con el mundo exterior, al que nunca se me permitiría regresar, excepto al lado de un esposo, un extraño, elegido para nosotros por nuestros padres, y con quien estamos casados. sin saberlo realmente. Los amigos europeos —lo escuché más tarde— habían intentado todas las formas posibles de disuadir a mis padres de este curso cruel para mí, un niño joven y enérgico, pero no pudieron hacer nada. Mis padres fueron inexorables; fui a mi prisión. Pasé cuatro largos años entre cuatro gruesos muros, sin ver ni una vez el mundo exterior”.

En 1964, el presidente Sukarno declaró el 21 de abril fiesta nacional, el día de Kartini, como héroe de la independencia.

Su temprana muerte, su vida llena de cambios, su educación, sus ideas, todo ello contribuye a destacar su figura, esa que mujer que mantiene la idea de que la mujer debe ser igual al hombre, que se cuestiona las tradiciones que las limitan y les hacen estar en un segundo plano, y, aunque ella tuviera suerte, lo cierto es que las nativas javanesas no tenían muchas posibilidades de decidir sobre su vida, pero ninguna de formarse.

Y como muchas feministas hace hincapié en la importancia de la educación, de la formación de la mujer para poder llegar a su plena libertad e igualdad.

Pero tal vez sus cuestionamientos del momento nos hacen darnos cuenta de las dimensiones de las ideas de Kartini y de su interés en la emancipación femenina: “¿Alguien puede negar que la mujer tiene un gran papel que desempeñar en la configuración moral de la sociedad?”

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