Crisis climática, pobreza y dependencia energética, impacto del cambio a energías renovables.
Con la energía es posible casi todo, sin ella la misma existencia es imposible.
Toda actividad en el universo se produce gracias a la energía y cambios en su estado, desde los más elementales intercambios en los átomos.
El desarrollo del propio universo, formación de galaxias, sistemas planetarios, satélites, sería imposible sin la energía.
La trasformación en los planetas y sistemas estelares empieza por la energía de la gravedad, que permite la evolución de los átomos más simples a los más complejos, y con la presión ejercida por la misma alimenta su “horno” interno, generando calor que posibilita la actividad en la superficie del planeta. En las estrellas, su calor, su energía, llega hasta distancias enormes.
Esta energía, interna de los planetas, más la recibida de las estrellas, permite y ayuda a la evolución del estadio de las moléculas que, en determinadas condiciones ambientales, impulsa la vida y la evolución de las especies, siempre la energía presente.
La evolución parte de esta energía. En el caso del ser humano su uso primigenio, el calor, con la evolución aprendió a utilizar la biomasa en forma de vegetales secos encendidos para calentarse, mejorar su alimentación, iluminarse y protegerse. Con la evolución consiguiente, aprendió a controlar la energía de la gravedad, con los molinos de agua para el riego y actividades mecánicas, pautando los primeros pasos de la actividad industrial. Recordemos las primeras industrias instaladas junto a los ríos para aprovechar su energía, en actividades mecánicas. Este tipo de energía se sigue utilizando principalmente para la generación de electricidad.
En paralelo se empezó a utilizar la energía de recursos fósiles, biomasa, carbón, y petróleo, para la generación de calor y con los avances de la técnica, para la generación de vapor que generara actividad mecánica. Los recursos fósiles se siguen utilizando para generar actividad mecánica, transporte, calor y electricidad. Esta forma de recurso energético, que ha permitido el gran desarrollo industrial y económico de los últimos 2 siglos, es también el principal causante de la contaminación y emisiones de CO2.
La energía eólica ha sido aprovechada desde hace siglos, además del impulso de naves por el viento, para actividades mecánicas y recientemente para generación de electricidad.
La energía solar se utiliza en forma térmica (calentar fluidos) y en generación de electricidad directa.
La nuclear de fisión se ha incorporado en el último siglo como una forma de energía de gran potencia para generar calor y a partir de ahí electricidad. En investigación sigue la nuclear de fusión.
Desde hace años se ha cuestionado la energía nuclear por la peligrosidad de la radiación y en muchos países se ha paralizado su construcción e incluso puesto fecha de desmantelamiento de las centrales. Esto ha causado que no se investigue ni se avance en mejorarla, abocándola seguramente a su desaparición temprana.
La energía de recursos fósiles, por su alta contaminación y emisiones de CO2, se ha declarado dañina para el planeta y sus habitantes, incorporándose su minimización en los programas de desarrollo sostenible para las próximas décadas. Algunos países ya han abandonado el carbón por su alta contaminación.
Esta energía es la más versátil de todas las formas existentes, la más fácil de transportar y de utilizar: centrales térmicas, combustión interna para el transporte, calor por combustión, etc. Pero, además de contaminar, resulta un bien cada vez más escaso, que, por su distribución de presencia desigual en el planeta crea tensiones geoestratégicas y de monopolios, llegando a crear dependencias e impactos económicos muy importantes. Y especialmente, en función de la oferta y la demanda.
El progreso industrial y económico, así como la mejora de confort y calidad de vida representa un incremento exponencial de la necesidad de energía en forma de electricidad, desde teléfonos móviles, ordenadores, vehículos eléctricos y mil y uno dispositivos que consumen este tipo de energía. No olvidemos los autómatas o robots, cada vez más presentes en nuestro entorno. Así como los vehículos de movilidad personal eléctricos que consumen también energía.
Si reducimos o anulamos la energía de recursos fósiles, así como el de las nucleares de fisión ¿Cómo vamos a obtener la energía necesaria para, al menos, sustentar el estadio actual de calidad de vida y actividad industrial y económica? ¿Qué energías usaremos para sustituir la versatilidad de ese tipo de energía denostado o la potencia de las nucleares?
Por supuesto que las energías renovables pueden y deben aumentar su presencia. La hidráulica no tiene mucho recorrido, aunque puede mejorar su eficiencia. La eólica y la solar tienen espacio para crecer y extenderse. Las tres presentan un problema, la falta de continuidad de suministro y la dificultad de su almacenamiento y entrega cuando y donde es necesaria. El desarrollo de acumuladores de energía está conllevando impactos no menores sobre el medio natural por la extracción de Litio y otros materiales necesarios para la fabricación de acumuladores, estáticos o en dispositivos en movimiento, así como en su reciclado.
En el futuro se vislumbra el salto a la energía nuclear de fusión como fuente de gran potencia, pero faltan sin duda décadas para su posible utilización comercial.
Se empiezan a evidenciar las tensiones derivadas del “apetito” por energías “limpias”, llegando a pagar más por ellas, pero aumentan las cuotas de emisiones de carbono, se demanda más energía eléctrica para todo tipo de actividad. La variación de precios de esta, incluso durante un día, está resultando caótica y con impacto en muchas industrias que están llegando a paralizar su actividad o entrar en situación de inviabilidad económica. Esto ya ahora en 2021. Imaginemos cuando se desmantelen las nucleares y cierren térmicas.
El impacto sobre la economía doméstica, causando pobreza energética, así como de los más débiles que dependen más de los recursos fósiles, grabadas fiscalmente y por emisiones de CO2, al no poder costear la transición a energías renovables, los habitantes de territorios alejados de ciudades también sufren en su economía la dependencia energética de recursos fósiles.
Se debe modular la evolución de nuevas formas de energía, invirtiendo en ellas y definiendo políticas favorables, con políticas fiscales justas, no solo para los que pueden costeárselo, y el abandono paulatino de las que consideramos no adecuadas como las de origen fósil y nuclear de fisión.
La sociedad debe estar informada y ser consciente de las consecuencias de decisiones que no tengan en cuenta la importancia de la energía, mayor que la propia economía, por su dependencia de la primera.
Los gobiernos de naciones y entidades supranacionales han de tener presente estos impactos, derivados del principal elemento de sustentación de la vida como la conocemos en el planeta y de su evolución futura, desarrollando las políticas necesarias para gestionar adecuadamente las fuentes de energía disponibles en la transición hacia energías más limpias y menos dependientes de terceros, dando cobertura social y económica a los sectores afectados por el impacto económico de las necesidades de energía.
Con la energía es posible casi todo, sin ella la misma existencia es imposible.

Antonio Puparelli
Informàtic i activista social
@apuparelli
