Nadia Anjuman

" Estoy enjaulada en este rincón
llena de melancolía y pena…
Mis alas están cerradas y no puedo volar…
Soy una mujer afgana y debo aullar. "

Desde una mirada europea, desde una mirada occidental, nadie consideraría que escribir poemas fuera algo peligroso, se puede pensar que ser mujer te lo pondrá un poco más difícil en algunos entornos, se puede pensar que te pueden etiquetar y considerar que no serás capaz de algunas cosas, algunos estudios o algunos oficios.   ¿Pero escribir poesía peligrosa?  Eso es incomprensible, tal vez no se triunfe, pero nada puede acecharte por ello.

Cuando se leen los versos de Nadia Anjuman sientes una opresión por la fuerte incomprensión que tuvo en su entorno.  Pero su vida, sus decisiones, su final.  Eso si que te deja sin aliento.

Nadia Anjuman (1980-2005) fue la sexta hija de una familia afgana, su vida sería transcurría con normalidad y pudo acabar la secundaria a pesar de la presión de los talibanes y su oposición a que las mujeres se formaran, ya que, según ellos el Corán prohibía a las mujeres aprender a leer y escribir, eso para empezar, pero también les prohíbe (siempre según la lectura del régimen talibán, trabajar, estudiar e incluso reírse en voz alta en público.  Es todo un conjunto de prohibiciones que restringen mucho mundo, que lo reducen a un poco más que la mera supervivencia.

Afganistán no había sido siempre así, de hecho, había sido un estado avanzado en donde las mujeres tenían acceso a los estudios superiores y a trabajos dignos, en donde las mujeres podían ser dueñas de su destino.

En la historia afgana se entrecruzan muchos intereses y luchas de poder, pero había estado un estado bastante moderno, su reina Soraya Tarzi (1889-1968), que, aunque fuera reina consorte durante un breve período, esposa del rey Amanullah Khan, y conocida por su ímpetu en defensa de los derechos de la mujer en un periodo en el que comenzaba a hablarse de los mismos.  De hecho, el matrimonio real quiso, desde un principio, cambiar las cosas, impulsando diferentes reformas para mejorar la vida de las mujeres afganas. Entre sus objetivos estaban el de acabar con la poligamia (él renunció a su harén), terminar con la obligatoriedad del velo (ella aparecía en público sin él e incluso se dejaba fotografiar) e impulsar la educación de las mujeres en Afganistán.

Era tal el compromiso real que el monarca, en 1926 y en una comparecencia pública, manifestó, «Soy su Rey, pero el Ministro de Educación es mi esposa, su Reina».

Pero estar en una zona de intereses políticos complejos a lo que sumamos las luchas de poder de los diferentes pueblos que configuran el país, provocó inestabilidades, desequilibrios, y la primera llegada de los talibanes al poder.

Es ese el momento que vivirá Nadia.

En este mundo en retroceso para todos, hombres y mujeres, pero especialmente para el sector femenino, en que la tradición y la interpretación liberal y radical se convierten en la base, en la teórica base, del nuevo poder, pocas cosas les estaban permitidas a las mujeres: coser y bordar.

Es así como se une a un grupo denominado Círculo de Costura de Herat, en donde, juntamente con otras jóvenes inquietas como ella, se reúnen tres ves a la semana en una escuela de costura, pero con otro objetivo: estudiar literatura.

Nadia comenzó a ir a uno de estos círculos. Estaba en la casa de Muhammad Ali Rahyab, quien trabajaba como profesor de literatura en la universidad.

Muhammad no estaba de acuerdo con las reglas del nuevo régimen y secretamente de las autoridades permitió que las chicas leyeran libros en voz alta mientras cosían.

De esta manera conocen y leen libros ahora, no antes, considerados prohibidos, de autores europeos: Shakespeare, Balzac, Dostoievski, Dickens, Tolstoi, Joyce y Nabokov, entre otros

Arriesgan su vida por aprender, por seguir con la mente abierta, por no encerrarse en sus casas, en sus celdas familiares, a sabiendas que si los talibanes las descubren su condena es muy clara, la horca.

Nadia tenía 21 años cuando el régimen talibán fue derrocado en 2001. Ahora libre para seguir una educación formal, es aceptada en la Universidad de Herat para estudiar literatura, donde se gradúa en 2002. Mientras obtenía su título en literatura, Nadia publicó un libro de poesía titulado “Gul-e-dodi” (“Flor de humo”) que demostró popular en Afganistán, Pakistán e Irán.

Se casó, forjada por la familia, con Farid Ahmad Majid Neia, un graduado de la Universidad de Herat con un título en literatura que se convirtió en el jefe de la biblioteca allí. Pero Farid y su familia creían que, por ser mujer, los escritos de Nadia suponían una vergüenza y que afectaba a su reputación.  Pero Nadia continuó escribiendo poesía.

Cuando tenía 25 años tuvo a su primer y único hijo, Bahram Said

Nadia publicó su primer volumen de poesía en 2005, titulado Gule Dudi o “Flor oscura”. Tenía una estructura que suponía el publicar un segundo volumen de poesía en 2006 titulado Yek sàbad délhore (“Una abundancia de preocupaciones”) que incluyó poemas que expresaban su aislamiento y tristeza en su matrimonio.

El 4 de noviembre de 2005, Nadia y su marido tuvieron una disputa. Según Farid, Nadia quería salir para visitar a familiares y amigos, una práctica común durante Eid al-Fitr (el último día del mes sagrado del Ramadán), pero Farid se lo prohibió, diciéndole que no le permitía visitar a su hermana. Esa noche, Farid golpeó a Nadia hasta que quedó inconsciente, gravemente magullada y con un fuerte golpe en la cabeza sangrando.

Horas más tarde, como Nadia parecía continuaba todavía inconsciente, Farid la llevó a un hospital en un rickshaw; el conductor del mismo comentó a las autoridades que Nadia ya estaba muerta cuando Farid la sacó de casa. Parece ser que el marido declaró en la policía al principio que la había golpeado pero que no la había matado, aunque más tarde cambió su declaración diciendo que Nadia se había envenenado.

Farid y su familia prohibieron a los médicos realizar la autopsia, por lo tanto, no hay evidencias claras de la causa real de su muerte.

Farid y su madre fueron detenidas ambas por el posible asesinato de Nadia.

Las Naciones Unidas condenaron el asesinato poco después. Su portavoz, Adrian Edwards, dijo que “la muerte de Nadia Anjuman, como se informó, es un hecho trágico y una gran pérdida para Afganistán … Necesita debe ser investigado y cualquier persona responsable debe ser procesada en un tribunal de justicia adecuado “.

Farid fue condenada por haber asesinado a Nadia, siendo encarcelado. Pero los ancianos tribales de Herat comenzaron a presionar al padre de Nadia, el cual estaba muy enfermo, para que perdonara a Farid para así acortar su periodo de estancia en la prisión. Y así, con la promesa de que Farid permanecería en prisión durante cinco años, el padre de Nadia cedió.

La muerte de Nadia fue considerada oficialmente un suicidio por los tribunales afganos, y Farid fue liberada solo una un mes después de entrar en la cárcel. Ante estos hechos tan injustos el padre de Nadia falleció al poco tiempo.

A Nadia le sobrevivió su hijo de seis meses, que ahora está bajo la custodia de Farid.

Tanto Gole Doudi como Yek Sabad Delhoreh se publicó por primera vez en Afganistán. Gole Doudi ha sido reimpreso en Afganistán tres veces y ha vendido más de 3.000 copias.

Miles de personas asistieron al sepelio de Nadia en Herat. Además de resaltar su papel en la poesía, exigieron justicia por el feminicidio.

Poema de Nadia Anjuman

No tengo ganas de abrir la boca

¿De qué debo cantar?

Yo, quien está odiado por la vida,

No hay diferencia de cantar o no cantar.

¿Por qué debo hablar de la dulzura?

Cuando siento yo tanta amargura.

Oh, el festín del opresor

Me tocó la boca.

No tengo ni un compañero en esta vida

¿Para quién puedo estar dulce?

No hay diferencia de hablar, reír,

Morir, ser.

Yo con mi soledad agotada

Con dolor y tristeza.

Nací para nada.

La boca se debe precintar.

Oh mi corazón, ya sabes que es la primavera

Y el momento para celebrar.

¿Qué debo hacer con un ala atrapada?

Que no me deja volar.

He estado callada por demasiado tiempo

Pero nunca me olvido la melodía,

Porque cada momento cuchicheo yo

Las canciones de mi corazón

Que me acuerdan del

Día que voy a romper la jaula.

Volar de esta soledad

Y cantar como un melancólico.

No soy un débil árbol de álamo

Que cualquier viento va a sacudir.

Soy una mujer afgana,

Así que sólo tiene sentido para gemir.

Traducción: Andrés Alfaro

Recordar sus versos nos ayudará, en cierto modo, el comprende la complejidad de la situación de las mujeres a lo largo del planeta, su incomprensión, su soledad, su silencio, las injusticias que viven, sus muertes a golpes silenciadas.

Nacer mujer no resulta un privilegio, en algunas zonas todavía es una carga familiar, un ser inferior que hay que colocar con el que no merece la pena invertir nada, ni en sanidad ni en educación.

Pero es una lástima porque han sido las mujeres como Nadia, como muchas otras de esta serie, y otras que llegarán, las que han plantado la semilla, hecho crecer el árbol, pero no han recogido muchas veces ningún fruto de su esfuerzo, por el hecho de pertenecer a un sexo inferior por decisión masculina.

No olvidemos a Nadia.

No soy un débil árbol de álamo

Que cualquier viento va a sacudir.

Soy una mujer afgana,

Así que sólo tiene sentido para gemir.

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