María Jesús Alvarado Rivera

“Parece que tácitamente los hombres de todos los pueblos hubiesen acordado en su soberbio egoísmo oprimir cruelmente a la mujer, negándole los bienes sublimes de la libertad y de la ciencia”

El Perú de finales del XIX poco tiene que ver con el actual, en él la mujer, el indigenismo, la educación, el matrimonio, etc., entre otros temas, estaban muy lejos de los actuales. La condición social familiar podía dar determinada formación y estatus a las mujeres, pero hasta cierto punto. La mujer, sencillamente, no necesitaba formarse.


María Jesús Alvarado Rivera es considerada la primera feminista peruana, la primera feminista que se subleva contra esta situación, que escribe, funda y es escuchada, pero también criticada, perseguida y exiliada.


María Jesús (1878-1971), era la décima hija de un total de trece hermanos, de una familia que disfrutaba de una buena posición económica. Sus padres eran encargados de una Hacienda, pero por los avatares de la guerra entre Perú y Chile tuvieron que vender y se trasladaron a Lima. Sus padres eran Cayetano Alvarado Arciniega y su madre Jesús Rivera Martínez.

Sus primeros años de formación estuvieron en manos de su madre, una mujer ilustrada, que le gustaba viajar a Lima para acudir a veladas literarias. Una vez que la familia se trasladó totalmente a la capital inició su escolarización en el año 1893 en el “Colegio de la señora Aragón viuda de Rodó e Hijas”. Puede parecer curioso el nombre del colegio, pero en aquel momento había cierta demanda de educación femenina a la vez que la guerra había provocado un empobrecimiento de ciertas familias acomodadas, y para salir del paso algunas mujeres fundaron sus propios colegios exclusivos para chicas.


En este colegio María Jesús estudió los tres años de primaria (1893-1895) y destacó como alumna. Allí terminó su formación oficial, el resto fue autodidacta, ya que, aunque parece ser que ella quería proseguir la enseñanza secundaria, y tal vez realizar estudios superiores, la situación familiar no se lo permitía, y tampoco estaba bien considerado ni tenido como algo necesario, la formación de las chicas.
Por tanto, nada más acabar sus estudios aceptó un trabajo como preceptora de primaria en una escuela pública.
Pronto, y gracias a la ayuda de uno de sus hermanos, comenzó a colaborar con el diario “El Comercio”, teniendo sus artículos una buena acogida, y escribiendo también para otros como “El Diario” y “La Prensa”.

El año 1911 dio su primera conferencia que versará sobre el tema de feminismo en la Sociedad Geográfica de Lima, donde expondrá las que considerará las líneas maestras del cambio que se ha de llevar a cabo en el país, y que afectan fundamentalmente al estatus y papel de la mujer en la sociedad peruana: “el principio fundamental del feminismo es la igualdad de la potencialidad mental y de la habilidad para el trabajo del hombre y de la mujer, igualdad probada irrefutablemente por la historia, y hasta por la somera observación diaria, por cuya identidad de personalidades, es de absoluta justicia que sean iguales ante la ley, libertándose la mujer de la forzosa y muchas veces tiránica y cruel tutela del hombre, que ningún derecho tiene a ejercer supremacía en la pareja humana…”

Partiendo de este discurso se establecerán los puntos fundamentales que considerará María Jesús como las líneas maestras del discurso feminista:

1º dar mayor amplitud y facilidades a la educación de la mujer, desarrollando su inteligencia y aptitudes de igual manera que en el hombre
2º darle acceso a empleos públicos y profesiones liberales, para que pueda subsistir por sus propios esfuerzos, mejorando su condición económica y social
3º que se le concedan los mismos derechos civiles que al varón, libertando a la mujer casada de la dependencia del esposo, a que la ley la somete, privándola de los derechos de que goza de soltera
4º que se le otorguen los derechos políticos para poder intervenir directamente en los destinos nacionales, como miembro inteligente y apto que es del Estado

Estos principios serán la base de todas las propuestas y escritos no literarios de ella.

En 1913 formó parte del Comité Directivo de la Asociación Pro Indígena, y comienza a publicar artículos en defensa de la población india del país.

El año 1914 funda el Movimiento Evolución Femenina, el cual es considerado el primero en la reivindicación feminista en Perú. En esta primera organización feminista contó con el apoyo de la socialista Adela Montesinos, y juntas reclamaron el voto de las mujeres sin ningún tipo de restricciones.

Al año siguiente funda una escuela alternativa, Moral y Trabajo, esta escuela es gratuita, de tal manera que mujeres sin estudios ni preparación, obreras y artesanas, pueden recibir una formación adecuada siguiendo principios feministas y socialistas.

Pero además de las mujeres, a María Jesús le preocupa el estado de la población autóctona, los indígenas, y ya había dado muestra de ello. Al ser elegida miembro de la Junta General de la Directiva de la Asociación Pro-Indígena, asociación a la que ya pertenecía desde 1913, puede exponer y reivindicar las necesidades y urgencias de esta población, también marginada y olvidada en el país. Una de sus principales manifestaciones será con las mujeres de Huacho, las cuales en 1917 están luchando por un trato más justo: “Mujeres conscientes del deber de solidaridad conyugal, que no quisieron abandonar a sus compañeros en la hora de la demanda del derecho; mujeres impulsadas por un noble y legítimo anhelo de mejoramiento; mujeres inermes sin más escudos que el derecho, han sido inicuamente victimadas por la fuerza armada, en la masacre más horrorosa que registra el martirologio del proletariado…[…]» Le ha cabido al Perú la depresiva distinción de bautizar con sangre el primer movimiento del feminismo económico”.

Tuvo una estancia en Estados Unidos para estudiar en la Universidad de Harvard, y allí contrajo matrimonio un norteamericano. Regresa a su país en 1919, y publica una de sus obras literarias.

En 1923 y durante la visita de Carrie Chapman Catt, presidenta de la Alianza Internacional de las Mujeres por el Sufragio, organiza y funda el Consejo Nacional de Mujeres del Perú, institución que luchará a favor del voto femenino. Ese mismo año solicita, por segunda vez, ante la Comisión de Reforma del Código Civil de 1851, el reconocimiento de los derechos civiles femeninos. Proyecto que será aprobado y promulgado, finalmente, en el Código Civil de 1936.

Las cosas se torcerán de manera no prevista, así 1924, decide imprimir en su escuela, el memorial de un grupo de obreros despedidos, ya que éstos tenían dificultades para hacerlo en otros sitios. Además en ese momento la novela que había publicado se la consideraba provocativa y se había granjeado un gran número de enemigos poderosos, esta última acción supone el punto y final de la indulgencia hacia ella, o de lo que consideraban tolerable en la actitud y manifestación de una mujer. De esta manera se inicia un proceso de persecución hacia ella de manera muy directa, se ordena su detención y el registro de su taller. Pero María Jesús no delata a ninguno de los integrantes del sindicato. Como consecuencia de ello es detenida y se la trasladada al penal Santo Tomás, penal en el que estará durante tres meses. Pero la liberación no supone el final de sus problemas, ya que hay toda una propaganda y hostigamiento hacia ella, sus acciones y sus escritos. Recibe mensajes amenazadores que no la amedrentan, como “podía sucederle incidentes más graves”, “cuando las damas se meten en cosas de hombres… se exponen a tener que someterse a las consecuencias viriles”.

La situación es del todo insostenible y María Jesús termina acaba siendo deportada en 1924, marchándose al exilio a Argentina. Allí vivirá y trabajará como maestra durante los siguientes doce años, donde permanecería doce años, hasta 1936.

Cuando en 1936 regresa al Perú retoma el trabajo que allí había dejado, y comienza una nueva etapa con teatro radiofónico, redactando ella misma radionovelas como “La Perricholi”, que será de gran éxito.

El año 1937 funda la Academia de Arte Dramático. En 1945 crea el Teatro Nacional, y ese mismo año solicita la aprobación del Proyecto de Ley que concede el voto a las mujeres, pero intereses políticos retrasarán su aprobación una década.

En realidad, su labor no fue reconocida, hubo intereses cruzados que la relegaron a un segundo plano, o bien por no querer reconocer los méritos de sus iniciativas que otros se atribuían cuando triunfaban, o bien porque plagiaron parte de sus escritos. Murió en Lima en 1971 y en cierto modo en el olvido de muchos y en el rencor y enviada de otros. Este desengaño por la ingratitud que palpaba casi en personas en las que creía y confiaba la llevó a recluirse en su casa y, a pesar de los problemas económicos, continuó su labor de escritora.
Tardará un tiempo el estado peruano, será ya en el año 1985, que comenzará a tener un reconocimiento por su gran labor en favor de la mujer, de los obreros, de los indígenas, pero también de la cultura, de la innovación y del cambio.

Y como ella misma decía: “La doctrina del feminismo no es para el beneficio exclusivo, sino es una doctrina de libertad y justicia humana”. Aunque esta para ella, especialmente la justicia, llegara ya demasiado tarde.

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