Los últimos acontecimientos acaecidos durante la campaña electoral madrileña deben hacer reflexionar a todo el que sea demócrata. Muy conscientemente afirmo que creerse demócrata no significa ser demócrata. Para ser demócrata hay que actuar como tal, no todo ha de valer para ejercer el poder, para llegar el primero. En democracia el fin nunca debe justificar los medios.
Y ante situaciones donde la democracia está en juego conviene recordar al filósofo austriaco Karl Popper:
“La tolerancia ilimitada debe conducir a la desaparición de la tolerancia. Si extendemos la tolerancia ilimitada aun a aquellos que son intolerantes; si no nos hallamos preparados para defender una sociedad tolerante contra las tropelías de los intolerantes, el resultado será la destrucción de los tolerantes y, junto como ellos, de la tolerancia.”
¿Debemos permitir que grupos minoritarios se vean favorecidos por la actitud dialogante de una colectividad tolerante mientras estos mismos grupos sean intolerantes? ¿Debemos consentir que se puedan cuestionar y destruir los hitos conseguidos por la sociedad avanzada?
Lo que ha pasado en Madrid es sólo la punta de lanza de un ataque bien orquestado, una copia de lo que se vivió hace 90 años en Europa. Pero no sólo es eso, el veto parental, el terraplanismo, los antivacunas están presentes en sectores de la sociedad. El fascismo nos está enseñando su cara y la ciudadanía demócrata no puede quedarse callada.
La Democracia en mayúsculas está en juego. Actuemos.

Enric Llorens
@enricllorens
