Frances Wright

La igualdad es el alma de la libertad; de hecho, no hay libertad sin ella.

Aspirar a un mundo más justo, más igualitario, o sencillamente, aspirar a un mundo en el que la injusticia sea mínima, no sólo para las mujeres, sino para todos los seres humanos, aspirar a ello es legítimo, difícil, incluso podemos pensar que es una ensoñación irrealizable, pero en realidad, no es eso, es aquello que siempre debió ser y por lo que no se hubiera tenido que enfrentar a nadie, ni que conquistar.

La vida de Frances, Fanny, Wright, está llena de todos estos puntos y muchos más, una vida que nace en la comodidad y en la abundancia, pero que no le impiden comprender la carencia y la necesidad de otros.

Fanny nació en 1795 y falleció en 1852.  Nacida en un ambiente próspero, hija de James Wright, un rico fabricante de ropa, y Camila Campbell.  El estatus social de su familia hizo que desde joven se relacionara con personajes importantes del momento como Adam Smith, el marqués de Lafayette, que acompañará a Estados Unidos y cambiará su vida, y ya en el continente americano a personajes como James Madison, James Monroe, Andrew Jackson y también Robert Owen que se había trasladado a América por la imposibilidad de desarrollar sus ideas en la Gran Bretaña.

Fue, por lo tanto, una mujer de amplia formación, que tuvo grandes vínculos con los socialistas utópicos, y que además de librepensadora, fue feminista y reformadora social.

De los tres hijos del matrimonio de James y Camilla, sobrevivieron Fanny y su hermana Camilla, ya que el hijo mayor falleció.  También fallecieron pronto sus padres, en el año 1798, cuando ella contaba unos dos años, ya era huérfana de padre y madre.  Este cambio de situación en otro caso hubiera podido ser un drama, pero la posición económica de la familia era lo suficientemente buena como para que ella y su hermana no sufrieran de pobreza o necesidad.  Se hizo cargo de ellas una tía materna, pero siendo adolescentes, en 1818, comenzaron su periplo por Estados Unidos, país que la fascinó, y describió dichos viajes en Views of Society and Manners in America publicado en 1821. t Estaba fascinada por una nación que consideraba garante de la libertad y la igualdad: “Los prejuicios que aún se encuentran en Europa, aunque ahora de hecho algo anticuados, limitarían la biblioteca femenina a los romances, la poesía y las bellas letras y la conversación femenina. Hasta la última nueva publicación, new bonnet y pas seul, son completamente desconocidos aquí Las mujeres están asumiendo su lugar como seres pensantes, no a pesar de los hombres, sino principalmente como consecuencia de sus visiones y esfuerzos ampliados como padres y legisladores”.

A partir de 1824 acompañaron al marqués de Lafayette en sus viajes por Estados Unidos, de hecho, eran las hermanas amigas de él a pesar de la diferencia de edad, y habían estado una temporada en la casa de éste en Paris.

Este viaje acompañando a Lafayette marcó su vida, no solamente por toda la gente, conocida o no, con la que estableció contacto, sino porque vio en este continente unas posibilidades de renovación y cambio que pensaba no le ofrecía Europa.

Ella enseguida se dio cuenta de la anomalía de su posición en el mundo masculino de la política: “Me atrevería a decir que a veces te maravillas de mi forma independiente de caminar por el mundo, como si la naturaleza me hubiera convertido en tu sexo en lugar del pobre Eve”, le escribió a Lafayette.  “Créeme, mi querido amigo, la mente no tiene sexo sino el hábito y la educación que le dan, y yo, que fui arrojado en la infancia al mundo como un naufragio sobre las aguas, he aprendido a luchar con los elementos como cualquier hombre hijo de Adán “

Así, cuando el marqués regresó a Europa en 1925, ella se quedó en América, estaba decidida a cambiar las cosas, a conseguir la emancipación de la población esclava, a conseguir el reconocimiento social total de las mujeres.

Compró unas tierras en Tennessee y creó una comunidad experimental, una comunidad de igualdad y cambio, de educación en la literatura y en las ciencias naturales.  Se llamaba comunidad de Nashoba, y las dos hermanas, con la ayuda de unos nuevos compañeros como Richeson Whitby, Jamens Richardson y George Flower, pusieron en marcha el proyecto.  Consiguieron esclavos a los que pensaban instruir para su liberación, y con pocos elementos, unas cabañas, una escuela, un huerto y poco más, comenzaron su comunidad.  Llegaron a tener treinta esclavos, muchos de ellos niños, pero las cosas no fueron como pensaban, comenzaron las desavenencias y Flower abandonó el proyecto.  Es en este momento en el que el hijo de Robert Owen, en cuyos principios se había inspirado, vino a ayudarlas a continuar y reorganizarse.  El primer objetivo lera conseguir apoyos, y éstos solamente podían venir de Europa, marcharon allí con la clara idea de reclutar gente y conseguir apoyos.

Pero muchos de los esclavos que convivían no entendían los principios owenianos por los cuales se regían, y lo que terminó de complicarlo todo fue cuando Richardson publicó en un diario las actividades comunitarias.  Esta publicación provocó una reacción contraria a la comunidad.

Wright pensaba en la importancia de la emancipación personal, incluyendo la sexual, y cuando, a su regreso, criticó el matrimonio tradicional, la religión, y propuso una educación igualitaria de los niños sin diferencia racial, los problemas estallaron. Los apoyos económicos volaron, y el proyecto fracasó rotundamente.

Este fracaso la condujo a un nuevo punto, el pensar que tal vez debería iniciar por otro lado, exponiendo sus ideas y presentándose como una reformadora social. Este nuevo comienzo supuso que se trasladara con su hermana a Nueva York y que comenzara una carrera de conferenciante.  Compró una iglesia y se puso el nombre de Salón de la Ciencia, en este nuevo centro había una sala de conferencias, una librería y una escuela secular.

Sus conferencias no pasaron inadvertidas, y en ellas explicaba ampliamente no solamente la experiencia de Nashoba, sino que exponía sus ideas de educación y de igualdad, especialmente de igualdad entre ambos sexos. Consideraba la educación el eje fundamental del cambio, y proponía un sistema de tutela, esta tutela estaba en manos del estado que la controlaba a través de internados ubicados en diferentes distritos, pero lo más importante era la línea ideológica: proponía una educación basada en la igualdad social, y para ellos los estudios del alumnado tenía como elementos clave la investigación libre y las ciencias físicas.

Sus ideas no fueron rechazadas, de hecho, tuvo bastantes admiradores, especialmente el grupo integrado por los miembros del Partido de los Trabajadores, los cuales tenían en su programa un sistema de educación pública semejante.

Mientras tanto ella siguió con sus postulados, que tantos problemas le habían provocado, especialmente la idea de que el mestizaje era la solución definitiva para el problema racial.

Como mujer decidida y libre no tenía problemas en exponer sus ideas ante una audiencia fundamentalmente masculina, y fueron pocos los temas de actualidad que ella no abordó, además de la igualdad, el mestizaje como objetivo para terminar con la cuestión racial, y la educación, abordó infinidad de temas del momento: condenó la pena de muerte, comentó los peligros que suponía la religión por su intolerancia, reclamó reiteradamente las mejoras que de debían ofrecer a las mujeres en su vida (educación, derechos legales de las casadas, divorcio y control de natalidad).  De punta a punta del país expuso vehementemente sus ideas, sin textos preparados, con su capacidad de oratoria, y, en muchas ocasiones, con un único documento como base: la Declaración de Independencia.

Pero no todos la aceptaron, de hecho, grandes sectores quedaron escandalizados por sus ideas y su claridad y franqueza en el momento de exponerlas.  La prensa y el clero la maltrataban continuamente con diferentes descalificaciones: “gran ramera roja de la infidelidad” y “ramera de Babilonia”, fueron algunas de las frases que le dedicaron.  La tensión llegó a tal punto en algunos momentos que tuvo que llevar guardaespaldas.

En 1830 regresan las hermanas a Europa, y Camilla fallece al poco tiempo. Al año siguiente, 1831 se casa con Guillaume Sylvan Casimir Phiquepal D’Aarusmont, un médico que había conocido en sus experiencias de New Harmony.   Lafayette, con el que seguía en contacto a pesar de la separación física, hizo de testigo de boda. El matrimonio siguió en París hasta 1835, año en el que regresaron a Estados Unidos, estableciéndose en Cincinnati, Ohio, retomando de nuevo sus conferencias.  De este matrimonio nació luna hija Sylva, que había nacido en Francia.

Su labor no paraba, era muy conocida, reclamada y rechazada a la vez.  Entre los años 1836 y 1838 su actividad pública aumentó notablemente, pero en esta ocasión apoyando al Partido Demócrata. Pero el fervor y entusiasmo inicial fueron desapareciendo poco a poco, y ahora sus conferencias tenían pocos seguidores, por ello, y durante los siguientes doce años viajó con frecuencia entre Estados Unidos y Francia.  Y en el año 1850 se divorció de su marido.

En 1852 falleció, heredando su hija las propiedades de Tennessee, y transformado Nashoba en una propiedad privada, en donde se estableció con su familia.

Y a pesar de haber sido un personaje muy conocido, que desataba tanto amor como odio, aceptación como rechazo, su muerte de pasó prácticamente desapercibida, siendo enterrada en el cementerio de Cincinnati Spring Grove.

De hecho, nos dejó un gran legado de escritos, entre los que se pueden destacar cuatro obras:   

Views on Society and Manners in America (London, 1821)

A Plan for the Gradual Abolition of Slavery in the United States (1825)

Explanatory Notes Respecting the Nature and Objects of the Institution of Nashoba (1830)

Political Letters, or, Observations on Religion and Civilization (1844)

Polemista, extremista, avanzada, sin duda fue una mujer que no pasaba desapercibida y que causaba siempre impacto, positivo y negativo a la vez.  Sus propuestas tanto gustaban como escandalizaban, sus acciones, especialmente en Nashoba, fueron realizadas sin una buena planificación, como le indicó Owen padre, y de ahí su fracaso y su ruina.  Pero, podemos preguntarnos, ¿tal vez no eran unas propuestas demasiado avanzadas para su momento?, ¿tal vez no era una visionaria de cómo debería ser el futuro, pero en un presente que no podía entenderla?, ¿o tal vez eran unas ensoñaciones de una socialista utópica que creía poder cambiar el mundo de una manera casi mágica?  Son muchas preguntas, pero las respuestas no son fáciles.

Lo que si es cierto es que era una mujer que no dejaba indiferente a nadie, y que entre sus grandes cualidades estaba la coherencia entre aquello que propugnaba y cómo llevaba su vida.

Sus ataques a la religión hicieron que se abriera un frente contra ella, y que la sociedad puritana del momento la menospreciara. “La religión puede definirse así: la creencia en, y el homenaje prestado a la existencia invisible y causa desconocida”. Y su defensa de la ciencia el primer pilar de su pensamiento: “las ciencias han sido siempre las guías más seguras de la virtud”.

Era tal el cúmulo de intereses de Fanny, tal su necesidad de cambiar el mundo, que puede algunas de sus propuestas nos lleguen diluidas en un conjunto de expresiones y frases. 

Mujer libre, defensora de la mujer libre, dueña de su vida, dueña de su espíritu, pero especialmente, dueña de sus palabras y sus acciones.

“Hasta que las mujeres asuman el lugar en la sociedad que el buen sentido y los buenos sentimientos les asignan, la mejora humana avanzará, pero muy débilmente”.

http://nationalhumanitiescenter.org/pds/livingrev/equality/text6/wright.pdf

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