Anna Andreevna Kalmanovich

“Los hombres de todos los grupos y de todas las clases sociales están vitalmente interesados en la esclavitud de la mujer”

Previo a la Revolución Rusa de 1917 se produjeron múltiples incidentes en la Rusia zarista, desde la decadencia de la monarquía y su poder absoluto, la aparición de partidos de ideología de izquierdas, las revueltas de 1905 (el Domingo Sangriento), la concienciación del pueblo ruso de sus condiciones, la organización de los soviets.  Todo apuntaba a cambios, lentos y con reticencias desde el gobierno autocrático que se negaba a aceptar que su mundo ya había desaparecido y nada podía seguir igual.

En este contexto las mujeres comienzan a organizarse, a plantearse un mundo en el que ellas son algo, así en 1908 se celebra el Primer Congreso Panruso de Mujeres, cuyo lema, elegido por Alejandra Lollontai fue “El movimiento de mujeres no debe ser burgués ni proletario, sino un movimiento de todas las mujeres”, y en el que participaron las feministas más destacables del momento como Anna Kalmanovich, entre otras.

Anna Andreevna Kalmanovich no queda clara su fecha de nacimiento desde luego se sabe que el año 1893 ya estaba en activo desarrollando trabajos; tampoco la fecha de su fallecimiento en la capital de Estonia, por tanto, éste parecer ser se producirá a partir de 1917, aunque algunos autores son de la opinión que fue en 1920. Su vida se desarrolla en unos momentos complejos, y termina justamente cuando la revolución, con la que había soñado, ya ha comenzado, pero también la Primera Guerra Mundial había hecho estragos.

No sabemos mucho de sus primeros años de formación, lo que sí sabemos es que después de un período en el que se dedicó a diferentes actividades se unió al movimiento sufragista radical. Tenía voluntad de servicio en 1893 fundó la Sociedad Hebrea para el cuidado de los enfermos, y fue su presidenta hasta 1904. Ya en ese momento ha comenzado sus vínculos con los grupos feministas que han surgido en Rúsia.

Se casó joven con Samuil Eremeevich Kalmanovich, un reconocido abogado por sus actuaciones como defensor en juicios políticos.

Cada vez más involucrada en los temas femeninos y en reclamar los plenos derechos de las mujeres, hace que su vida política comienza en 1904. No es un buen momento, Europa vive convulsa y también Rusia, los nacionalismos a ultranza provocados por el colonialismo, por la expansión de la segunda revolución industrial y, especialmente, por la existencia de grandes plurinacionales imperios en el centro de Europa, provocan una gran inestabilidad en los territorios.

En cierto modo la Revolución de 1905 y el Domingo Sangriento, supusieron el inicio de los cambios fundamentales en las bases de la sociedad rusas. El Domingo Sangriento supuso miles de víctimas. Pero junto con los disparos, los sirvientes zaristas mataron no solo a los “súbditos” de su propio emperador-padrecito, sino algo más: la confianza de las amplias masas de trabajadores y su creencia en que se podía obtener justicia del gobierno zarista. Ese día, Rusia se había convertido en un país diferente, en un nuevo país.

Los trabajadores han despertado y se enfrentan a los terratenientes y a la burguesía, la revolución era ya imparable, todo era cuestión de poco tiempo.

Ese año se fundó en Moscú la segunda organización feminista del momento, la Unión Panrusa para la Igualdad de Derechos de las Mujeres, o Unión de Mujeres y entre sus líderes podemos destacar a Zinaida Mirovich y Anna Kalmanovich en Moscú, y a Liubov Gurevich y Maria Chejova en San Petersburgo.

Mujeres bolcheviques, mencheviques, socialistas-revolucionarias, y de otras ideologías, se unieron para luchar a favor de la igualdad, y en su unión arrastraron a las obreras, con las que se juntaban en los llamados clubs feministas.  Las clases obreras, impactadas por los acontecimientos se unieron a estos grupos reivindicativos.

El primer acto público de Anna será en poco antes de las revueltas de 1905, pero conjuntamente con éstas, con la aparición de las organizaciones y con la postura de abogado defensor de su marido, se ve forzada a exiliarse.  Este exilio le será muy productivo, ya que le permitirá establecer contacto con grupos de exiliados rusos y participar en los congresos de la Alianza Internacional para el Sufragio Femenino de 1906 y 1908.

En 1908 el matrimonio regresa a Rusia, concretamente a Moscú, Anna está ya completamente implicada en la lucha por los derechos de las mujeres, y sigue vinculada a la Unión Panrusa para la Igualdad de las Mujeres, fundada en 1905; y también comienza a escribir en diferentes revistas y diarios del momento sobre temas de mujeres, tales como Unión de mujeres o Heraldo de la Mujer. Uniéndose el mismo año a la Liga Rusa para la Igualdad de la Mujer.

En estos diarios Anna escribía fundamentalmente sobre el movimiento sufragista inglés, con el que se sentía muy vinculado. De hecho, era tal su vínculo con el movimiento sufragista inglés que algunos corresponsales el Ius Suffragii hablaban de ella como Madame Kalmanovich, comentando que era una de las pocas feministas radicales rusas miembro de organismos internacionales y de la Liga por la Igualdad de los Derechos de la Mujer, y comentando cómo había traducido al ruso un escrito de Christabel Pankhurst.

Anna Kalmanovitch estuvo en el Congreso de Mujeres de 1908 en Rusia, y dos años más tarde, en el Primer Congreso de toda Rusia, el tema principal del mismo era la lucha contra el comercio de mujeres, donde se debatió el problema de la prostitución femenina.

En este congreso asiste Anna Kalmanovich, como una de las líderes de Unión de Mujeres, su intervención viene titulada como “El movimiento de mujeres y la relación de los partidos hacia él”, y supone un ataque a los partidos políticos, tanto liberales como conservadores, pero, sobre todo, socialdemócratas, por no defender realmente los derechos de la mujer, en particular el derecho al sufragio. Anna exponía: “ansío convencer a las mujeres de que no deben esperar la libertad de los hombres, no importa cómo ellos se llamen: liberales, conservadores o socialdemócratas. Y manifiesta que todo hombre que tenga la oportunidad de oprimir, degradar y humillar a una mujer lo acabará haciendo”. Anna creía que “el movimiento feminista no es partidario” porque “los hombres de todos los grupos y de todas las clases sociales están vitalmente interesados en la esclavitud de la mujer”. También centró sus ataques en los marxistas, acusándolos de hipócritas y para ello puso como ejemplos los casos de Bélgica y Austria, donde los partidos socialistas habían accedido a que el sufragio se ampliara a los obreros, pero no a las mujeres. Y haciendo énfasis en estos puntos débiles de la ideología, afirmó que “en todo lugar son las mujeres las que están organizando a sus hermanas proletarias, y no los hombres”.

La conclusión de Anna Kalmanovich era de que “las mujeres no deben depositar esperanzas en ningún partido. Deben organizarse entre ellas, como hacen las inglesas, y reclutar amigos entre todos los partidos, dondequiera que ellos se encuentren.” Su intervención fue criticada no sólo por las delegadas obreras sino también por la feminista y dirigente KD Ariadna Tyrkova, quien la acusó de intentar dividir el mundo en dos campos opuestos de hombres y mujeres. Tampoco en su intervención olvidó a los conservadores, de los cuales dijo que nunca apoyarían a las mujeres en su búsqueda de la igualdad. Para la lógica conservadora, la mujer «de valor» o «verdadera» mujer es la que garantiza el mantenimiento del estatus masculino en el control del poder, ya sea en la esfera familiar, sumisa al hombre, o en el ámbito laboral, en posiciones subordinadas. El lugar de las mujeres no es nunca el del protagonismo bajo esta lógica, sino el de la limitación y la sumisión.

En Rusia se vive una gran polarización, que queda bien plasmada en el Congreso.  Estamos en un estado decadente y complejo, Anna no está plenamente vinculada a los sectores políticos más revolucionarios del momento, su visión y vinculación con las sufragistas inglesas, que son consideradas burguesas, la marginan en cierto modo.

Poco sabemos más de ella, estalla la Primera Guerra Mundial y Rusia entra en ella del lado de la Entente junto Gran Bretaña y Francia, pero ni su ejército, ni su economía, ni el gobierno zarista, pueden controlar ni la guerra externa ni la revolución interna.

Cuando vence en 1917 la revolución, Rusia pide salir de la guerra firmando el Tratado de Brest-Litovsk, por él perdía mucho territorio y aparecían países que hasta ese momento estaban bajo control ruso, como Finlandia o las repúblicas bálticas.

Al igual que con su nacimiento, tampoco queda clara su defunción, hay autores que opinan falleció durante la revolución de 1917, otros que tuvo que exiliarse con su familia a Estonia donde falleció en 1920. Un principio y final perdidos en la niebla de la historia.

Anna Kalmanovich vivió un período sumamente complejo, ya que en realidad eran dos revoluciones en una: la de las mujeres, por un lado, con sus reivindicaciones, y las del pueblo ruso reclamando pan y democracia.  Envuelta en este torbellino surgieron figuras muy destacables en el movimiento revolucionario, que son aquellas que más nombramos en la historia, y figuras como Anna Kalmanovich pasaron a un segundo plano.  Tal vez la vanidad, tal vez demasiadas figuras, tal vez sus discrepancias con los socialistas rusos, tal vez su simpatía por las sufragistas inglesas y su modelo social.  Es bien difícil afirmarlo, ni una fotografía de su persona, tal vez sí, tal vez existen muchas, entre la masa de mujeres que reclaman igualdad, como todas ellas, protagonistas de la historia, pero sin nombre para recordar

Anna Kalmanovich dejó su huella en el tiempo histórico, una huella de reconocimiento y de esfuerzo, habló de matrimonio, prostitución, e incluso de aborto.  Era consciente que la mujer necesitaba no solamente ser dueña de un voto, sino ser dueña total de su espíritu y de su cuerpo.

Pero podemos recordarla siempre con una canción rusa que se cantaba en el frente:

“Murió lejos de su pueblo natal 

murió lejos de su familia … 

Estos ojos nunca fueron cerrados,

Por manos tiernas y acariciadoras ….

Los desconocidos entierran al soldado

Profundamente en la tierra helada 

Allí más allá de la puerta donde sólo los vientos aúllan,

En algún sitio, en ese lugar abandonado por Dios, lejos … “

(Tsentral’nyi Gosudarstvennyi Arkhiv Literatury I Iskusstva, f. 1432)

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