¿Estudias o trabajas? Esta es una de las preguntas que solemos hacer a alguien que acabamos de conocer. En la realidad esta dicotomía es mucho más compleja, y los jóvenes lo sabemos mejor que nadie.
En cuanto tecleamos en cualquier buscador la expresión “jóvenes y mercado laboral” encontramos diversos artículos refiriéndose a las problemáticas más comunes a la que nos enfrentamos: la precarización y la baja remuneración . El último estudio del IVIE sitúa a la franja de entre 18 y 29 años en el grupo de menor renta encontrándose en un porcentaje del 45,7%. Así mismo la calidad del empleo al que podemos acceder la juventud brilla por su ausencia, ya que el 37% tenemos contratos temporales de los cuales, además, el 19% son a jornada parcial.
Aunque parece ser que el mercado laboral sigue buscando formas de abaratar los costes de producción y los decretos 592/2014 y 1493/2011 le dieron una herramienta esencial: las prácticas no remuneradas. Las prácticas según el art.1.1 del RL 592/2014 “Las prácticas académicas externas constituyen una actividad de naturaleza formativa realizada por los estudiantes universitarios y supervisada por las Universidades, cuyo objetivo es permitir a los mismos aplicar y complementar los conocimientos adquiridos en su formación académica, favoreciendo la adquisición de competencias que les preparen para el ejercicio de actividades profesionales, faciliten su empleabilidad y fomenten su capacidad de emprendimiento”. En la realidad de muchos jóvenes, sus prácticas consisten en suplir,de manera habitualmente gratuita, las tareas que debería realizar un empleado o empleada funcional por el módico precio de “una carta de recomendación, empleabilidad y experiencia laboral”.
Todo ello presenta una radiografía del truncamiento de los planes de futuro a los que tuvieron acceso nuestros padres, nuestros tíos, e incluso nuestros hermanos que sufrieron las consecuencias de las diferentes crisis económicas, la del 1992 y la del 2008.
Ya lo dijo Vicenç Selles, director del Servicio de Ocupabilidad de la Universidad Autónoma de Barcelona en una entrevista para el diario Código Nuevo “¿quién se va a arruinar por tener a un chaval cobrando cinco euros por hora durante 300 horas? Nadie.”
Yo aquí difiero de la opinión del Sr. Selles diciendo que quiénes aceptamos esas ofertas somos los de siempre: los hijos de los obreros y obreras, los precarizados, en definitiva: los olvidados del sistema. Y puede que parezca una opinión sesgada pero diversos estudios universitarios, entre ellos el prestigioso “Access to and Returns from Unpaid Graduate Internships”, publicado por el profesor Angus Holford de la Universidad de Sussex demuestra como aquellos estudiantes que provienen de hogares con una economía acomodada y que han cursado sus estudios en “Oxbridge”- acrónimo utilizado para hablar de las Universidades de Oxford y Cambridge, dos de las universidades con más renombre del mundo- contra aquellos estudiantes de universidades británicas de menor renombre en la capacidad adquisitiva que poseen al aceptar unas prácticas no remuneradas.
Y es que el mal del mercado laboral parece estar claro: la pobreza, a diferencia de lo que muchos estudiosos liberales nos pretenden hacer creer, no desaparece con el trabajo duro. La pobreza tan solo puede desaparecer con políticas públicas enfocadas al empleo de calidad, a la penalización del despido y a la desaparición del trabajo gratuito.

Neus Matamoros
Estudiant i membre del Consell de l’Alumnat de la Universitat de Barcelona
@neusmatamoros
