ELVIRA RAWSON
El hecho de nacer en una familia acomodada podía haber convertido a la joven Elvira en una señorita más de la sociedad argentina, pero desde el principio demostró su firmeza no solamente en formarse en un mundo entonces de hombres, como médico, sino también en considerar que ayudar a aquellos que lo tenían más difícil, y naturalmente las mujeres, como uno de sus puntos de defensa y lucha en su vida.
Elvira del Carmen Rawson Guiñazú (1865-1954), nació en el seno de una familia acomodada. Sus padres fueron Juan de Dios Rawson y Elizarda Guiñazú. Por parte paterna descendía de Amán Rawson, ciudadano estadounidense que se instaló en Argentina casándose allí. El padre de Elvira era el coronel Juan de Dios Rawson, que participó en la Batalla de Cepeda y en la Batalla de Pavón. Su madre, Elizarda Guiñazú Funes estaba por su familia también vinculada a la política del país.
Fue la sexta de siete hermanos. A la edad de seis años la familia se traslada desde Junín natal a la ciudad de Mendoza, donde realiza sus primeras formaciones, y allí se gradúa como maestra. Posteriormente se trasladará a Buenos Aires. Decide estudiar Medicina, con gran oposición por parte de su familia que no la considera una carrera adecuada para una mujer. Es el año 1885, en el curso son 84 hombre y una sola mujer, Elvira. Como la familia se niega a pagarle la carrera trabaja como maestra para poder hacerlo.
Pero su historia de acción y reivindicación comienza en 1890 con la Revolución del Parque, es un movimiento que comienza el 2 de julio de dicho año en el que Leandro Alem (1842–1896) político, estadista y revolucionario argentino, miembro de Unión Cívica) y Bernardo de Irigoyen Bernardo de Irigoyen (1822-1906, abogado, político y diplomático, que había sido dos veces ministro de Relaciones Exteriores y una ministro del Interior) se sublevan con el gobierno de Miguel Juárez Celman (1844-1909), que estaba sumido en una crisis económica; es en este momento en el que a pesar de la prohibición establece un hospital de campaña para ayudar a los heridos de ambos bandos. “Los hospitales son del pueblo y no de los gobiernos”, dirá Elvira Rawson, oponiéndose a la prohibición, no fue un momento fácil, no consiguió apoyo para ayudar a los heridos, finalmente consiguió una ambulancia tirada por caballos donde ella misma iba para socorrerlos, pero se encontraron en un fuego cruzado dónde los animales cayeron abatidos, a pesar de ello, bajó de la ambulancia y siguió a pie en medio del tiroteo.
Esta acción suya le valió el reconocimiento por su valor y dedicación, también le franqueó la amistad Leandro Alem, uniéndose a su grupo. De hecho un mes después de la Revolución pronunció su primer discurso en el que ya presentaba su línea de pensamiento feminista: “Cívicos: Rota la valla de las conveniencias sociales que, despótica y soberana de la mujer, pone a veces un sello en sus labios y un candado en su corazón, venimos a presentaros el humilde, pero elocuente testimonio de nuestros sentimientos”.
Ejerció como maestra para solventar sus estudios y comienza un romance con Manuel Calixto Antonio Dellepiane, con quien se casa en 1891. Algo que hace de Elvira un personaje original entre las pioneras feministas es el hecho de convertirse en una madre prolífica. De su matrimonio con Dellepiane nacerán ocho hijos: Manuel, Haydeé, Julio, Roberto, Raquel, Juan, Franklin y Elvira.
La Revolución del Parque
El 26 de julio de 1890 estalla la Revolución del Parque, un movimiento encabezado por Leandro Alem y Bernardo de Irigoyen contra el gobierno del presidente Miguel Juárez Celman, sumido por entonces en una severa crisis económica, y paralizado en las negociaciones políticas para salir del atolladero. El nombre proviene del ataque de los revolucionarios contra el Parque de Artillería, un importante depósito de armas del Ejército ubicado donde hoy se levanta el Palacio de Justicia, en Buenos Aires.
Los combates fueron furibundos y el presidente ordenó a los médicos y a los estudiantes de medicina asistir a los heridos que eran leales. Allí Elvira Rawson tiene la oportunidad de demostrar su carácter, ya que se niega a distinguir entre los heridos por su condición partidaria. En el hospital de campaña que montó en medio de la batalla, fueron atendidos soldados de ambos bandos y Elvira pronunció una frase que pasó a la historia: “Los hospitales son del pueblo y no de los gobiernos”.
Al finalizar el levantamiento con el fracaso militar pero con el triunfo político, ya que el presidente Juárez Celman renunció a los pocos días, Elvira tomó la decisión de adherir al movimiento político que encabezaba Alem y será la primera dirigente radical de la historia. En un acto partidario, algunos años después, marcará sus objetivos políticos diciendo: “Queremos todos los derechos políticos debiendo tanto ser electoras como elegidas, porque desde que pagamos impuestos, trabajamos por el progreso del país y somos responsables ante las leyes debemos poder legislar en todo lo que atañe a la grandeza de nuestra patria”.
Segunda médica argentina
En 1892 recibe el título de médica, y se doctora con una tesis llamada “Apuntes sobre la higiene de la mujer”. Explica allí la pubertad, el matrimonio, el embarazo y la lactancia, y el texto se convirtió en referencia para el tratamiento de la sexualidad femenina. Fue una difusora del cuidado específico de la mujer, siendo sus escritos y sus conferencias muy claras en cuanto al cuidado de los órganos femeninos, ayudando a vivir el embarazo como un tiempo feliz y no como una enfermedad, tal como estaba difundido por entonces.
Estaba claramente en contra de los matrimonios y los embarazos precoces, por los daños psicológicos que provocaba en las niñas, condenando además los casamientos entre familiares directos.
Al mismo tiempo, por su condición de maestra, fue nombrada vocal del Consejo Nacional de Educación, proponiendo la copa de leche en las escuelas comunes. Era profesora de la cátedra de Higiene y Puericultura en la Universidad. En Uspallata fundó la primera institución dedicada a los niños discapacitados.
Líder feminista
En su actuación política en defensa de los derechos sociales y políticos de la mujer es fundadora del Centro Feminista. Participa activamente de la organización del Congreso Internacional Feminista de 1910, llevado a cabo en Buenos Aires, en ocasión del centenario de la Revolución de Mayo. En 1919 funda la Asociación Pro Derechos de la Mujer, junto a Alfonsina Storni y Emma Day, llegando a asociar a once mil mujeres. Esta organización logró la sanción de la ley 11.317 de protección a la mujer trabajadora, que establecía entre otras cosas la prohibición del trabajo nocturno.
En la lucha por el sufragio femenino, dejó de lado su simpatía por el radicalismo, y trabajó junto a la Unión Feminista Nacional, de raíz socialista presidida por Alicia Moreau de Justo, otra de las médicas pioneras en el país, para aunar esfuerzos en pos de este derecho para la mujer. Fue impactante una votación paralela que organizaron para demostrar la injusticia del apartamiento de la mujer de la cosa pública.
Fue la gran organizadora del Tercer Congreso Internacional Feminista y propuso a la Sociedad de Beneficencia modificar su estructura para pasar de un modelo paternalista a una acción más participativa. Por entonces esa institución se encargaba de la administración de los hospitales nacionales. Pudo votar a partir de 1951, aunque siempre buscó que se reconociera la lucha de las sufragistas en el logro del sufragio femenino.