ESTUPEFACCIÓN

Aviso. Este no va a ser un Àtom de certezas sino de dudas. Y de dudas no se si bien resueltas.

Sabéis, mi problema con la derecha –o uno de ellos, y que actualmente me obsesiona- es la estupefacción que me produce; una estupefacción que me lleva a la incomprensión total. Y así no se puede combatir. Estupefacción e incomprensión, sí. Porque no puedo entender que quien tiene problemas para llegar a fin de mes vote a quien baja impuestos a los ricos mientras, además, les ofrece beca comedor o cheque canguro. No puedo entender a quien vota a los que niegan una realidad tan obvia y cruel como la violencia machista. No puedo entender a los que quieren derogar el sanchismo sin pensar que esto significa derogar la subida del salario mínimo, la mejora de las pensiones, la ley de memoria histórica o renunciar a los fondos europeos, como decía estos días Zapatero.

No puedo entender su marco, qué les mueve a este voto destructor y retrógrado que sólo aporta beneficios para los ricos y retrocesos en derechos fundamentales. Y no puedo hacer más que preguntarme, por ejemplo, si hay alguien en el mundo de la cultura que dude de lo mucho, muchísimo, que se ha hecho en derechos laborales y sociales para estos trabajadores y trabajadoras desde que está Miquel Iceta al frente del Ministerio, desarrollando el Estatuto del Artista, por ejemplo, o con una inversión en 2023 que llega a los 1.084 millones de euros y es la mayor de toda la historia de la democracia. ¿Quieren derogar estas mejoras? Porque una de las primeras cosas que dijo Feijóo que haría era cargarse el Ministerio de Cultura.

Es verdad que me estoy refiriendo a unos políticos que son trileros de las palabras, gente que no tiene escrúpulos para utilizar la mentira y crear su marco mental de mundo de Matrix. Como cuando dicen defender la lucha contra la violencia machista pero pactan con quienes la niegan y la eliminan de las políticas públicas antes incluso de haber pisado un despacho. Y lo más fuerte es que la gente les cree. Eso es lo que me parece más increíble, eso es lo que no entiendo. Y no se puede combatir lo que no se entiende.

Llegados a este punto siempre me pasa lo mismo, vuelvo a Lakoff y a su No pienses en un elefante. Y siento que no hemos avanzado nada, que estamos igual que cuando publicó el libro en 2004. Y me deprimo. ¿En serio que desde la izquierda no somos capaces de crear un marco mental que conecte con la gente? Por suerte la depresión me dura sólo unos segundos y mi cerebro vuelve a ponerse en marcha a toda prisa para encontrar una explicación y por lo tanto una solución. Y la solución, de hecho, está en Lakoff. No les compremos el marco. Dediquémonos a explicar el nuestro y que cale en todas las mentes de la buena gente consciente y beneficiaria de todas las mejoras que se han hecho. Dejemos que otros hablen de nosotros y de las virtudes de las políticas públicas creadas, desarrolladas y aplicadas durante este mandato. No perdamos tiempo en desmentimientos, porque lo único que haremos es comprarles el marco, entrar en su terreno de juego y no explicar el nuestro. Y habremos perdido la partida. Revistamos de credibilidad y confianza lo que es cierto y obviemos las mentiras que nos desvían de lo realmente importante: somos uno de los países en donde la economía más crece a pesar de las circunstancias globales, y los derechos de la ciudadanía han mejorado muy sustancialmente.

Como dice Lakoff, votamos los valores de los líderes, su capacidad para generar ilusiones o protegernos del miedo. Convirtamos los hechos en valores y extendamos este marco, este sentido común.

Iolanda Pàmies Rimbau

Periodista i escriptora

@iolandapamies



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