70.000 votos de diferencia entre izquierdas y derechas
En las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo no ganaron la derecha y extrema derecha por tener más votos que en las anteriores de 2019. Les votaron en esta ocasión 150.000 personas menos. Y ganaron por 70.000 votos al final.
Ganaron porque 270.000 personas que votaron opciones de progreso en 2019, en esta ocasión no fueron a votar. Así de sencillo el cálculo.
Seguramente tendrían sus motivos para no ir a votar. Puede ser por múltiples causas: hartazgo, desilusión, no ver claro a quien votar, el “todos son iguales”, “total, van a salir los mismos”, “a mi no me afecta”, “me siento traicionado por mi opción política”, etc.
Estas 270.000 personas seguramente no fueron conscientes de que no haber ido a votar tiene consecuencias para la vida social y económica de su ciudad, su autonomía, para su familia, para ellas mismas.
Parece que no supieron poner en valor los progresos alcanzados en estos 4 años, a pesar de la pandemia y la guerra de Ucrania y la crisis económica consecuente.
Igual el ruido mediático, las mentiras directas, las informaciones sesgadas, opiniones de tertulianos interesados, etc, les ha hecho pensar que “todos son iguales”, pero en la historia se ha demostrado que no es así, que no es lo mismo votar a la derecha y extrema derecha, que no ir a votar, que votar opciones de progreso:
- No es lo mismo los que hacen amnistías fiscales a los ricos y les rebajan los impuestos impactando en los servicios sociales, que los que procuran que haya una fiscalidad justa con redistribución de la riqueza.
- No es lo mismo los que recortan pensiones al no aplicar el IPC que los que intentan que se mantenga el poder adquisitivo de los mayores que, además, administran muy bien sus ingresos e incluso ayudan a sus hijos y familia a salir adelante.
- No es lo mismo los que cuestionan el estado autonómico y pretenden retornar a la organización decimonónica del Estado, que el respeto por la diversidad lingüística, cultural, económica y social de las CCAA, recogida en nuestra Constitución.
- No es lo mismo los que fomentan la sanidad privada que los que impulsan la sanidad pública universal que nos iguala a todos en el derecho más importante de todos, la salud.
- No es lo mismo los que defienden la seguridad privada que los que procuran que haya servidores públicos de seguridad adecuada.
- No es lo mismo los que no respetan los derechos de minorías sociales que los que procuran que queden cubiertas adecuadamente sus necesidades vitales.
- No es lo mismo los que impulsan la especulación inmobiliaria y defienden los intereses de grandes tenedores y fortunas que los que impulsan que la vivienda sea un derecho, como recoge la propia Constitución Española, y por tanto esté protegida y garantizada su accesibilidad económica a ella.
- No es lo mismo los que precarizan los trabajos con contratos de miseria y de ultra temporalidad que los que impulsan contratos dignos y elevan el salario mínimo a niveles adecuados en base a la inflación y las necesidades vitales.
- No es lo mismo los que practican el liberalismo económico favoreciendo la cultura del “pelotazo” sin medir para nada la productividad del capital humano, que los que anteponen el capital humano en el desarrollo social y económico.
- No es lo mismo los que desprecian la educación pública llevándola a mínimos y favoreciendo la privada que los que impulsan una educación de calidad e igualitaria en todos los niveles.
- No es lo mismo los que ponen palos en las ruedas a toda iniciativa cuando no gobiernan ellos que los que dan apoyo justo cuando son iniciativas de progreso.
- No es lo mismo los que, en una pandemia jamás vista en la historia reciente, votaron en contra de las medidas proporcionadas con los estados de alarma, que los que hicieron un uso adecuado de ello y apoyaron las medidas necesarias.
- No es lo mismo los que han intentado impedir que llegaran fondos europeos para ayudar a superar la crisis (cuanto peor mejor, para ellos) que los que han defendido propuestas novedosas que incluso han sido muy bien valoradas en instancias europeas e internacionales, como el tope al gas. Mostrando además transparencia en la gestión y distribución de los fondos europeos.
- No es lo mismo los que intentan que no prospere la ley de memoria democrática (dejemos a los muertos en paz, dicen) que los que defienden que se dignifique a aquellas personas que padecieron la dictadura y fueron represaliados injustamente.
- No es lo mismo impedir avances en temas de igualdad entre hombres y mujeres que los que impulsan que se compensen las desigualdades históricas legislando paridades en listas electorales y órganos de representación de cualquier tipo.
- No es lo mismo impedir un trato digno a los que llegan a este país buscando un futuro que no tienen en sus países de origen, muchas veces conflictivo, que tratar de gestionar adecuadamente y con respeto de los derechos humanos la llegada de ellos.
- No es lo mismo bloquear iniciativas a nivel europeo que impulsar su desarrollo y alcance de nuevas directivas que ayuden a todos los países de la UE.
Todo esto son motivos para no dejar de ir a votar defendiendo, al menos, las opciones de progreso que se nos presentan.
Las personas de derechas siempre van a votar, los ricos siempre van a votar. Si nos quedamos en casa, seguro que ganarán ellos.
Hagamos uso de este derecho a votar, y deber me atrevo a decir, de toda persona con visión de progreso.
Tengamos en cuenta esto ante las próximas elecciones generales del 23 de julio.

Antonio Puparelli
Informàtic i activista social
@apuparelli
