“YO DESACTIVO” EL RACISMO Y LA XENOFOBIA*

(*) En el Día Mundial de la Diversidad Cultural por el Diálogo y el Desarrollo,
publicamos la contribución de Amadou Bocar Sam Daff, promotor de la iniciativa desactiva.org
(Fundación Cepaim) y colaborador habitual de nuestro espacio de radio Còrtum Club.



Hablar hoy del racismo y la xenofobia en el mundo, y particularmente en España, de ninguna manera debe ni puede ser considerado como algo nuevo si nos referimos a hechos históricos, sabiendo que España continuó la trata negrera una vez fue abolida y hasta mediados del siglo XIX, a pesar de haberse firmado entre España e Inglaterra la abolición de la esclavitud en 1820.                                        

El 19 de enero de 1880, el Congreso de los Diputados de España votó la abolición de la esclavitud en Cuba, un proceso que culminaría seis años después con la liberación del último esclavo, poniendo fin a uno de los hechos más vergonzantes y deshumanizantes de la historia de España y, por supuesto, de la humanidad.

Lo que se consideró como un final, se prolongó con la colonización, sometiendo a los pueblos a una nueva dominación económica, social y cultural, con el imperio de la supremacía blanca como referencia en todos los ámbitos, menospreciando saberes, valores socioculturales de los pueblos expoliados y estigmatizados, hasta crear en ellos el sentimiento de inferioridad que legitimó y justificó la dominación que perduró y dejó secuelas que aún se aprecian en el comportamiento relacional entre oprimidos y opresores.

 Evidentemente, esta dominación que llegó a generar en los afectados el sentimiento de inferioridad respecto al hombre blanco, generó también la toma de conciencia y de revuelta para recuperar la dignidad humana robada. Podríamos hacer un listado de personas y movimientos que hicieron posible esta ruptura, pero mencionamos a voluntad lo que supuso la lucha de liberación del African National Congress (ANC) y la figura de Nelson Mandela, ”Madiba”, por su compromiso heroico con la lucha de su pueblo y su capacidad de resiliencia, que le valió el premio Nobel de la Paz en 1993 por su compromiso con los derechos humanos: “Ser libre no es solamente desamarrarse las propias cadenas, sino vivir en una forma que respete y mejore la libertad de los demás”

 Con el supuesto fin de la colonización, como si fuera una maldición, el neocolonialismo se instaló con el poder en manos de los culturalmente alienados y preparados para ello que actuaron bajo las órdenes de las fuerzas imperialistas con un trasfondo de dominio cultural racista, la llamada ”colonización de mentes”.

 Parecía que tras la derrota del último bastión del racismo simbolizado por el apartheid después de 42 años de aplicación de leyes raciales, y cuyas víctimas fueron las poblaciones negras e indias y mestizas de Sudáfrica, no volveríamos a hablar de racismo. Pero desafortunadamente, en esta Europa y en otras partes del mundo que se jactan de ser defensores de los derechos humanos, el racismo institucional y social siguen presentes en nuestras vidas cotidianas, en los diferentes ámbitos y capas de la sociedad y en los diferentes continentes.

Nos hacen creer en una democracia burguesa basada en valores del capital y consumimos, y a veces digerimos, este discurso social y económico sin hacernos la pregunta: ¿dónde está el respeto a los derechos humanos cuando el racismo se manifiesta de manera impune en lo cotidiano hasta percibirse normalizado?.

Citando el ultimo párrafo del preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y su artículo I: “Como ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades, y aseguren, por medidas progresivas de carácter nacional e internacional, su reconocimiento y aplicación universales y efectivos, tanto entre los pueblos de los Estados Miembros como entre los de los territorios colocados bajo su jurisdicción”, y “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.”

 Cuesta creer que todavía en el siglo XXI haya en el mundo discriminaciones por motivos de raza, de origen y de otra índole. Aunque cueste, la realidad de cada día nos enseña que, más allá de los discursos políticos y declaraciones en diferentes foros y cumbres, las discriminaciones por diferentes motivos existen, y en estos últimos años se han visibilizado más en manos de organizaciones y partidos de la extrema derecha, sin tabús y bajo la llamada libertad de expresión y otras fórmulas del sistema capitalista.

 Ante el ascenso electoral y el aumento de protagonismo de los partidos y movimientos de la extrema derecha en Europa en los diferentes espacios, medios de comunicación y redes sociales, cabe una respuesta ciudadana colectiva e individual organizada para generar un discurso y comunicación a base de valores universales humanistas, desde una perspectiva de reconocimiento de la diversidad cultural como vector de diálogo basado en la equidad, para un desarrollo en el cual, nuestras diferencias sean posibilitadoras de puente, para no dejar vía libre a los nostálgicos neonazis en la época de la globalización, como el Amanecer Dorado en Grecia, y otros movimientos de obediencia y cultura pronazi en España

Por esto, las iniciativas como “Yo desactivo el racismo y la xenofobia”, impulsada por la Fundación Cepaim, son necesarias, útiles y merecen la pena ser compartidas con el resto de la ciudadanía a través de los encuentros vecinales en los barrios con una nueva configuración, donde conviven personas de diferentes orígenes y prácticas culturales y religiosas. La apuesta por el diálogo intercultural como herramienta de convivencia debe servir de puente entre personas que han escogido, por motivos diferentes, vivir en un territorio donde comparten los espacios públicos, las escuelas, los parques y otros recursos públicos y privados.

Para desactivar el racismo y la xenofobia, es necesario el uso, entre otros canales,  de los medios y las redes sociales, con el fin de generar un relato ciudadano que ayude a combatir las diferentes acciones de carácter racista, xenófobo y otras, que atentan contra los derechos humanos y contra las normas de convivencia en sociedades diversas en un mundo globalizado.


Amadou Bocar Sam Daff
Expresident de la Coordinadora d’Associacions Senegaleses de Catalunya
Tècnic d’acció comunitària de la Fundación Cepaim.

@samdaff1

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