Muchos son los derechos que las y los jóvenes del país y del Estado hemos ido perdiendo con el paso de los años como consecuencia de los sucesivos gobiernos conservadores que han precedido al actual. Crisis a crisis, recorte a recorte, el Sutra que recitaban nuestros padres alegando que viviríamos mejor que ellas y ellos se desdibujaba cada vez más. La juventud hemos visto cómo se nos negaba en rotundo la posibilidad de tener un empleo digno y de calidad y se nos abocaba a trabajos precarios, caracterizados por una altísima temporalidad, unos salarios irrisorios y un ambiente nefasto. También hemos visto cómo se cerraba frente a nosotros la puerta de la emancipación, ya que los salarios que percibimos hoy en día es prácticamente imposible abandonar el domicilio familiar y aventurarse a adquirir o alquilar uno propio. Hemos vivido, también, una realidad en que los años, a pesar de no pasar para nosotros en lo que respecta a nuestra trayectoria vital, sí que pasan a la hora de restarnos servicios que las administraciones nos dedican cuando nos encontramos por debajo de los 25.
Por suerte, y como se ha venido a indicar en otras ocasiones, una juventud reivindicativa y un gobierno progresista pueden cambiarlo todo. En lo que llevamos de año hemos visto cómo se hacían realidad los bonos jóvenes a la vivienda, unas ayudas que nos permiten sufragar las deudas de unas viviendas que hoy en día aún valen demasiado. Hemos presenciado, con alegría e incredulidad a partes iguales, el fin de una reforma laboral demencial y la implantación de otra que acaba con la temporalidad, vela por la estabilidad laboral y la contratación indefinida, recupera la negociación colectiva y en la que se deroga la prevalencia de los convenios empresariales por encima de los sectoriales. Hemos comprobado que una oposición sólida a un gobierno desubicado puede hacer realidad proclamas históricas y no sólo recuperar, sino mejorar servicios como el de la T-Jove catalana hasta los 30 años.
El resumen de estas líneas es que hemos visto cambios, no en la voluntad de lucha, siempre presente en las y los jóvenes del país y del Estado, sino de la voluntad política de las y los dirigentes. Mientras que las derechas entonan cánticos de libertad, la izquierda la defiende verdaderamente, una libertad para todas y todos, jóvenes incluidos. Mientras las derechas desmantelan derechos y servicios, la izquierda se une para sacar adelante cambios estructurales que mejorarán la vida de millones de personas. Mientras las derechas harán lo que haga falta en pos de su propio beneficio y el de sus allegados, la izquierda lo dará todo por reconquistar terreno perdido y demostrar a la ciudadanía que una realidad mejor es posible.

Raül Martínez
Treballador Social
