Es curioso que ahora que vamos a celebrar, el próximo 21 de enero, el día europeo de la mediación, venga a mi cabeza, y en cierto modo, marque el día a día que uno de sus pilares, el dialogo, que últimamente se practica poco.
Aunque el Comité de Ministros del Consejo de Europa, sacó, allá en el 1998, un texto legislativo relativo a la mediación familiar, desde esa fecha se han desarrollado otros ámbitos importantes tales como, comunitaria, sanitaria, educativa o escolar, deportiva, nocturna, etc. La mirada es amplia, y sigue así, como su fortaleza.
Pero no me choca ello, me choca la tendencia cada vez mayor al monólogo, al mensaje unidireccional solamente para adeptos o acólitos, el rechazo continuo de opiniones diferentes, ese división, conmigo o contra mí, ese enseñar metafóricamente los dientes cuando no nos dan la razón.
Este nuevo modelo social que estamos viviendo ha sido favorecido por los contactos no físicos, on line, generando mensajes unidireccionales, no aceptando comentarios, rechazando cualquier tipo de opinión opuesta, total o parcialmente.
Se ha abandonado en algunos ámbitos, más preocupados por tener seguidores que por compartir verdades y favorecer entornos de convivencia, algunos de los elementos básicos de la mediación.
Hemos dejado de escuchar, porque escuchar (metafóricamente) on line es difícil, leemos rápido, no comprobamos, vamos a los que otorgamos toda la verdad para poner un dedito hacia arriba, o que rechazamos para aplastar y desacreditar. No sabemos escuchar on line, que es más difícil, porque el que ha enviado el mensaje no está presente, en todo es así, incluso en las clases on line, no son clases, y por tanto da lo mismo hacer cualquier cosa, no hay que escuchar, puedo desconectarme y ya está.
Hemos dejado de escuchar, y solamente escuchamos en función de intereses, y queremos ser escuchados, pero no rebatidos.
También hemos olvidado empatizar, algo fundamental en una mediación, y cada vez más, no hay más que ver que en las circunstancias especiales actuales, aquí y fuera, cada cual va a lo suyo, y lo suyo muchas veces es algo que no es de todos, porque ese todos no nos interesa. Somos entes o grupos aislados que vamos y venimos, pero que no queremos saber las razones del otro, que seguro serán equivocadas, falsas y tramposas, por ello miro a mi alrededor y pienso que tengo derecho a hacer trampas.
Y, finalmente, hemos olvidado dialogar, porque ello requiere un esfuerzo, esos principios básicos primeros, escuchar y empatizar, que no estoy dispuesto a poner en práctica.
Pero bueno, el 21 de enero es el día de la mediación, y como persona que se dedica a ello hace años, creo en ella firmemente, como la única vía que cuenta y respeta a toda la comunidad y tiene por objetivo la convivencia.
Por tanto, en esta fecha, hagamos un pequeño ejercicio, de escuchar (aunque sea on line), empatizar, y dialogar, y comprender que el objetivo fundamental de la vida sería una buena armonía y convivencia, y no irnos tirando los trastos a la cabeza en aras a tener siempre la razón sea como sea.
Y aquí lo dejo, creo que hay en el momento actual bastantes situaciones de no escucho, no empatizo, no dialogo, y reclamo, exijo, e impongo mi criterio porque tengo la razón, aquí y allá, dentro y fuera, en Europa y fuera de ella.
No demos esos pasos de no escuchar y no empatizar, no dejemos de seguir estos principios tan elementales, no sea que la historia decida repetirse, y todo por lo que hemos luchado se vuelva en contra.
Por eso es tan importante la mediación, sus principios y metodología, desde la base, porque todo ser humano debería ser consciente desde pequeñito que la convivencia sólo es posible con ellos, que no excluye a nadie, y todos, en principio, queremos tener una buena convivencia.
¿O tal vez no?
