En demonología encontramos diversos demonios, la mayoría de ellos se alimentan de las debilidades del ser humano. Aprovechan los miedos, las dudas, los conflictos emocionales para poseer el cuerpo y la mente de sus víctimas.
Evidentemente si no somos creyentes, es solo literatura y leyenda. Aún así, en nuestra sociedad también tenemos demonios que actúan de la misma forma, buscan las debilidades, la indignación y el miedo, para arrastrar a las personas a su terreno, y crear doctrina. En el pico de la pirámide luciferina habita el populismo.
El populista es un personaje egocéntrico, parece querer luchar contra las desigualdades que sufre el pueblo, grita a los cuatro vientos que existe la salvación, y dicha salvación se encuentra en su dogma y en su proyecto. Muchas veces ese plan, no tiene como prioridad mejorar la vida de las personas, la mayoría de veces necesita la manipulación social para fines personales o
intereses turbios.
Sin escrúpulos miente y manipula, regalando los oídos a todos aquellos que necesitan bálsamos para calmar su frustración. Los líderes populistas han creado adeptos para arrastrarlos al fanatismo, a la ceguera y a la confrontación social. No siempre se nutren de palabras y frases de pancarta, algunos también usan herramientas, como las banderas, o signos para que sus seguidores se marquen con ellos y los tengan siempre presentes.
El populista se mueve en la pretensión de fragmentar la sociedad en dos bloques, y en el empeño de dividirnos entre buenos y malos. Eso, a los que vivimos en España y Cataluña nos suena demasiado, sobretodo en estos últimos tiempos, donde el nacionalismo ha entrado en escena de forma contundente.
En el caso de Cataluña los nacionalistas llevaban mucho tiempo preparando el terreno para sembrar las semillas, que al germinar se han vuelto enredaderas, que ahogan la razón y el sentido común de quien ha creído el relato, algunos incluso llegando al fanatismo.
En España, en cambio parece que hayan emergido de golpe, de la nada, no tenían representación institucional, y en un abrir y cerrar de ojos han irrumpido en las instituciones.
Sabemos que siempre han existido, el fascismo estaba entre nosotros, pero da la sensación que vivían camuflándose, y recomponiendo su estructura durante cuarenta años, para volver con fuerza. La realidad es que ambos se retroalimentan, se miran, y se nutren del mismo conflicto.
Podríamos hablar de populismo en términos históricos, podríamos nombrar a los líderes populistas desde el siglo XIX hasta nuestros días, pero interesantes ríos de tinta se han derramado.
La única intención de estas líneas era tratar de ponernos delante del espejo.

Sonia Beltrán
Treballadora Autónoma, postgrau comunicació i lideratge politic UAB
@soniabeltrn8
