Nunca imaginé que después de tantos años conocería a ese bichillo que me enamoró cuando era pequeña. Sé que lo tengo cerca y cualquier día me lo cruzo por los pasillos del insti. La pena es que para una vez que se va a cumplir mi sueño, va y se pone enfermo.
Sí, hace semanas que busco a E.T. por mi instituto.
Y por lo visto tiene más suerte que yo en el tema de atención sanitaria porque a él le van a visitar a domicilio y todo. No como a mí, que tengo que rellenar una pantalla y después de unos días recibir instrucciones de mi médico por teléfono.
El caso es que día sí, día también, viene una pareja de sanitarios enfundados de arriba a abajo, con sus complementos a juego, véase guantes, patucos, mascarillas, pantallas y redecillas.
Sé que para disimular aprovechan el viaje y hacen las pruebas PCR a los alumnos de las clases donde ha saltado un positivo en COVID. Los pobres chavales no saben que son una tapadera. Los dejan en el patio a su aire y les llaman de uno en uno para que se sienten en una silla allí mismo y meterles el palito que tenemos tan visto en las noticias.
Y estoy convencida de que vienen por E.T. porque si sólo vinieran a hacer PCR a alumnos en el patio, de uno en uno no necesitarían esos trajes. Porque si ellos van así de equipados para atender a los alumnos de uno en uno en el patio, ¿cómo tendría que dar clase yo?
Yo no tengo un alumno sentado, quieto y al aire libre durante treinta segundos. Yo tengo más de veinte alumnos adolescentes cada uno con sus respectivas actividades extraescolares y familias. Y no estoy con un grupo sólo, estoy con seis grupos diferentes (sin contar todos aquellos en los que hago guardias). Y ni mucho menos todos se ponen la mascarilla, ni se la ponen de manera correcta. Sin tener en cuenta que bastantes de ellas están desintegrándose por momentos.
Mis alumnos en clase no son tan obedientes como lo son con los sanitarios (quizá por miedo). En clase se mueven, se levantan, gritan, se me acercan o me acerco yo para separarlos cuando se pelean.
Y todo ello dentro de una clase con ventanas abiertas si no me despisto. Porque a la mínima, algunos alumnos o profesores, las cierran.
Eso no sucede sólo treinta segundos. Dura desde las ocho de la mañana a las dos y media.
Mientras los sanitarios vienen con el equipamiento para visitar a E.T. yo voy con mi jersey, mi braga al cuello desde el mes de octubre (las corrientes de aire con las ventanas abiertas tienen algo que ver), la FFP2 y la quirúrgica (parece ser que hay un virus que se transmite por aerosoles) y el bote de spray de propóleo en la mochila (mi cita con el otorrino es dentro de tres meses).
Por todo ello, deduzco que los sanitarios se enfrentan a algo serio y yo no. Porque además, desde principio de curso los docentes hemos pasado de ser contactos estrechos de nuestros alumnos a no ser nada.
Al principio nos hacían PCR cuando se la hacían a nuestros alumnos. Ya no. Si no han vuelto a modificar las instrucciones, sólo se la hacen al tutor del grupo.
Es más, en los medios de comunicación, la gran mayoría de las veces, cuando se hace mención a la educación y la situación de los centros educativos, se habla de los alumnos, no de los profesores. Quizá es que me equivoco de edificio y en realidad yo no trabajo en un instituto y debo ir a otro edificio público donde se pide cita previa, se limita el número de usuarios, se mantienen las distancias y no se permite el acceso a nadie sin mascarilla.
Con todo ésto, lo que tengo claro es que si los sanitarios que vienen se enfrentan a algo serio, lo lógico es que se protejan.
Entiendo que si nosotros llegamos a estar igual o más expuestos que ellos nos lo reconocerían y nos protegerían nuestros superiores ya que coincide que son los mismos que los de los sanitarios.
Así que yo voy a seguir buscando a E.T. porque aquí no pasa nada y no hay que darle más bombo a eso que dicen algunos de que estamos en una pandemia y vamos a trabajar a pecho descubierto sin medidas de seguridad.
Además, estoy en racha. Desde hace un par de días tengo a mi padre muy contento. Ya que lo que no consiguió cuando yo tenía diecisiete años, lo ha conseguido la Generalitat a mis cuarenta. Y es que aunque soy ingeniera industrial y por placer soy filóloga, desde hace unos días también soy personal sanitario. Y sin pagar tasas de matrícula ni sobornos, es genial. La única pega que le pongo a este chollo es que nunca me ha llamado la atención ese mundillo. Más bien lo he rehuido.
Desde ahora, supervisaré cómo mis alumnos se toman sus propias muestras para analizar si tienen o no el virus. Y como son tan autosuficientes, cuidadosos y obedientes, no tengo de qué preocuparme. ¿Qué puede salir mal?
Por fin tendré conocimientos sólidos sobre el mundo de la medicina. O como mínimo del sistema respiratorio, los virus, los utensilios necesarios y su utilización. Pero por mucho que reviso mi correo de @xtec.cat no acabo de recibir el correo con la formación correspondiente. Quizá lo hayan traspapelado. Tendré paciencia, que seguro que llega a la vez que los ordenadores prometidos al alumnado y al profesorado.
Estoy ansiosa por ver lo que me depara de aquí a final de año. Seguro que lo mejor está por llegar.

Sara Jiménez Carroza
Docente
@BarcelonaSaruca

Que bien d escrito!. Me troncho con indignación!
Quina raó tan gran tens Sara…!
Comparteixo el mateix sentiment: ens menteixen i ens tenen per no res. Simples soldats.
Com a resultat: ja tinc la Covid al meu currículum…
Ha estat deixadesa o bé ho han planificat…?
En el mundo de la docencia, además de dar nuestras materias que a veces quedan relegadas en segundo término, debemos ser conciliadores, psicólogos y un sin de cosas… ahora sanitarios. Cual artista que plasma en un lienzo el paisaje que le rodea, tú relatas la realidad docente de hoy.
Espléndido
Brillante exposición de la realidad de los docentes.
Profesionales que dan la cara en primera línea.
Su intervención es sin duda muy valiosa en la prevención y para evitar que la pandemia sea todavía mucho más grave.
Merecen una gran consideración y cuidado.
Bravo Sara,
empezaba a estar harto de leer y ir mas de los mismo. Por fin alguien con originalidad, frescura y positividad.
Ojalá se cumpla tu augurio: “Seguro que lo mejor está por llegar”.
Temi