«Existe en la mente de los hombres un tono de sentimiento hacia las mujeres como hacia los esclavos…”
Periodista, crítica literaria, activista social y política, miembro del movimiento trascendentalista y defensora de los derechos de las mujeres. En una sociedad en la que los hombres dominaban todos los campos solamente por ser hombres, hubo mujeres que destacaron por sus conocimientos y por los trabajos que desarrollaron. Este es el caso de Margaret Fuller.
Nació el 23 de mayo de 1810 en Cambridge, Massachusetts; y falleció el 19 de julio de 1850 cerca de Nueva York y su nombre completo era Sarah Margaret Fuller. Hija de Timothy Fuller que era jurista, tuvo una educación estricta, muy lejos de la educación que se daba a las mujeres en ese momento. Cuando ella tenía siete años, su padre es elegido miembro del Congreso. En 1819 ingresó en el Port School de Cambridge y dos años más tarde en el Liceo para jovencitas de Boston. A la edad 25 años se produce el fallecimiento inesperado de su padre, este hecho hace cambiar radicalmente su situación económica, y la obliga a ponerse a trabajar como maestra en una escuela de Boston y más tarde en una de Providence.
Todas estas tempranas experiencias le hacen tomar conciencia de la situación de la mujer y la importancia de una educación para favorecer su desarrollo personal.
El año 1839 su amigo Ralph Waldo Emerson le ofrece un trabajo, dirigir la revista trandescendalista The Dial, diario que tuvo una breve vida, de 1840 a 1842. Sus artículos en este diario tratan de los derechos de la mujer, de su situación social y de la necesidad de que tuviera una independencia económica para su desarrollo.
El Trascendentalismo, pensamiento al que estaba totalmente unida, proponía una vía intuitiva para acercarse a Dios, basada en la conciencia individual y sin necesidad de mediadores. Margaret se interesó en su filosofía y participó junto al propio Emerson en la fundación de un centro de ese movimiento en Concord (Massachusetts). Allí participaba también Louisa May Alcott, autora, entre otras populares obras, de Mujercitas.
En el verano de 1843 realiza varios viajes y comienza a interesarse por las tribus nativas, interesándose por su vida y cultura, de esta primera experiencia surgirá su primer libro que será publicado al año siguiente: “Un verano en los lagos”. Para la documentación de esta obra, le fue permitido, por primera vez para una mujer, el acceso a la biblioteca de la Universidad de Harvard.
También a partir de la década de los 40 organiza grupos de mujeres en los que se hablaba un poco de todo, educación, derechos, arte.
A partir de sus artículos en The Dial, y sus experiencias en los debates de mujeres, surgirá su segundo libro, una especie de compilación de artículos, Woman in the Nineteenth Century (Las mujeres en el siglo XIX). Su publicación fue el año 1845, en él destaca el papel de la mujer en la sociedad del momento y el que podía llegar a desarrollar en el futuro, al principio quiso ponerle el título de “La Gran Demanda: Hombres ‘contra’ Hombres, Mujeres ‘contra’ Mujeres”. Pero su libro fue pirateado y publicado en Gran Bretaña por H.G. Clarke. Nunca recibió comisiones debido a la falta de leyes internacionales de derechos de autor, pero ella estaba “muy contenta al saber que sería leído por muchas mujeres”.

Su labor como periodista continua y desde 1844 trabaja en el New York Tribune, junto a Horace Greley, como crítica cultural, siendo la primera mujer en conseguir un contrato en la redacción de un periódico.
En este momento, y a partir de 1844, comienza una serie de entrevistas a presas, prostitutas, para dar a conocer su situación a la sociedad. Igualmente se informa por la gente sin hogar de la ciudad y por las situaciones de pobreza en la misma.
Es enviada de corresponsal al Reino Unido y a Italia. Fue la primera corresponsal en el extranjero, publicando 37 artículos. El ser corresponsal le permite conocer a grandes autores como Thomas Carlyle o George Sand. Según la propia Margaret comenta tanto Sand como Calyle supusieron una decepción, especialmente la segunda que argumentaba que las mujeres no estaban aún preparadas ni para votar ni para ocupar cargos políticos.
En cambio, hubo otros personajes que le impresionaron gratamente como fue Giuseppe Mazzini y su colaborador Giovanni Angelo Ossoli, un marqués desheredado por su familia debido a su apoyo a Mazzini Margaret y Giovanni se enamoró y se trasladaron a Florencia. Margaret tenía 37 años y Giovanni 26. Un año después nació su hijo Angelo Eugene Philip Ossoli. Mientras él luchaba, Margaret dirigía como voluntaria un hospital.
Tras la derrota, decidieron salir de Italia y mudarse a EE. UU. El viaje duró cinco semanas, a bordo de un carguero mercante que transportaba principalmente mármol de Carrara. El capitán del barco, Seth Hasty, murió de viruela. Tal vez por la inexperiencia del nuevo capitán, el barco chocó contra un banco de arena muy cerca de Nueva York y se hundió. Margaret, Giovanni y el pequeño Angelo murieron. La periodista tenía 40 años. Era el 19 de julio de 1850.
Su libro más destacado la base de su ensayo parte de una premisa espiritual: el hombre heredó el gobierno del planeta cuando se convirtió en un ser elevado, es decir, cuando comprendió el amor divino. En La mujer del siglo XIX examina minuciosamente el pensamiento masculino para entender el comportamiento de la mujer, sus costumbres, su ideal de amor, y principalmente su rol dentro de una sociedad atravesada por fuertes paradigmas patriarcales.
Margaret Fuller discute sobre el dinero, sobre las mujeres y el trabajo, sobre la maternidad, sobre el amor y la necesidad de una igualdad de derechos entre hombres y mujeres para que ese amor sea lícito, no solo ante los ojos de Dios, sino ante la sociedad en su conjunto.
Este libro se ha convertido en uno de los principales documentos del feminismo estadounidense, se considera el primero de su tipo en Estados Unidos. Los estudiosos han sugerido que Mujer en el siglo XIX fue la primera obra importante sobre los derechos de las mujeres desde A Vindication of the Rights of Woman (1792) de Mary Wollstonecraft.
Sandra M. Gustafson escribe en su artículo, “Elegir un medio: Margaret Fuller y las formas del sentimiento”, que el mayor logro de Fuller con “La gran demanda” y Mujer en el siglo XIX es la afirmación de lo femenino a través de una forma femenina, sentimentalismo, en lugar de a través de una forma masculina como algunas mujeres oradoras usaban.

Ciertamente Fuller fue una pionera, desarrollando unos trabajos que en aquel momento eran un coto exclusivo de hombres, pero dentro de esta situación privilegiada fue una mujer comprometida con su tiempo, desde una visión comprometida pero tranquila. Pensaba en la capacidad de cambio a través de la educación, la literatura y la oratoria. Su contribución fue importante en una sociedad en que las señoritas vivían una vida doméstica tranquila, ella abogó por el compromiso y el impulso hacia una mujer formada intelectualmente para producir un gran cambio: el cambio de visión de las féminas en un mundo masculino.
Ella tiene muy claro el papel secundario de la mujer en una sociedad injusta, y así nos lo expresa: las mujeres «solo han recibido la cultura que hace de las mujeres adornos de sociedad». Y ella no quiso desarrollar ese papel.
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