Estoy raro

Desde el principio del confinamiento estoy raro. A lo largo de las semanas y meses sigo estando raro, aunque quizás de maneras diferentes, pero raro al fin y al cabo y a veces muy raro. Mis conocidos también me dicen que están raros.

Nunca antes había estado tanto tiempo en casa. Pero debo decir que me he acostumbrado y ahora salgo poco y me cuesta salir a pasear, me cuesta coger el coche o ir en transporte público. Sin embargo no pierdo el tiempo, o mejor dicho no tengo la sensación de estar perdiendo el tiempo. Más bien todo lo contrario, hago muchas cosas y muy diversas. He hecho cosas que no hubiese ni siquiera intentado hacerlas antes de la pandemia. Por ejemplo me he familiarizado con los sistemas de webinar (seminarios en la web) y las videocharlas y he contemplado el paisaje más que nunca.

Me pregunto que puede significar ese estar raro. Quizás ese estar raro quiere decir que hay algo que no oímos o ni siquiera seamos conscientes. Estar raro quiere decir que algo no encaja o que nosotros mismos no encajamos, que hay un desajuste o un desacople. Tanto durante el confinamiento como en las denominadas fases del des escalamiento, siento que hay una desincronización entre el ritmo del confinamiento, el de las fases posteriores y mi propio ritmo.

Posiblemente, estar raro es en estos momentos es la mejor manera de estar. Algo así como un signo de que no aceptamos las imposiciones de la pandemia y de mostrar nuestra vitalidad y lucha ante ella. Creo que podemos asegurar que esta experiencia vivida de la pandemia, nos ha marcado y nos indican que algo ha cambiado. Tengo la impresión de que no hay normalización, ni vieja ni nueva, es decir no “estamos normales”.

¿Qué me ha pasado, que nos ha pasado? Tengo la sensación de que ya no es cierto aquello de que cada uno tiene su vida. Parece como si nuestra vida en algún momento dejó de ser un asunto privado. Claro, al imponer la distancia social, me doy cuenta de que mi destino está ligado al de ti, al de los demás. Es decir, los otros cuentan, importan, los necesito, nos necesitamos. ¡Ni más, ni menos!

Antes de la pandemia el trabajo, el consumo, las relaciones sociales daban sentido a nuestra vida (quizás no éramos conscientes) pero ahora vemos que dan sentido a nuestras vidas. Para miles de personas los automatismos de la vida cotidiana quedaron suspendidos. Incluso continuar como si nada requería un esfuerzo titánico: ¿seguir trabajando cómo y para qué? ¿Seguir consumiendo cómo y para qué?

Tras ese estar raro, aparecen preguntas, malestares, nuevas sensaciones y ganas de no sé bien qué. Y surgen más preguntas: ¿qué está pasando, qué me va a pasar, qué nos va a pasar? ¿Qué es lo importante, qué es lo esencial, qué y quién nos cuida? ¿Qué relaciones me sustentan, qué hace que mi vida merezca la pena ser vivida? Abruptamente hemos percibido una evidencia palmatoria: las lógicas estatales y mercantiles no nos cuidan, carecen de cariño, siempre están por encima de lo esencial de la vida.

Se nos han despertado ganas. Ganas de silencio, de estar con nosotros, de ciertos encuentros y reencuentros con la Naturaleza, de pasear por la ciudad libre de ruido, de coches, de polución y estrés. Ganas de cuidar a los más cercanos, de prácticas creativas caseras, de intensificar los vínculos. Se nos han despertado las ganas de vivir de otras maneras.

De hecho, estar raro es seguir vivo, es insistir en nuestras preguntas, malestares y deseos. Estar raro es defender mis (nuestras) preguntas, desarrollar otra atención sobre nosotros mismos y sobre la realidad. Quiero prestar atención a todo lo que no encaja, porque debe haber heridas que ignorábamos. Personas que ya no están por habérsela llevado la muerte natural o quizá ha sido una muerte política que ha dependido de una cierta organización social.

Quizás estamos raros porque no queremos volver a lo mismo y porque quizás lo mismo ya no existe. Pero ahí fuera sigue el covid19. Ese recién llegado en el tablero de la vida que nos obliga a redefinirnos: nuevos hábitos, distancia social, medidas de protección en escuelas, universidades, comercios, transportes. Estamos raros también porque somos sensibles a todo esto.

La mala noticia es que el covid19 se reproduce a través de nuestras formas de vida: turismo, aglomeraciones, proximidad física. Podemos decir que los modos de vida convencionales están infectados y envenenados. Se me antoja difícil la vuelta a lo mismo. Quien tome un vuelo con un destino seductor o necesario, lo hará con una intranquilidad permanente.

La buena noticia es que el covid19 nos ha mostrado otro mundo, que se muestra ante nosotros cual revelación inesperada, que puede hacernos más sabios y humanos. ¡Os deseo el mejor de los veranos!

Temi Vives Rego

Biòleg i professor honorífic de la Universitat de Barcelona

2 thoughts on “Estoy raro

  1. Crec que descriu un pesimisme de la vida sota el prisma de la desilusio. Veig que la parula “raro” és l’eix en ca gira tot l’entorn del seu món.

  2. Me gusta polemizar.
    No deberíamos sentirnos raros si lo que deseamos en todo momento es estar vivos, ser nosotros mismos: debemos sentirnos rebeldes. ¿Por qué me tengo que acostumbrar a los seminarios en la web, a las videoconferencias? Si a mí lo que me gusta es debatir viendo las caras de mis compañeros, sus gestos, no me gusta lo mediatizado.
    La presión social ejercida por los medios y sus voceros es insostenible y sin embargo el sometimiento es casi total. Pertenecemos a una sociedad débil, sumisa, pusilánime e influenciable. ¿Dónde está la rebeldía que hace que el hombre siga por la senda que le llevará a lo que él es capaz de ser? ¿Por qué llegamos a ser lo que otros quieren que seamos? ¿Qué es esa manipulación de la responsabilidad? Responsabilidad sí pero unida siempre a la libertad.
    Yo no puedo admitir la distancia social, porque sociedad quiere decir lo contrario a distanciamiento.
    Lo que realmente nos debería importar -porque no niego que nos encontremos frente a un virus desconocido- es la causa de este virus y de tantos otros que hemos sufrido y seguiremos sufriendo.
    Crear alarmismo y pánico no es la solución: es el engaño.
    En cuanto se abre la espita la gente vuelve a la situación anterior; situación tampoco elegida conscientemente, situación dirigida por un sistema que solo busca el lucro de unos pocos.

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