La cuarentena sanitaria que estamos viviendo creo que es necesaria, pero no hay duda que está dañando nuestro cuerpo físico y nuestra psique. Por tanto lo primero que pido ya, es que se empiecen a implementar asistencias telemáticas para curar nuestro cuerpo a través del ejercicio físico y nuestra psique a través de la autoterapia o psicoterapia telemática. Todo ello abundantemente aderezado con humor. Constato que los programas de humor se han eclipsado, precisamente cuando más los necesitamos.
Hay otros daños que se aventuran más difíciles de prevenir o curar. Me refiero a los daños causados a los denominados “lazos sociales” y al tiempo propio y al común.
Al quedar confinados cual Robinsones en la jaula dorada (o no tan dorada) de nuestras casas, donde la tecnología, las pantallas, los libros, la música, el bien provisto congelador – frigorífico nos prometen confort sin límites, internet y la telefonía moderna nos permite variados e impensable (hace unos pocos años) intercambios sociales, los lazos sociales se resquebrajan. ¿Quién no ha empezado a notar en falta “el cuerpo a cuerpo” en la calle, las tiendas, el trabajo, centros deportivos o culturales?
La carga virulenta del coronavirus afecta a nuestro cuerpo al dictarnos que cualquier acercamiento o contacto con el prójimo (desde el saludo a la caricia, abrazo o beso) nos está vetado. Si decidimos salir a la calle, hemos de caminar mirando a derecha e izquierda, extremando la precaución de guardar el metro (mejor dos) mínimo de distancia, ya que en caso de transgredir esta distancia, nos exponemos a que alguien nos haga saltar la alarma que todos hemos incorporado.
“Quédate en casa” nos dicen y creo que con toda la razón del mundo. Con este mandato ingresamos en el mundo del autoerotismo (esperemos que no autismo) con lo que vamos caminos de ser maestros en el goce prescindiendo del otro/a. ¿Acaso vamos camino de convertirnos en verdaderos hikikomoris (adolescentes japoneses enganchados a la red)? ¿Hasta cuándo vamos a estar confinados en nuestra casa? Espero que no acabemos atrapados en esta burbuja temporal, donde el tiempo y el mundo en su totalidad quedan detenidos, suspendidos hasta no sabemos cuándo.
Otro peligro inmanente, es que no queramos aprender ni saber nada de nada de lo que nos está pasando, ni el cómo ni el porqué, ni que debemos hacer para salir lo mejor parados posible y no volver a recaer sin haber aprendido nada de esta lección que los virus nos están dando.
Sin embargo, lo que nos puede hacer despertar es que este virus nos confronta uno por uno y nos recuerda que tenemos un cuerpo, gracias al cual somos seres sexuados, hablantes, pensantes y mortales. Que sin los lazos sociales ni somos ni podemos ser, ni trabajar, ni amar. Los lazos sociales nos permiten combatir y triunfar ante la ausencia, la soledad y la distancia con el otro y los otros. ¡Más humor por favor y menos dramatismo!

Temi Vives Rego
Biòleg i professor honorífic de la Universitat de Barcelona

Muy bueno y oportuno.
Molt interesant. Enhorabona pel escrit.
Ets un literato!