Toneladas y toneladas, pero muchas menos. !Qué consuelo¡

Hace unos días celebramos con entusiasmo, alegría, música, bailes y risas la verbena de San Juan. Preciosa celebración que recorre toda nuestra geografía, en especial la de las zonas de costa.

Los municipios encargados de recoger los restos de la fiesta han sido prácticamente unánimes: había menos a retirar que el año anterior ¡Cuánto civismo! Nada, apenas unas toneladillas: Barcelona, veintidós; costa de Palma, veintidós; Valencia, sesenta y una (¡Estos valencianos!); Gijón, cinco; Las Palmas, once; Vigo, cincuenta y cuatro (¡También éstos!) y así podríamos seguir. Y no sabemos cuánta de la basura fue a parar directamente al mar.

La Fundación Oceanogràfic se ha propuesto reducir la cantidad de basura y recomienda el uso de bolsas de plástico ecológicas porque no generan microplásticos. Debemos reconocer que la voluntad de los defensores del medio ambiente y en concreto el marino es encomiable.

Pero lanzamos una pregunta muy sencillita de contestar: ¿Qué poderoso deseo de generar mierda nos impide volver con la misma bolsa que llevábamos llena de bebida y comida con los restos de la deglución y la bebenda? Digo yo que debe de ser un impulso humano irrefrenable, y no, no vale echar la culpa a la falta de papeleras o a que las papeleras estaban llenas.

Una idea: proponemos a los municipios una competición con campaña publicitaria que preceda al día de San Juan. Una competición que se propusiera ganador al municipio que menos toneladas de basura recogiera.

¡Bah, qué estupidez, con lo que mola la porquería inundando la arena de las playas! Eso es pedigree festero.

Àfrica Lorente Castillo
Escriptora

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