UNA MUJER, UN TIEMPO Maria Zambrano (1904-1991)

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Somos hijos del sueño,

nacemos de un sueño,

del sueño de nuestros padres…

M. Zambrano.

 

En ocasiones vivimos una vida que no habíamos ni imaginado ni soñado, eso puede que le pasara a María Zambrano, que tuvo que salir de su refugio entrañable y familiar por circunstancia ajenas a ella (la Guerra Civil y sus previos, su matrimonio y el exilio), y estos cambios le facilitaron una visión del mundo, de las realidades, y de la situación de la mujer, muy lejos de la España que ella conocía, y de Vélez-Málaga.

María Zambrano Alarcón nace Vélez-Málaga, un 22 de abril del año 1904 y fallecerá en Madrid un6 de febrero del año 1991.  Era hija de una familia acomodada e intelectual, sus padres, Blas Zambrano García de Carabante y Araceli Alarcón Delgado eran maestros, oficio que también había desarrollado su abuelo paterno Diego Zambrano.  De hecho su padre, posteriormente, se dedicó a la pedagogía, oficio que le hizo desplazarse por diferentes localidades del país, y entablar amistad con figuras como Antonio Machado, con quien fundó la Universidad Popular de Segovia.  Este desplazarse, este conocer gentes, irá perfilando su vida hacía unos nuevos espacios de conocimiento y decisión.

Madrid y Segovia, especialmente esta ciudad, fueron los primeros puertos en el largo camino de su vida.  En Segovia nace su hermana, en esta ciudad estudia el bachillerato (era la única chica matriculada en el institituo) y publica su primer artículo. En Segovia, gracias a su primo Miguel Pizarro, conoce a León Felipe y Federico García Lorca.  La relación con su primo no era bien vista por su padre, se les obliga a romper y Miguel es enviado a Japón como profesor de español en la Universidad de Osaka.  Esta será una segunda decepción en su vida, la primera es su frágil salud que le impide realizar todo aquello que su curiosidad le pide.

Blas Zambrano fue fundamental en la vida de su hija, opinaba que no había que tener diferenciación en la educación de los hijos y las hijas, podía haber seguido las sendas del momento en la que solamente los hijos tenían derecho a recibir formación intelectual.  Pero él, en este sentido era un hombre que podemos considerar platónico.

Mi padre me habló de la Academia Platónica, donde está inscrito “Nadie entre aquí sin saber geometría”, y yo la geometría no la dominaba y, de tanto en tanto, con mucha impaciencia, le preguntaba a mi padre: “¿Pero cuándo me vas a enseñar geometría?” “¿Y para qué” “Porque yo tengo que pensar.” Entonces, no tengo más remedio que aceptar que mi verdadera condición, es decir, vocación, ha sido la de ser, no la de ser algo, sino la de pensar, la de ver, la de mirar, la de tener la paciencia sin límites que aún me dura para vivir pensando, sabiendo que no puedo hacer otra cosa y que pensar tampoco lo he hecho. (Zambrano, “A modo de autobiografía”, 1987: 70)

María Zambrano en el año 1921 se matricula por libre (por motivos de salud) en la Universidad Central de Madrid y realiza estudios de Filosofía y Letras.  Poco tiempo después, en 1924, su familia se traslada a Madrid, ella ha terminado sus estudios universitarios y comienza a trabajar como profesora en el Instituto Escuela, y a la vez asiste a clases de Ortega y Gasset, Zubiri y García Morente.

Poco después comienza su doctorado, y a la vez inicia su colaboración con el periódico madrileño El Liberal, pero nuevamente la debilidad física, esta vez con nombre concreto, tuberculosis, le hacen interrumpir su trabajo y sus estudios.  A pesar de todo ello, y después de pasar un tiempo de descanso, es nombrada profesora auxiliar de Zubiri en la cátedra de Metafísica de la Universidad Central de Madrid.  Estamos en 1931 y la Segunda República está a punto de ser proclamada, ella la recibe con entusiasmo, al igual que muchos compatriotas, en la Puerta del Sol de Madrid.  A este acto acude acompañada de Ramón Santeiro, Juan Panero, Serrano Plaza, Sánchez Barbudo y Enrique Ramos, entre otros.

[…] todas las cabezas se alzaron hacia arriba, hacia el Ministerio de Gobernación; se abrió el balcón, apareció un hombre, un hombre solo, alto, vestido de oscuro traje ciudadano; sobrio, dueño de sí, izó la bandera de la República que traía en sus brazos y se adelantó un instante para decir unas pocas palabras, una sola frase que apenas rozó el aire, y levantando los brazos con el mismo gesto sobrio, en una voz más sonora, como se cantan las verdades, gritó: “¡Viva la República!” “¡Viva España!” […] Alta, alta, ondeaba la bandera republicana, ahora ya del todo desplegada. Y mirándola, fijó los ojos en el reloj de la torre. Eran las seis y veinte. Las seis y veinte de la tarde un martes 14 de abril de 1931. (Zambrano, Delirio y destino, 1989: 231)

foto2-imagesJiménez de Asúa le ofrece presentarse como candidata por el PSOE para las Cortes Constituyentes, pero ello implicaba abandonar, en cierta medida, su trabajo intelectual y filosófico, por lo tanto declina la invitación.

En 1932, y en parte por la cercanía a Ortega y Gasset, cometerá lo que ella misma considerará un grave error político.  La fundación del Frente Nacional (FE), que venía a ser una plataforma de un “Partido Nacional”, y al cual intentó unirse José Antonio Primo de Rivera, y tuvo una deriva ideológica con la que no estaba demasiado de acuerdo.  Pronto disolvió el grupo cuando José Antonio fundó la Falange Española y usó las siglas FE del grupo creado por ella.

Los años de la República son de mucho trabajo, mucho e incesante trabajo.  Se une entusiastamente a las Misiones Pedagógicas.  Tiene un grupo de amigos formado por Rafael Dieste, Jorge Guillén, Pedro Salinas, José Bergamín, Ramón Gaya, Camilo José Cela, Luis Cernuda, Maruja Mallo, Miguel Hernández, entre otros.  Participa entusiasta en algunas de las Misiones Pedagógicas.  Cáceres, Huesca, Cuenca.  También durante este período conoce al que será su marido y compañero, Alfonso Rodríguez Algabe.

Estalla la Guerra Civil, y con un grupo de intelectuales firma un documento de adhesión al gobierno republicano, el gobierno legítimo. Se  casa con Alfonso Rodríguez, el cual es nombrado secretario de la Embajada de la República en Chile.  Ello le hace abandonar su Cátedra de Metafísica, y e iniciar un largo viaje que la llevará primero a La Habana, dónde conocerá al que será su mejor amigo, el poeta y novelista cubano José Lezama Liza.  Después de un complicado y largo viaje llegan a Santiago de Chile, durante un breve período de tiempo estarán en la capital chilena.  Pero a los ocho meses vuelven a España para defender la República, es el año 1937.  Al trasladar la república, al año siguiente, la capital del país a Barcelona, se trasladan a esta ciudad.  Es una lenta agonía de los sueños de un país mejor, más intelectual, más reflexivo, más igualitario socialmente, más justo.  Ese mismo año, en octubre, fallece su padre en Barcelona.  El 28 de enero de 1939 inicia su camino hacia el exilio acompañada de su marido, su madre y su hermana.

Una breve estancia en París y se encaminan hacia México invitados por la Casa de España.  Vive en México, en Puerto Rico, en Cuba, con distintos contratiempos.  Del año 1940 a 1945 colabora con la Universidad de San Juan de Puerto Rico.  Es en estos años, cuando en Europa se está desarrollando la Segunda Guerra Mundial, el momento en que le llegan noticias de la grave enfermedad de su madre, que se había quedado en París junto a su hermana Araceli.  La guerra le impide acudir a su lado.  Su madre y hermana viuda, con trastornos mentales, sobreviven como pueden a la ocupación nazi de la capital francesa.  Cuando finalmente puede llegar a París, tras la liberación de la ciudad, se encuentra a su madre enterrada y a su hermana con un grave problemas debido a las torturas nazis, al fusilamiento de su marido.  Ello la decide a no volver a dejarla ni separarse más de ella.

foto3-8Vivirá en París hasta 1949, y entablará amistad con Sartre, Simone de Beauvoir, Malraux, entre otros.  Poco antes se ha separado de su marido, iniciando un camino distintos.  En 1949 se marcha de París a Nueva York con su hermana Araceli.  Vivirán en México, en Roma, Florencia, Suiza, etc.  Su vida en estos años está llena de altibajos emocionales.  La complejidad de su divorcio, sus problemas en la ciudad de Roma, especialmente por la colonia de gatos que mantenía, etc. Y a la vez sus escritos y su cada vez mayor reconocimiento.

En 1966, y por primera vez, su pensamiento comienza a ser reconocido en su país,  a través de unos artículos de Aranguren y José Angel Valiente.  A partir de este momento su obra, sus escritos, comienzan a divulgarse por el país adquiriendo una relevancia notable. En 1981 recibe el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, es nombrada Hija Predilecta de su ciudad natal, y doctor honoris causa por la Universidad de Málaga.

En 1984, y tras un larguísimo, complejo pero fecundo exilio, regresa definitivamente a España instalándose en Madrid.  Los reconocimientos a su figura y obra se van sucediendo uno tras otro, y así el año 1988 se le concede el máximo premio en las letras en castellano, el Premio Cervantes. Es la primera ocasión que se concede a una mujer.

Ya mayor, con una vida tan compleja, rica pero a la vez agitada, muere en Madrid a la edad de 86 años un 6 de febrero de 1991.  Será enterrada en el cementerio de Vélez-Málaga, entre un naranjo y un limonero, y allí trasladan también los restos de su madre y de su hermana.  En su lápida un breve epitafio extraído del Cantar de los Cantares tal y como era su deseo.  “Surge amica mea et veni”.  Dicen que al lado de su tumba siempre hay gatos acompañándola.

Aunque la mujer, la feminidad (que no el feminismo), no sea uno de los tema ejes de la obra de Zambrano, los trata, como personaje de su tiempo, de manera transversal, que no casual, en muchos de sus escritos.

María Zambrano dedica pasajes de su obra a la mujer y a las figuras femeninas, tanto reales como imaginarias.  Unos de sus primeras escritos específicos en relación con el tema de la mujer los realiza en tres series de artículos.  La primera es del año 1928 y su pensamiento está inscrito en la mentalidad de la época; la segunda serie la realiza en 1940, e intenta hacer un análisis histórico del proceso de evolución del concepto de la mujer; y, finalmente,  desde 1942, analiza las mujeres en la obra de Galdós, y en este caso la mujer queda integrada en el concepto superior de persona.

En estos momentos hay una disputa intelectual importante:  existe una sensibilidad femenina capaz de determinar una específica manera de hacer filosofía.  Hay diferentes visiones, mientras que Simone de Beauvoir intenta demostrar que no hay distinción en la cultura y el pensamiento que tenga su origen en el género, Edith Stein, juntamente con otras pensadoras, opina que hay una especial sensibilidad femenina en el momento de afrontar los problemas y, como consecuencia de ello, sus posibles soluciones.

Filosóficamente hablando es hija del existencialismo.  Y denuncia en su obra el carácter androcéntrico del discurso filosófico, y propone una filosofía alternativa basada en el saber del alma que contemple e incorpore la especificidad femenina.

Zambrano cuando habla del tema femenino, ya que no se considera a sí misma feminista, trata determinados aspectos tales como, la participación de la mujer en la vida pública, la explotación de la mujer por parte del hombre, su condición de objeto, la necesidad de su emancipación económica como una primera medida para  hacía su liberación, y la situación de las mujeres obreras y la violencia de género.  Es cierto que estos temas están tratados en diferentes momentos no como elementos fundamentales, pero el hecho de haberse topado con realidades sociales diferentes, especialmente durante su estancia en América Latina, al descubrir la compleja y dura vida de las mujeres de allí.

foto4-14552071079685María Zambrano, aquella mujer que decía ser femenina, no feminista; que no quería ser llamada filósofa sino filósofo.  María Zambrano, aquella mujer que vivió los azotes de dos guerras (civil y mundial), el dulce sueño frustrado de la Segunda República, el horror en la distancia pero en su propia familia de la ocupación nazi.  Que luchó por sobrevivir a un mundo masculino donde ella era igual pero en femenino.  Aquella mujer cuya vida responde a su idea de que pensar es “descifrar lo que se siente”. Aquella mujer a la que los gatos acompañan todavía en su último descanso en Vélez-Málaga.

Esa era María Zambrano.

 

Àngels Guix

Docente Secundaria

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