Ayer fue 8 de marzo, fecha en la que conmemoramos el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Se le llama el Día de la Mujer Trabajadora por el hecho que recordamos. Los patronos de la fábrica Triangle Shirtwaist situada en New York, bloquearon las puertas para impedir que las trabajadoras pudieran hacer descansos o paradas. Cuando el 25 de marzo de 1911 se propago un incendio, terminaron muriendo 140 trabajadoras, muchas arrojándose al vacío desde las ventanas. Tras esta masacre, que mostró las horribles condiciones en que trabajaban estas mujeres, las protestas públicas forzaron importantes cambios en la legislación de Seguridad y Salud laboral e industrial. Pero entonces, ¿por qué lo celebramos el 8 de marzo? Pues bien, la explicación se remonta a mediados del siglo XIX, en plena revolución industrial. El 8 de marzo de 1857, miles de trabajadoras textiles decidieron salir a las calles de Nueva York con el lema ‘Pan y rosas’ para protestar por las míseras condiciones laborales y reivindicar un recorte del horario y el fin del trabajo infantil.
A mí, personalmente, este hecho me parece horrendo e inaceptable, pero considero que las grandes batallas se ganan perdiendo fuertes guerreros, como eran estas mujeres.
En este sentido, un hecho que me ha marcado muchísimo y que conocí hace muy pocos años, para mi vergüenza como mujer gitana, fue el caso de las mujeres romanís de Auschwitz.
Cuando en mayo de 1944 los 6.000 gitanos encerrados en el Zigeunerlager —la sección donde retenían a los prisioneros de esta etnia— del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau supieron que aquella noche serían gaseados, tomaron una determinación: evitarían a toda costa su exterminio. A tal fin se pertrecharon de todo lo que encontraron para preparar su levantamiento contra las SS. El día 16 de mayo de 1944 las mujeres romaníes recluidas en Auschwitz-Birkenau lideraron la mayor revuelta jamás enfrentada por los Camisas Negras que custodiaban los campos de concentración nazis. En alerta por el gaseo inminente de los pocos hombres que quedaban, los niños y niñas de sus entrañas y ellas mismas, se levantaron arrancando tablas de los barracones y se armaron con piedras y palos decidiendo no volver a doblegarse más ante la dominación masculina aria.
Firme la lucha que dejó un gran número de bajas entre las SS. Firme el castigo de ayuno sobre sus cuerpos. Firme la decisión policial de separar al grupo como única forma eficaz de asesinato. Firme el recuerdo que nos impide olvidar la verdad sobre nuestras consciencias. Firme la herencia reivindicativa de nuestros derechos. Firme nuestra mirada hacia el horizonte infinito. OPRA ROMA.
Al igual que el 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, el Pueblo Gitano y especialmente las mujeres gitanas celebramos también el 16 de mayo como el Día de la Resistencia Romaní, la resistencia gitana. Día en el que gracias a las mujeres gitanas la historia de la segunda guerra mundial se escribió con otra tinta. Y lo recuerdo en un día como hoy porque me gustaría gritarlo a todas esas jovencitas gitanas que están creciendo y que desde pequeñas tendrían que conocer su historia. Celebrar hoy el 8 de marzo, como mujeres libres como somos. Pero no os olvidéis de nuestro 16 de mayo. Conocer nuestro pasado nos hará libres y nos brindará un futuro. No conocerlo, nos condena a repetirlo.

Luisa Montero
Promotora gitana
