ANNIE RUTH JIAGGE

“Podemos hacer mucho, pero debemos hacerlo como mujeres. No como imitaciones del hombre. Las mujeres juegan un papel importante en el desarrollo porque aportan un ingrediente extra de feminidad”

La diversidad y riqueza dentro del continente africano son inmensas, pero también es inmensa y compleja su historia, más todavía desde el reparto colonial, y las posteriores descolonizaciones. 

Las fragmentaciones, las luchas, y, más tarde, el descubrimiento de riquezas mineras, han supuesto, en este continente, focos de enfrentamiento incontrolados.

En medio de esta historia aparece nuestra protagonista en lo que en apariencia es un remanso de paz.

Annie Ruth Baeta (1918-1996) nace en Lomé, en un territorio llamado Togoland y que pertenecía a Francia. Posteriormente esta ciudad se convertiría en la capital de la República de Togo en 1960.

En este momento muchos países africanos son todavía colonias de estados europeos como Francia, Gran Bretaña, Alemania o Portugal.

Cuando Annie inicia su carrera como juez, a fines de la década de 1950, coincidirá con el comienzo de la descolonización.

La madre de Annie, Henrietta Baeta, era maestra de escuela; su padre, Robert Domingo Baeta, era ministro de la Iglesia Presbiteriana.  Nace en el seno de una familia destacada, muy respetada en el Togo británico y francés, así como en la Costa Dorada británica.

En el momento de su nacimiento su padre intentaba establecer la iglesia en el Togo francés.

Pertenecerá a una gran familia, ocho hijos en total, pero solamente cuatro de ellos llegarán a la edad adulta.  Además de Annie, sus hermanos Christian, William y Lily.

Pasó su infancia en un pueblo de la costa con su abuela Keta. Más tarde, en 1956, este territorio se fusionará con la colonia británica, pasando a denominarse British Gold Coast.  En 1957, el territorio inglés se convertirá en el estado de Ghana.

La influencia de su abuela, y también de su madre, fue muy importante, el sentido de la responsabilidad y la perseverancia como ejes fundamentales de una vida. 

Annie iba comenzar sus estudios en la capital, Lomé, pero sus padres consideraron que sería más interesante para ella el tener una educación inglesa.

Por todo ello en 1933 ingresará en Achimota College en Accra, que era la capital del Gold Coast británico, y acaba graduándose el año 1937, dándole el certificado de maestra.

Este hecho abre un camino en su vida, comienza a trabajar como maestra, llegando a ser directora de la escuela de la Escuela Evangélica Presbiteriana para Niñas entre los años 1940 y 1946. Unas inundaciones oceánicas acabaron con los edificios de las escuelas de las niñas, hubo que juntar ambos sexos en la de niños, llegando a un extremo que la escuela estaba desbordada.  Annie decidió hacer una recaudación de fondos en las principales ciudades, consiguiendo el dinero suficiente para hacer una escuela nueva, haciéndose realidad en 1951.

Pero parece, por una parte, que este trabajo no le llena completamente, su idea de servicio y ayuda la invita a buscar nuevos retos; y, por otro lado, el contacto con la escuela le ha evidenciado unas realidades y ella quiere contribuir a su mejora.

Annie tenía un recuerdo vivo, y no grato, de los tribunales de justicia de Accra, durante su período de formación como maestra habían hecho, sus compañeros y ella, un recorrido por los mismos, que los había impactado.  Solamente se encontraba con una traba, en su territorio no había estudios de derecho. 

Su padre había fallecido, y fue su hermano Christian quien le ayudó a encontrar la información que necesitaba, y también a hacer las gestiones para que pudiera estudiar en la Universidad de Londres.

Económicamente tampoco era fácil, pero gracias a la ayuda familiar y a unos préstamos pudo sufragarse los estudios.

Es el año 1946, y la Universidad de Londres la ha admitido en la Escuela de Economía y Ciencias Políticas y también en el Lincoln’s Inn.  En este momento se encontrará que las mujeres en las aulas universitarias casi no existen, además de ella, dos británicas y una chica de la India.  Cuatro en total.

La mirada masculina era clara, eran mujeres poco realistas, pocas cosas podrían cambiar, y, muchos menos mejorar, eran mujeres.  Ya estaba dicho todo.  El mundo judicial era casi exclusivamente masculino.  Sus compañeros varones no se lo pondrían fácil a ninguna de las cuatro, según ellos estos estudios eran demasiados complicados y difíciles para una mujer, era un capricho y no llegarían al final de los mismos. 

Desde esa mirada masculina, superior e inconsciente a la vez, un compañero les aconseja que estudien diseño de ropa en una academia en París.

Annie tomó este gesto como una ofensa, una humillación innecesaria, y retó a sus compañeros: si fracasa en un solo examen se volvería a su tierra.

¿Cómo era posible que hubiera una mujer tan soberbiosa que se atrevía a hablarles a ellos así?  Desde ese momento deciden ignorarla y evitarla lo máximo posible.

Nada de ello la desanimó, más bien la hizo crecerse y esforzarse más.  En 1949 conseguía su licenciatura en Derecho.

Su estancia en Londres fue muy fructífera ya que, en su tiempo libre, lo dedicaba a obras sociales y religiosas, participando en diferentes eventos como en campamentos juveniles organizados por la Asociación Cristiana de Mujeres Jóvenes (YWCA) en Gran Bretaña.  Esta labor de ayuda religiosa la continuará durante toda su vida.

El año 1950 regresa a casa y comienza a dedicarse a la práctica privada de la abogacía, y continua su colaboración con la YWCA, llegando a ser presidenta de dicha organización entre 1955 y 1960.

Su vínculo y labor religiosa la acompañará toda la vida: recaudará fondos para la construcción de un albergue para mujeres en Accra. Un incidente acecido poco antes la convencerá de la necesidad de este albergue de manera urgente: la violación de una chica joven que acababa de llegar del campo a la ciudad para una entrevista de trabajo, cuando terminó dicha entrevista era demasiado tarde para regresar a su casa, un hombre se ofreció ayudarla y acabó violándola y robándole.

Este hecho la impactó muchísimo, vio la necesidad de ayudar a las chicas, jóvenes y mayores, proporcionándoles un lugar seguro y a la vez económico.

Para conseguir apoyos para su proyecto se entrevistó con el presidente de Ghana, Kwame Nkrumah, al que acabó convenciendo de la urgencia de este proyecto, consiguiendo los fondos para el mismo.

En 1953 se casa con Fred Jiagge, cambiando su apellido al de su marido.  A Fred lo había conocido cuando era estudiante en Achimota College, al principio de sus estudios.

El hecho de casarse hace que su vida, en cierto modo, se complique, abandonando la abogacía, pero no del todo, ya que comienza a trabajar como magistrada.

Su carrera judicial será brillante: en 1959 jueza del Tribunal, en 1961 Jueza del Tribunal Superior, en 1969 jueza del Tribunal de Apelación, y en 1980 accede al puesto de presidenta de la Corte de Apelación, cargo que desarrollará hasta su jubilación.

Todos estos cargos le dan un gran prestigio y reconocimiento, siendo llamada “tía Annie”, teniendo en cuenta que en la lengua ewé (la de su familia) (el ewé es una lengua africana de la familia gbe hablada en Ghana, Togo y Benín por aproximadamente tres millones de personas), “tía” supone un apelativo de respeto, algo así como “tía mayor”.

Las mujeres, sus problemas, su situación, y su bienestar y futuro, formarán siempre parte de sus preocupaciones, por estas motivaciones en 1962 la nombrarán representante de Ghana en la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de la ONU, ostentando esta representación hasta 1972.

A lo largo de los años sus aportaciones en esta comisión fueron muy importantes, siendo uno de sus temas de mayor preocupación la violencia contra la mujer.  Los informes de este género no la dejaban, en ocasiones, dormir, como aquel en que se relataba como un hombre había matado a su hermana por una relación fuera del matrimonio, y le molestaba, le enfurecía, que muchos países pasaran por algo hechos como éste, no relatándolos ni contabilizándolos, ya que atañían a las mujeres, y, por tanto, no eran para considerar.

A Annie se le atribuye el borrador de la Declaración sobre la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer que encargó la ONU en 1967.  Pero llegar a este punto, a este borrador, se produjo porque ella no estaba dispuesta a renunciar a su labor de defensa de las mujeres. 

Todo había comenzado un año antes cuando fue nombrada relatora de la Comisión de la ONU sobre el Estatuto de la Mujer.  La reunión se realizaría en Irán y ella era la encargada de presentar el documento previo.  Pero el tiempo pasaba, las reuniones se sucedían, y no se llegaba a ningún acuerdo, y Annie temía que el grupo abandonara el país sin haberlo realizado, por lo tanto, se puso a trabajar elaborando ella misma el borrador después de consultar a miembros de la comisión más implicados, contando con el apoyo de la princesa Ashraf Pahlavi de Persia (Irán). Fue una dura negociación de casi doce horas, pero consiguió que el documento, el borrador, estuviera preparado y, a pesar de la poca colaboración de algunos miembros de la comisión, lo envió a todos para que lo comentaran y poderlo aprobar. 

En 1968 le pidieron escribiera una introducción a dicha Declaración, considerando, posteriormente, que dicho texto de Annie fue el precursor de la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), adoptada por la Asamblea General de la ONU en 1979.

Todo este compromiso e ingente trabajo también tuvo su reconocimiento, en 1969 recibió, por un lado, la Gran Medalla de Ghana, y, por otro, el Premio Internacional Gimbles por Obras Humanitarias.

Annie continuó el trabajo en su país, Ghana, con su objetivo de mejora de la vida de las mujeres.

El año 1975 fundó el Consejo Nacional de Mujeres y Desarrollo de Ghana, siendo ella misma su primera presidenta.  El objetivo de esta organización es promover las ayudas y bienestar de las mujeres ghanesas.

El mismo año participó y lideró la delegación de Ghana en la Conferencia Internacional de Mujeres, que tuvo lugar en México.

Cinco años después, 1980, nuevamente lidera la delegación ghanesa en la Conferencia Internacional de Mujeres, esta vez en la ciudad de Copenhague.

En 1993 es nombrada miembro del grupo asesor del Secretario General de la ONU, con el objetivo de planificar la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, que se realizó dos años después, 1995, en la ciudad de Beijing.

Annie, sin duda, fue muy activa en todo aquello que suponía ayuda y mejora de las mujeres, reconocimiento de su igualdad, supresión del maltrato y empoderamiento de las mismas.

Estuvo en el proyecto del llamado banco de mujeres, conocido como Women’s World Banking.  Es muy importante este tema porque uno de los principales problemas de las mujeres ha sido su independencia económica y su acceso a préstamos y créditos.  Estos temas le preocupaban mucho a Annie, y así, como presidenta del Consejo Nacional sobre la Mujer de su país, convocó una reunión de las mujeres de su país con el objetivo de conocer las opiniones, y problemas, de las mismas en lo referente a su igualdad y desarrollo.  Se puede decir que la mayoría de las mujeres ghanesas priorizaba la posibilidad de acceder a créditos y ayudas económicas, presentando estas ideas en las reuniones internacionales en las que participaba, y con ello creando conciencia de que sin solucionar el problema de las posibilidades e independencia económica las mujeres, fueran de donde fueran, no tenían capacidad de empoderarse.  La delegación de Ghana apostaba por dar crédito a las mujeres en el mundo, y de allí surgió la idea del banco de mujeres.  En 1996 Women’s World Banking tenía filiales en 50 países, formando Annie parte de su junta directiva.  En esta junta era una mujer apreciada y reconocida, y la definían como “heroína tranquila, una mujer que entendió el dolor de las mujeres”.

Annie tenía múltiples intereses, pero como persona muy religiosa que era le preocupaba en gran medida el apartheid de Sudáfrica, ayudando en movilizaciones contra el mismo desde el Programa para Combatir el Racismo.

Podemos ver en ella una mujer preocupada por las mujeres, por su bienestar, destacando aquello que ya hemos remarcado: su capacidad económica, sin la misma, sin poder acceder a créditos o préstamos las mujeres no podrían romper el círculo de la sumisión y también de la pobreza, porque uno de los puntos del sometimiento de las mujeres va ligada a su no independencia económica.  Depender siempre de los varones de la familia la convierte en un ser sin valor, ya que, aparentemente, no contribuye, y al no contribuir no cuenta, no puede decidir, no puede opinar, y debe acatar y callar, sea lo que sea.

La independencia económica supone para la mujer la seguridad de que, para ella, y para sus hijos si los tuviera, el poder salir adelante, el escaparse del maltrato y de la violencia del tipo que sea.

Más allá de la propia comodidad Annie representa a una mujer preocupada porque todas sus congéneres puedan vivir una vida plena, a la cual tienen derecho, aunque haya sectores que lo pongan todavía hoy en duda.  Esta idea, estos hechos, en una África poscolonial, podría haber supuesto un paso en el vacío, pero no, ella supo dar pasos firmes, y su recuerdo ayudará a otras mujeres a dar también esos pasos.

“Injustice eats me internally. I get very restless when I come in touch with it”

“La injusticia me reconcome por dentro. Me inquieta enormemente cuando entro en contacto con ella”

Annie, una luchadora contra la injusticia.

Marisa Escuer

Profesora de la UOC y Docente de Secundaria

@marisaescuer

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