Cuando la lengua era amable

Lo recuerdo cómo si fuera ayer. Una niña de doce años en tiempos de EGB, volvía a casa después del colegio, en la cocina se preparaba un bocadillo de nocilla , tiraba el cojín del sofá al suelo y en el se sentaba para ver la televisión.

Después del gag del teléfono rojo empezaba la sintonía del Doctor Slump, reía sola en el comedor viendo las ocurrencias de la niña robot. Después otro gag, el del señor de la riñonera con fax, que daba paso a la intro más famosa de mi infancia “ llum, foc, destrucció….” La cual tenía que ser cantada como protocolo obligatorio para ver la serie.

Así eran las tardes de mi infancia, esa era mi televisión de referencia, la mía y la de muchos padres y madres que aprendieron catalán viendo TV3.

En aquellos tiempos el idioma era amable, hablar la lengua nuestra tierra otorgaba

cierto “nivel” cultural, o eso creíamos. Muchos hablábamos castellano entre nosotros, incluso mezclábamos las dos lenguas sin darnos cuenta.

Todas las clases menos lengua castellana e inglés eran en catalán, incluso algunos/as teníamos al profesor enrollado de gimnasia de Jaén ¿y sabéis que pasaba? Nada.

Vivíamos en cordialidad y la lengua catalana estaba en uno de sus mejores momentos.

Ahora, casi treinta años después hemos involucionado. TV3 reconvertida en panfleto ideológico ha expulsado a todas esas personas que antaño eran asiduas a su contenido, muchísimas la han desintonizado de sus televisiones.

Fanáticos cegados de ideología están potenciando que la cordialidad entre lenguas se esté perdiendo, denuncian y señalan públicamente a negocios y trabajadores/as por atender en castellano. Estos incidentes están generando el rechazo de gran parte de la sociedad catalana.

Soy defensora de la educación en Catalán, conservar la riqueza que tenemos es positivo no solo social y culturalmente, también didácticamente. Dominar dos lenguas a la perfección es un privilegio en muchos sentidos, pero no comparto en absoluto el dramatismo que han adquirido algunos con el cumplimiento del veinticinco por ciento de clases en castellano. Hablan de esa resolución como si fuera el Armagedón lingüístico, creo que les han regalado tanta épica que viven constantemente en un escenario apocalíptico.

Por cierto, hablando de apocalipsis, los que desean que a un niño le hagan el vacío y desprecien en el aula porqué sus padres han exigido su cuota de castellano, sois simplemente zombis ideológicos, carentes de corazón.

Sonia Beltrán

Treballadora Autónoma, postgrau comunicació i lideratge politic UAB

@soniabeltrn8

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