Natividad Almeda-Lopez

“Un ayudante no es un siervo

(ang katulong hindi utusan)”

Natividad Almeda nació en una de las 7.107 islas que componen el archipiélago de Las Filipinas, un país que había formado parte del imperio español, y que, posteriormente, se convirtió en un territorio estadounidense, ya que su situación estratégica era fundamental para el control de una zana del SE asiático.

Natividad nació en 1892 en la ciudad de Manila, en aquel momento el archipiélago era aún territorio español, dejando de serlo en 1898, y pasando a manos estadounidenses en 1946, tras acabar la Segunda Guerra Mundial.  Natividad fallecerá en 1977, habiendo pasado por pertenecer a dos estados diferentes hasta llegar a tener un reconocimiento total como las Filipinas.

Natividad era la hija mayor de una familia de seis hijos. Sus padres fueron el coronel Manuel Almeda y Severina Lerma. Después de recibir una licenciatura en artes del liceo de Manila en 1909, estudió derecho en la Escuela de derecho de Manila. Obtuvo su título allí en 1913. En 1914 se convirtió en la segunda mujer filipina en aprobar el examen de ingreso del Colegio de Abogados de Filipinas.

Ciertamente Natividad pertenecía a una familia acomodada, y también vinculada con el poder, lo cual le permitió tener una capacidad económica y una serie de contactos que la inmensa mayoría de las mujeres del archipiélago no tenían.  Pero, por otro lado, no dejaba de ser mujer, en ese momento histórico, las mujeres estaban intentando ponerse en la historia con letras mayúsculas y de pleno derecho.  Lo intentaban, lo cual no quiere decir ni que fuera un camino fácil ni que lo consiguieran.  Entre esas muchas mujeres que se negaron de ser una sombra al lado de un hombre, la hija de un padre, la hermana de un personaje reconocido, estaba Natividad.

Natividad tenía el camino puede parecer más fácil, pero una mujer en determinados puestos no era vista, era prácticamente inimaginable que llegara a determinados cargos y ocupaciones independientemente de sus capacidades y formación.

Desde 1914 hasta 1919 trabajó como abogada, y este año entró a formar parte de la Oficina de Justicia En 1922 es nombrada asistente del Fiscal General, puesto que ocupaba Leonard Wood, manteniéndose en este puesto hasta 1931 que es nombrada jueza interina del Tribunal Municipal de la ciudad de Manila, con ello se convierte en la primera mujer juez de las Filipinas.

Natividad sigue formándose, y en 1938 obtiene su doctorado en la Universidad de Santo Tomás.

Se mantuvo como jueza del Tribunal Municipal de Manila hasta 1952, año en que es nombrada Jueza Ejecutiva de los Tribunales de Manila.  En 1956 se la nombra Presidenta del Tribunal de Menores y Relaciones Domésticas; en 1961, la nombran jueza del Tribunal de Apelaciones, el segundo tribunal más importante del país.

Su trabajo como jueza fue amplísimo, pero hay que destacar su activa participación en los movimientos por la igualdad de derechos de las mujeres.

No fue una mujer al uso de la época, de hecho, su actitud escandalizó a la sociedad filipina en más de una ocasión, como lo hizo con su matrimonio, ya que se casó a los 30 años, muy mayor para los cánones del momento, y además con un viudo, Domingo López, que era mayor que ella.  Su marido era también abogado, y el gobernador de Tayabas, pero Natividad no adoptó las costumbres de las esposas de los políticos del momento, dejar su trabajo y convertirse en la esposa fiel al lado del político al que sigue, como sombra, en su carrera, todo al contrario, siguió con su carrera de jueza, y, como de una pareja actual, se encontraban los fines de semana, después de sus obligaciones laborales.

Fue, según afirma la escritora Gilda Cordero-Fernando, “la primera feminista (women’s libber)” porque no renunció a su trabajo como abogada del gobierno, sino que mantuvo una casa separada en Manila, mientras que su esposo continuó quedándose en Lucena con los hijos de su primera esposa. Este arreglo inicialmente escandalizó a la sociedad de Manila, pero fortaleció su imagen como modelo a seguir para los defensores de los derechos de las mujeres.

Sus manifestaciones en favor del sufragio femenino, pero, especialmente, su manera de actuar como una mujer libre, una mujer que no solamente gana reafirmándose como tal, supusieron un punto de inflexión en la mirada conservadora de la sociedad filipina. De hecho, ella ya había hablado ante la Asamblea de Filipinas en 1914 para exigir el derecho al voto para las mujeres filipinas.

Con otras sufragistas realizó campañas por diferentes islas, especialmente por Luzón, para explicar la importancia del derecho al voto femenino.  Participó en marchas para reclamar el voto femenino, destacando en dichas marchas no sólo por su presencia, sino también por su discurso.

También en la educación de sus tres hijos aplicó lo que hoy puede considerarse normal, pero que en aquellos tiempos era todo un avance: sus hijos debían ayudar en casa, teniendo prohibido solicitar ayuda del servicio por frivolidades, como que les trajeran un vaso de agua, de allí su frase: “ang katulong hindi utusan (El ayudante no es un siervo)”.

En sus sentencias pensaba en las personas y sus circunstancias, si podía las ayudaba, no aceptaba sobornos ni ningún tipo de presión, y le preocupaba la situación de las mujeres, se mantuvo firme hasta el final de su vida, viviendo de su pensión, siendo un ejemplo de cómo las mujeres no han de ser prisioneras en sus casas, de cómo pueden salir de ellas y enfrentarse al mundo y sobresalir.

Natividad fue considerada un “faro en el movimiento feminista”, trabajó por el derecho de las mujeres al sufragio, una causa que finalmente dio sus frutos cuando, finalmente, pudieron votar.

Antes de su fallecimiento, el 23 de enero de 1977, había recibido muchos premios y reconocimientos en su país, aunque, en cierto modo, todo su esfuerzo es cierto que entreabrió una puerta, pero quedaba mucho trabajo por hacer.

Entre los muchos reconocimientos que tuvo, podemos destacar el Premio Presidencial al Liderazgo en el Movimiento Feminista, otorgado a ella en 1955.  En 1966, también recibió el reconocimiento por su lucha en el Movimiento por el Sufragio de la Mujer, y el Premio al Mérito en 1968 por ser una mujer pionera.

¿Natividad tuvo suerte?  Hay quien pensará que fue una mujer privilegiada en su época, lo cual es cierto, pero también avanzada, consciente de su privilegio del cual no podían gozar la mayoría de las mujeres filipinas: formación y libertad económica.  Se esforzó en que ese empeño suyo fuera extensivo a todas y cada una de las mujeres de su país, fue, como dicen algunos autores, un faro, pero un faro no hace un camino, ella lo abrió y lo iluminó durante su vida, otras, y, porqué no también otros, deben poner los instrumentos, legales y materiales, para que la igualdad no sea sólo una palabra sino un hecho.

“Beacon in the feminist movement”

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