Ser, creerse (o imaginarse) y parecer

En ocasiones, y mirad que no lo entiendo, hay personas que confunde el ser, el creerse/imaginarse y el parecer.  ¿Y por qué lo digo?. Porque los ves blandiendo un símbolo de grupos muy de derechas, pero muy de derechas, cuando su vida no corresponde ni por la letra, ni por el espíritu, ni por los objetivos, a dicho grupo.  Personas que viven de un sueldo, en ocasiones básico y justito, apremiadas por una hipoteca que parece no terminarse, por unas crisis que se enlazan, por unos precios que suben y te van empequeñeciendo. Pero soy de tal grupo, y enseño orgullosamente su emblema, llevo una camiseta con su logo, escribo con un bolígrafo de ellos, que parece un tesoro incalculable. 

Defiendo la privatización de todo (y eso que llevo un mes esperando la visita médica), defiendo al empresario, qué bueno él, que me da trabajo (pero se niega a subir salarios y solamente le interesa socializar sus pérdidas), defiendo los centros educativos de élite (a los que nunca accedí ni podré llevar a mis hijos).  Pero son los míos, o yo soy de ellos.  Según se mire.

Pero las cosas han sido siempre así, aunque parezca mentira.

Aparentar parece ser algo innato, vinculado a los humanos, demostrar que soy algo diferente que me parece más y mejor, olvidando que piso el suelo, creyéndome que me elevo a unos niveles a los que solamente llego mentalmente ya que de hecho es imposible.

Todo esto me hace recordar una ocasión en la que un conocido, que ya peinaba canas aunque fueran prematuras, realizó, naturalmente delante de féminas, el siguiente comentario: “Quién no se compra la ropa interior de ….. (un conocido diseñador) en Nueva York es un miserable y no es nadie”.

Se suponía que dicho “señor” iba a Nueva York porque la empresa en la que entonces estaba contratado le pagaba viajes de trabajo, nunca comprobé si ello era cierto, pero lo di por bueno.  Pero, desde luego, no le miré los calzoncillos, no tenía ningún interés.  No obstante fui la única que le replicó a tamaña estupidez, y decía muy poco de quién hablaba, ya que todo era apariencia y presumía de “ser” no sé bien qué.

Y como cantaba Jimmy Fontana, el mundo gira y gira, todo cambia. En esta empresa ya no trabaja, nadie le paga los viajes, pero sigue llevando ropa interior de la misma marca, aunque ahora comprada en mercadillo y evidentemente falsos.

Pero para él aparentar, como para muchos otros, sigue siendo importante. Si no soy, me lo imagino y en ausencia de algo mejor, aparento.

Y como decía mi madre, “en ausencia de pan, buenas son tortas·.

Marisa Escuer

Profesora de la UOC y Docente de Secundaria

@marisaescuer

Deixa un comentari