Trupti Desai

“Mahila-shakti, zindabaad!”

(¡Larga vida al poder de la mujer!)

Rezar, orar, parecen cosas cotidianas y fáciles, algo normal, algo sin impedimento, pero uno de los ámbitos donde la mujer ha sido y es más discriminada es por la religión, religiones donde los hombres tienen derecho y juzgan, someten y controlan a las mujeres.  Trupti es activista por el derecho a la oración, un hecho bien curioso.  Solamente pide, y con gran éxito, que las mujeres puedan rezar, orar, en los templos al igual que los hombres.

“Todos somos creados iguales y así tenemos que ser tratados en el templo de cualquier creador. Entonces, ¿por qué se nos da un tratamiento inferior a nosotras?”, se pregunta Trupti Desai, devota hindú.

Una pregunta comprometida, difícil de responder, y cualquiera que sea la respuesta de la negativa implica una denigración de la mujer, incluso en el momento de acceder a un templo.  La devoción también debe ser feminista, cuando la mujer es tratada como un ser inferior por ésta.

Trupti nació en 1985, en una familia un poco particular, ya que su padre los dejó para marchar a un áshram, que es un lugar de meditación y enseñanza hinduista, y por ello su madre se ocupó de ella y sus dos hermanos. No era una vida fácil, comenzó a estudiar lo que denominan ciencias del hogar en la Universidad de Mujeres Shreemati Nathibai Damodar Thackersey, pero las dificultades económicas pronto se presentaron y tuvo que dejarlo.

En 2003, fue elegida presidenta de Krantiveer Vikas Sangh, una organización que ayuda en la rehabilitación de los habitantes de los barrios marginales. Esta fue su primera incursión en el activismo.

En 2006 se casó con Prashant Desai, un empresario, y tienen un hijo, Yogiraj Desai.

Siempre comprometida, es consciente de que hay una serie de irregularidades financieras entre el 2007 y el 2009 en el Ajit Cooperative Bank.  A partir de este hecho se involucra en reclamaciones y protestas en diferentes ámbitos, llegando incluso a ser acusada por incitar al desorden. Fue detenida pero pronto puesta en libertad bajo fianza.

Este es un inicio de reclamaciones, de protestas y de buscar una igualdad de derechos que no consigue, y le conduce a fundar la Brigada Bhumata (Mujeres Guerreras de la Tierra Madre) en el 2010, su objetivo es combatir la corrupción y la injusticia contra las mujeres. En 2016, la ONG supuestamente tenía 5.000 miembros, incluidos hombres. Una rama de la organización también ayuda a las víctimas de burlas de la víspera, problemas de dote y agresión física o sexual.

¿Qué situaciones injustas se producen que incitan a Trupti a enfrentarse a todo?  Parece que hay un lugar donde todos deberían ser iguales y admitidos, los templos, pero no es así. Cuando en el 2015 el hecho de que una mujer entre en un templo hindú, donde su presencia no es permitida, y que los sacerdotes hagan un rito de limpieza, como si algo impura, pecaminoso, algo ajeno, algo fatal, hubiera ingresado e intoxicado todo, provoca su reacción inmediata.

Trupti y varias compañeras entran en el templo a la fuerza, el gobierno ordena a los sacerdotes que permitan acceder a las mujeres, ya que les ampara sus derechos constitucionales, y así Trupti y un grupo de mujeres entran en el templo en el 2016.

Parece que todo está claro, llegan al templo y se les permite el acceso, pero un grupo de sacerdotes reaccionan de manera violenta y la atacan, cinco son detenidos. 

Tras ello decide romper el tabú, las mujeres accederán, como los hombres, a todos los templos, sin restricciones.

Entran en el templo Mahalakshmi en Kolhapur, en el Templo Trimbakeshwar Shiva, donde la escolta la policía.   Y prosigue. 

Su objetivo es claro, templo tras templo, reclamará los derechos de las mujeres a acceder a los mismos, no ser consideradas impuras ni inferiores.

Pero al intentar entrar en el Haji Ali Dargah en Mumbai, se lo impide un grupo de hombres, recibe amenazas de muerte al intentar acceder en un santuario musulmán, no lo consigue a pesar de hacer varios intentos. A finales de octubre de 2016, el Tribunal Supremo de India decidió en favor de las demandas femeninas e instó a los administradores de la mezquita a habilitar el santuario interior para mujeres en un plazo que terminó en diciembre.

Y ésta es la primera vez que las mujeres musulmanas en la India han desafiado la práctica de no dejar entrar a la mujer al sanctasanctórum de una mezquita.

A finales de 2018 sigue con sus objetivos y no consigue acceder al templo de Sabarimala en Kerala durante una época de peregrinaciones. Este templo tiene unas restricciones muy concretas, ya que impide acceder a mujeres en la que consideran la edad que pueden tener la menstruación, es decir, entre los 10 y los 50 años, y aunque esta prohibición había sido anulada por sentencia de la Corte Suprema se mantiene, y todas las mujeres que han intentado acceder han sido expulsadas. “No se nos permite la entrada en base a nuestro ciclo menstrual. Esto es absurdo. Llevamos más de 65 años de independencia y tenemos una ley sobre igualdad de género desde los años 50”.

Poco después Trupti tuvo problemas, en 2018, en el Aeropuerto Internacional de Cochin, cuando intentaba viajar. Se quedará encerrada en el aeropuerto durante varias horas a Sabarimala, pero ella indicó que este hecho no la parará, y lo intentará nuevamente hasta conseguirlo.

Posteriormente su padre, en el 2019 es condenado a seis meses de prisión. En noviembre del 2019 finalmente conseguirá llegar a Sabarimala, acompañada de otra activista social, Bindu Ammini.  En junio de 2020 intentó regresar al mismo templo, pero se le impidió con la ayuda de la policía local.  

Trupti no pide nada excepcional, solamente pide “ejercer el derecho a rezar que tiene garantizado por la constitución”.

“Nuestras protestas no son contra Dios, ni contra ninguna religión. Sino en favor de la igualdad de género […] Yo misma soy creyente hindú y bhakt (practicante)”. Trupti describe su organización como laica y remarca que ha llegado muy hondo en un país muy religioso, llegando a muchos estados y tiendo más de 70.000 miembros.

Según la activista hay un patriarcado en el país que continúa e impone unos modelos machistas amparándose en las tradiciones de las diferentes creencias, y afirma tener seguidores de todas las religiones excepto del judaísmo. “Las mujeres deberían poder entrar a cualquier mandir (templo hindú), masjid (mezquita), gurduara (templo del sijismo) o girjaghar (iglesia)”.

Una mujer ha de poder acceder libremente a un lugar de culto, como un hombre, y ni su condición de mujer, ni un hecho fisiológico tan natural e importante como la menstruación debería ser impedimento para ello ni considerarla impura.

A final encontramos que las mujeres, en la mayoría, por no decir todos, los ámbitos tienen problemas y trabas, un control masculino exagerado, ilógico, y basado en falsas lecturas de textos sagrados y de las tradiciones, quieren arrinconarnos y condenarnos a ser ciudadanas de segunda, o de tercera, personas sin derechos ni siquiera para rezar libremente en un templo público.

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