La religión fuera de las aulas

El departamento de Educación de la Generalitat ha creado un plan piloto en escuelas públicas de Barcelona, el Baix Llobregat, Girona y Tarragona para impartir la materia de Religión Islámica durante este próximo curso 2020-2021.

El departamento que dirige Josep Bargalló alega que hay “dos grandes retos que hay que afrontar desde la gestión pública del hecho religioso: la garantía de los derechos de libertad religiosa y el mantenimiento de la cohesión social”.

Leyendo esto en la prensa a principios del mes pasado no solo me irrité, llegué a indignarme y explicaré porque.

Es muy curioso que a lo largo de los siglos las diferentes religiones hayan ostentado el poder sobre la Educación, es curioso que la religión, el súmmum del dogma, intenten hacerse con el control de la que debería ser la casa del conocimiento y de la ciencia. Nada más lejano a la religión, que nos impone verdades reveladas y por supuesto incontestables, leyendas indemostrables, por no decir directamente mentiras, que si nos las contara nuestro hijo lo mandaríamos al rincón de pensar por no decir al psicólogo.

Para conocer la verdad hay que investigar, razonar, buscar, analizar, comprender y demostrar; justamente todo eso estaba considerado no hace mucho tiempo en España, y aún lo es en determinados lugares de la Tierra, pecado o herejía. Todos/as hemos estudiado el hecho de que el cristianismo y la Iglesia católica han estado durante siglos persiguiendo a científicos, investigadores, sabios y, en general, a todo aquel que haya buscado evidencias que contradigan sus indemostrables doctrinas. Cuantas mujeres cuyo único pecado era pensar, disentir e incluso estudiar las plantas y la naturaleza para sanar a sus semejantes han sido quemadas y lapidadas sin ninguna defensa posible. Y que decir del Islam, más del mismo dogma, el mismo engaño con diferente envoltorio, porque a día de hoy siguen persiguiendo y condenando a muerte a escritores/as  y pensadores/as que les molesten por cualquier motivación absurda y sin sentido razonable. Recordemos por ejemplo a Salman Rushdie, o el terrible atentado en Paris a la revista satírica Charlie Hebdo.

Como no comentar también la falta de igualdad en la religión entre hombres y mujeres, podría escribir otro artículo con innumerables casos de cómo la religión no solo invisibiliza a la mujer sino que la veja y humilla.

En este contexto, en lugar de fomentar un modelo, que debería ser el que se recogiera en la educación española,  de una escuela pública y laica, en la que se saque la asignatura religión del horario lectivo para despojar a la Educación española de la profunda carga confesional que ahora tiene, en lugar de eso la Generalitat pone en marcha planes pilotos para “afrontar desde la gestión pública del hecho religioso” tiene narices… En fin cosas de la República Catalana.

Victoria Corbacho

Sindicalista UGT Baix Llobregat

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