Cada día sin la renta mínima vital es un día más que las familias no tienen recursos para poder vivir. Poner la espada de Damocles a un Gobierno que está lidiando con una Pandemia Mundial no me gusta, pero hay demasiada gente pasándolo mal y con ninguna expectativa de futuro. Es, por tanto, una exigencia que se apruebe ya y se ponga en marcha de manera inmediata ante la vulnerabilidad del millón y medio de personas sin ingresos. Muchas personas no tienen prestaciones, otras muchas que trabajaban en economía sumergida tampoco acceden a ningún tipo de ingreso, y por supuesto, nadie puede buscar trabajo en la actual situación de confinamiento, trabajo que dudo mucho haya rápidamente cuando salgamos de casa.
Pero tras señalar la importancia de esta medida creo firmemente en que es fundamental asegurar el empleo, no solo mientras dure el Estado de Emergencia sino hasta que dure la grave crisis que vendrá cuando podamos salir de casa, porque no tengáis la más mínima duda que lo peor está por venir.
Esas medidas deben pasar por fórmulas para mantener los ERTE, por incrementar las ayudas a las pequeñas y medianas empresas que son la base del tejido productivo de este país. Intentar bajar la presión aplastante que tienen encima ahora esas pequeñas empresas y autónomos que ven como después de 40 días sin ingresos los gastos se mantienen. Y lamentablemente eso no se arreglará rápidamente en el momento en que salgamos de casa, primero porque no será un proceso rápido y también porque las repercusiones económicas que este virus va a causar en un País en el que uno de sus grandes pilares es el turismo es evidente.
¿Saldremos de esta? Por supuesto, pero lo más importante es decidir cómo queremos salir y creo firmemente, que por lo menos este Gobierno progresista y de izquierdas, intentará que se queden los menos posibles por el camino. Porque evidentemente la salud es lo primero, pero hasta para eso, el dinero si importa.
Espero de verdad que de esta crisis sanitaria y su posterior crisis económica no repercuta en los derechos de los trabajadores y trabajadoras y se fortifiquen los pilares fundamentales para una economía digna e inclusiva.
No puedo acabar este artículo, sin dar mi más sentido pésame a las familias de los fallecidos, y dar todo el ánimo del mundo, a l@s que estáis luchando para ganar a ese virus maldito. Hacer desde aquí una mención especial a la compañera y también colaboradora de este Club, Africa Llórente que lleva ya casi un mes luchando en cuidados intensivos. ¡Ánimo Africa saldrás de esta, te estamos esperando!
Victoria Corbacho
Sindicalista UGT Baix Llobregat
Comprendo, coincido y apoyo lo que dices y lo que propones Victoria.
Pero déjame decir que eso que dices, que dicen muchos y que muchos compartimos ya no es suficiente.
Hay que empezar a tener el coraje de enseñar la mala cara de la situación en su totalidad y esa totalidad son una serie de dilemas, que francamente no he oído a nadie explicar como resolverlos.
Primer dilema: libertad y seguridad: no pueden satisfacerse a la vez ni totalmente ambas aspiraciones.
Segundo dilema: en esta pandemia garantizar la salud y a la vez garantizar que la economía no se destruya, nadie sabe como hacerlo.
Tercer dilema: para que el Estado conceda todas estas prestaciones económicas o tiene que endeudarse a niveles astronómicos (y endeudarse es perder soberanía, perder democracia y sobre todo capacidad económica en el futuro) o imponer un régimen de impuestos draconiano que hundirá todavía mas a las empresas y generara mas paro si cabe.
Quién pone el cascabel al gato? Saludos cordiales, Temi Vives
Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice Victoria Corbacho.
Totalmente de acuerdo con lo que comentas, Victoria. Solo añadir que tengo mis dudas sobre el interés “general” de inyectar más dinero en un tipo de empresas que se consideran improductivas desde la perspectiva económica. Pensamiento económico “global”: aunque disminuya el número de estas pequeñas y medianas empresas, la demanda está ahí, que será absorbida por las grandes empresas, las cuales son más productivas y fácil de incluirlas en los grandes planes económicos estatales, es decir, no son tan subversivas.