Pedro Sánchez ha hecho una ronda de contactos con los lideres de todos los partidos políticos. Me quedé sorprendida al oír, en la rueda de prensa que ofreció el líder de Ciudadanos, que le he ofrecido su ayuda para aplicar el 155. Es decir, vamos a mover otra vez el espantajo que parece que la cosa nos beneficia.
Desde nuestro punto de vista, siempre subjetivo, claro, la oferta de diálogo de Sánchez hacia los representantes de la Generalitat y del independentismo ha producido un descenso en el voto “procesista”. Del cuarenta y tantos por ciento largo han pasado al treinta y tantos largo, un descenso notable. Debiéramos, por tanto, colegir que la confrontación, alimentada tanto por un bando, los independentistas, como por el otro, la derecha, es la que hace crecer el número de adhesiones a ambos lados. Ellos viven de eso, más que de hacer propuestas concretas que mejoren la vida de la ciudadanía.
Otorgarle a Puigdemont una representación de la que no es poseedor incrementa esa batalla en la que siguen sumergidos. El 155, Puigdemont, Torra y todo el argumentarlo de la derecha; España es fascista, la justicia española es fascista, España no nos quiere, el de los independentistas. Todo menos diálogo, no vaya a ser que las aguas turbulentas vuelvan a su cauce y perdamos el poder de adhesión que otorga el exabrupto, la mentira interesada y el enardecimiento de ánimos de los seguidores del contrario.
Los que no estamos a ningún lado de esos bandos estamos más que hartos de la batalla en que persisten y nos inclinamos por el diálogo, tantos años negado, como única solución para el conflicto en que nos han metido sin nosotros quererlo.

Àfrica Lorente Castillo
Escriptora

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