Ponencia de Judith Bosch en el acto de Club Còrtum y Radio Rebelde Republicana con motivo del Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina celebrado en el Casal Calàbria, 66 Fotos de Alex Miranda
Gracias por invitarme a participar como ponente en este día, que demuestra, entre otras cosas, lo mucho que hemos avanzado en occidente. Hace menos de cien años, en occidente las torturas peligrosas a mujeres, mutilaciones sangrantes y femicidios formaban parte de nuestra cultura, como forman parte de nuestra cultura las violaciones.
Digo torturas peligrosas por no citar en un evento tan serio como este la depilación o los tacones, que además no obedecen a ningún factor cultural, son pura elección. Millones y millones de mujeres en occidente somos profundamente gilipollas y masoquistas y, por decisión propia, nos untamos la piel con cera caliente y luego tiramos, nos rasuramos con cuchillas y caminamos de un lado al otro sobre artilugios estrechos y tajantemente incómodos que, además, nos generan problemas en los pies y problemas de espalda. Supongo que para hablar de ello, tendríamos que inventar el Día Internacional de Tolerancia Cero con las Decisiones Individuales Insalubres, ¿no? Y así retrasamos más aquello de lavar también nuestras vergüenzas, sacar el Día Internacional de Tolerancia Cero con las Culturas Misóginas y acordarnos entonces de las violaciones masivas, los empalamientos, los correctivos a lesbianas y, por supuesto, las violaciones. No sufrimos en España una violación cada ocho horas por casualidad sino porque estamos embebidas de una cultura que alimenta, fomenta, promueve y publicita la violación.
Insisto tanto en el tema cultural de la violación, que es tan cultural como la ablación y tan dañino para la salud como la ablación porque, al igual que la ablación, nace del odio social patriarcal hacia nuestra sexualidad y libertad sexual. La ablación es un ritual de control, represión, humillación y cosificación de mujeres, igual que lo son, por ejemplo, el acoso sexual a las niñas en el cole, que durante tantos años aquí pasó por <<juego de niños>>, la iniciación a los adolescentes al acoso callejero o las violaciones a adolescentes ebrias, que a tantos europeos les parecen tan divertidas, tan inocentes y tan inevitables, ¿verdad? solo que estos rituales a simple vista no nos resultan tan sangrantes y peligrosos ni tan tácticos y, sobre todo, los vemos desde nuestro prisma cultural y los tenemos normalizados.
MISOGINIA E IDENTIDAD CULTURAL
Es una suerte, por otro lado, que la ablación sea tan inequívocamente sangrante y peligrosa para la salud porque gracias a ello los partidos de izquierdas de este país no se han inventado aún ninguna fobia eurocentrista para defenderla. Gracias a la sangre, podemos criticar abiertamente la ablación sin que ningún izquierdoso nos llame africanofobicas, como nos ocurre cuando hablamos del velo, que somos islamofóbicas. El velo ha dejado de ser un atentado hacia nuestra dignidad, nuestra libertad y la naturalidad de nuestros cuerpos, para convertirse en una seña de identidad. Y pregunto, ¿identidad de quién? Yo cuando veo una mujer velada por la calle no veo su identidad sino la identidad de una religión que dice abiertamente: estoy por encima de las mujeres. Igual que cuando veo una avenida marítima o un parque en verano con hombres sin camisa y mujeres con el pecho tapado, no veo la identidad de ninguna mujer sino la identidad de una sociedad misógina que estigmatiza el pecho de las mujeres. Fijaos hasta qué punto: SXXI, hemos llegado a Marte, hemos fabricado vida artificial, pero seguimos creyendo que las tetas de las mujeres son genitales.
Creo que estamos en un momento decisivo para usar la visión global, en lugar de apartarla y estudiar lo que nos une, porque si hacemos eso igual sí que vemos identidades iguales de cabo a cabo del mundo, que se parecen en varios asuntos, especialmente en el hecho que en unas y otras las mujeres estamos muy jodidas. Y no, no podemos defender el empeño social y cultural de joder a las mujeres, llamándolo <<identidad>>
RELIGIÓN E IZQUIERDAS
Muchas feministas de este país estamos muy decepcionadas, diría que aterradas frente a las posturas de los partidos de izquierdas, que han dejado de pensar en luchas colectivas para inventar problemas identitarios: ahora las mujeres no somos hembras socializadas en una estructura patriarcal que nos educa de manera sexuada y sexista desde la infancia, ahora las mujeres somos personas que nos sentimos mujeres. Pues vale, estupendo. Ahora las religiones, que tanto han molestado a la izquierda en el pasado, no son focos de misoginia que contribuyen a invisibilizarnos, controlarnos, estigmatizarnos, sino que son <<opciones culturales identitarias que nos empoderan>>, igual que nos empodera la prostitución, ¿verdad? Que para la izquierda también ha dejado de ser la institución patriarcal más antigua del mundo y una de las formas más extremas de agresión sexual, para convertirse casi en un símbolo de libertad femenina. En este sentido, pido tranquilidad a nuestras compañeras feministas africanas, mientras la ablación siga haciendo pupa, en teoría, a la izquierda no le va a dar por defenderla. Bueno… a no ser que el porno mainstream empiece a introducirla en su perverso imaginario de tendencias y alguna actriz porno de moda empiece a decirle a las jóvenes que existe la ablación feminista.
Pero bueno, por ahora, calma, que sí se entiende de manera global como una aberración hacia las mujeres. Tanto es así, que como puede verse con el día de hoy, se separa completamente del resto de aberraciones, como si procediera de un tipo de misoginia completamente distinto, por ejemplo, a la misoginia que nos ha llevado a perforarle los lóbulos a los bebés que nacen niña
COÑO Y DESEO
Cuenta a favor de la invisibilización de esta interesante costumbre nada cultural, lo de los agujeros en los lóbulos de las bebés, que a los hombres no les guste follarnos por las orejas (aún, tal y como avanza el porno mainstream, en unos años, igual el tema cambia). Y por tanto las orejas no se entiendan como una parte importante del cuerpo, porque sensibles son un rato y lo de los lóbulos duele lo suyo. Además, la perforación de lóbulos no se hace para mutilar el deseo sexual de la mujer de manera explícita sino simplemente para marcarla desde la más tierna infancia y que la sociedad pueda reconocerla lo antes posible y sea esta sociedad al completo quien mutile este deseo. Ya sabéis que en occidente las mujeres no deseamos, que es muy peligroso, las mujeres consentimos. Hablando de <<Consentimiento>> VS <<Deseo>>, ¿alguien ha pensado ya en preparar el Día Internacional de Tolerancia Cero con las juezas y jueces que culpabilizan a las víctimas de violación? No, ¿verdad? Porque en ese terreno también hemos avanzado lo suficiente. Ahora no nos lapidan por ser violadas ni nos obligan a casarnos con nuestros violadores sino que solamente nos avasallan para descartar la posibilidad de que estemos denunciando una violación porque no tuviéramos nada mejor que hacer ese día. Es que las mujeres de occidente somos muy cracks, nos encanta arrancarnos los bellos con cera caliente o con cuchillas, agujerear los lóbulos a nuestras bebés, caminar sobre alfileres, prostituirnos y denunciar agresiones físicas y violaciones falsas, ahí, viviendo al límite. Nos encanta sufrir, nos encanta el teatro y estamos muy locas MUY LOCAS.
CONTEXTO GEOPOLÍTICO Y LUCHA
Me gustaría acabar mi turno de palabra con una pequeña reflexión respecto a lo que significan días como este.
En primer lugar, me gustaría recordar que en Europa las mujeres hemos dejado de ser perros por necesidades económicas que han llevado a los hombres a necesitarnos como productoras dentro y fuera de casa, trabajadoras dentro y fuera de casa y, sobre todo: consumidoras. Para ir a comprar la cera que nos encanta tanto untarnos o pagarnos una operación de vida y muerte que nos aumente los pechos o, ¡sorpresa! Nos <<regenere la piel del coño>>, necesitamos una serie de derechos. Así que, el hecho de que los hombres nos necesiten como consumidoras ha supuesto un antes y un después en Europa, no todo lo ha conseguido la lucha feminista. Somos muchas y somos muy listas pero nos tienen muy puteadas y, en ese sentido, cuando a los hombres no les interesa perder privilegios ponen todo en el asador, incluyendo estrategias de comunicación masiva que conviertan ese privilegio suyo en un derecho nuestro, como es el caso del alquiler de mujeres para sexo o gestación (trabajo sexual y maternidad subrogada respectivamente).
Teniendo en cuenta esa base, me gustaría que imagináramos el siguiente supuesto. Imaginad que en cosa de 100 años por necesidades socioeconómicas, Suecia se desmarca completamente del resto de Europa y saca el Día Internacional De Tolerancia Cero a la Cosificación de la Mujer. E imaginad un evento como este en el que las suecas empezaran a hablar del resto de europeas, entre las que estamos nosotras, como hablamos nosotras de las africanas. Imaginad aquello de: qué cultura tan terrible, que aún estigmatizan los senos y los vellos de las mujeres, agujerean los lóbulos de las bebés al nacer. Fijaos lo terrible que es para una niña vestir ropa y zapatos estrechos desde los tres años, fijaos en lo dañina que es la sexualización de las adolescentes para la salud mental y sexual… Claro, al principio del acto, dices, coño, por fin alguien me entiende y lo ve todo tan claro como yo. Conforme continúa el acto, te va entrando una indefensión adquirida que lo flipas y al acabar te sientes la peor mierda del mundo y desde luego, muy separada de las suecas, que son mujeres igual que tú y tienen los mismos problemas que tú o en su momento los tuvieron, y no avanzaron por estar hechas de otra pasta sino por cambios geopolíticos cruciales para que este avance culminara. Las suecas, por su parte, al acabar el acto se sienten en el top de igualdad y al llegar a casa veneran a sus parejas hombres, pensando, coño, este es humano, no como el resto de europeos, especialmente los españoles, que son orangutanes con patas.
Sería interesante buscar un enfoque para este tipo de eventos que nos uniera, no que nos separara. Que podamos tomarnos luego una birra pensando en lo que nos une y no unas por un lado creyendo que su cultura es lo peor y otras por otro, llegando a casa y pensando: <<qué suerte, a mi marido no se le ocurriría dañar el clítorix de nuestra hija de manera directa con objetos contundentes, solamente la viola y no de manera habitual, solo cuando llega borracho>>.
Que no exista <<males mayores>> que nos consuelen o nos distancien y, sobre todo, que no perdamos el foco, que no es una costumbre concreta sino todas, dentro de un sistema global e internacional que se llama PATRIARCADO. Muchas gracias.