Que 150 personas se manifestaran el pasado domingo en la plaza del Mar de Barcelona en favor de una Europa Unida, no deja de ser un signo de esperanza en unos tiempos complicados.
La concentración estuvo promovida por Pulse of Europe, una iniciativa ciudadana pro-europea fundada en Frankfurt a finales del año 216. Un movimiento que se declara ajeno a cualquier partido político cuyo principal cometido es promover el proyecto de la Unión Europea así como la expresión pública a favor de una identidad pan-europea por parte de sus ciudadanos.
Su creación es una respuesta a la amenaza real que supone la radicalización del debate político en los países europeos y del resto del mundo. El voto a favor del Brexit, la victoria de Trump en Estados Unidos, la creciente influencia de la extrema derecha en países como Francia o como Holanda, nos demuestran estamos solos en defensa de nuestros derecho y libertades, y que hemos de luchar por ellos.
Así lo explican los organizadores de la manifestación, que viven en sus propias carnes el drama europeo cuando un grupo de turistas británicos comienzan a lanzar consignas a favor del Brest al cruzarse con ellos.
Es lo que dice su manifiesto muy crítico con los populismos, a quienes acusa, de tapar los ojos y engañar a los pueblos mediante el uso de la ignorancia y el miedo están tomando fuerza. No les falta razón, aunque está por ver hacia donde deriva esta magnífica idea, al fin y al cabo, otro de los nexos comunes de los populismos es el rechazo a los partidos.