Una visión feminista de la economía para construir un mundo más justo

C65k8mTXUAAeoMXLos amigos de Lletra Violeta se regalaron, y nos regalaron,el 14 de marzo  con la presencia de la economista Lina Gálvez para presentar su libro La economía de los cuidados en el Cèntric Espai Cultural del Prat. A su lado Núria Parlón, viceprimera secretaria del PSC y alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet desde 2009 y Maria Freixanet senadora por Barcelona en la XI y XII Legislaturas dentro de la candidatura de En Comú Podem.

Lina Gálvez es catedràtica de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad  Pablo de Olavide de Sevilla y entiende la economía como una ciencia que se autodenomina técnica, pero que en realidad está cargada de ideología. Una ideogía androcéntrica y racista que desvaloriza cualquier trabajo realizado por mujeres, de ahí las brechas salariales y, también, la falta de consideración como valioso del sector de los cuidados, del trabajo doméstico de cada día que recae mayoritáriamente sobre la mujer

En el libro de Gálvez, los  cuidados se reconocen como una dimensión de la vida humana que también es económica, en la medida en que comporta el uso de recursos escasos, materiales e inmateriales, de energía y tiempo, con costes directos o indirectos evidentes, y la realización de un auténtico trabajo que satisface las necesidades humanas básicas, y no sólo. Igualmente, los cuidados se reconocen y analizan como parte esencial de los problemas sociales, las políticas públicas o el análisis económico.

La última crisis ha puesto de manifiesto el valor de los cuidados, especialmente en una sociedad que envejece a pasos de gigante. Los recortes se dirigen precisamente al gasto social, porque es ahí donde se producen las nuevas oportunidades de negocio, en un sector, que como recuerda Maria Freixenet, no puede deslocalizarse.

La crisis aparece en el debate. Y Núria Parlón nos recuerda que no fue nada más que un gran negocio que sirvió para socializar las pérdidas de las grandes corporaciones y optimizar sus beneficios, En definitiva, una estafa basada en un gran engaño.

Y el engaño sigue con las soluciones adoptadas, como las políticas de austeridad, que de entrada ya lo hacen con su denominación. No ponen en marcha una auténtica y necesaria austeridad sino que usan ese término para culpar indebidamente a quien no ha provocado lo males que sufrimos. En realidad, son una versión actualizada de las viejas políticas deflacionistas que vienen desarrollándose sobre todo desde los años ochenta como soporte de la respuesta neoliberal a la gran crisis estructural que se desencadenó en las economías capitalistas, incluso ya antes del comienzo de los años setenta del pasado siglo. Se trata de políticas que buscan la devaluación salarial, el fomento de las privatizaciones, y la reducción del gasto social pero que son todo lo contrario de austeras a la hora de ayudar y rescatar a la banca y a las grandes empresas.

C65u2LnWgAAtY_zSe les llama de austeridad queriendo recordar los esfuerzos colectivos que hicieron muchas personas en la postguerra de la Segunda guerra mundial para sacar adelante en común a sus países de una situación de destrozo y depresión. Pero, aunque la Gran Recesión ha sido una crisis profunda y dolorosa, las situaciones no son comparables. Lo que hoy día hay detrás del término austeridad es una estrategia orientada a traspasar la responsabilidad de la crisis del sistema financiero y político a la ciudadanía. Se le hace responsable del “exceso” y del despilfarro previo y de esa manera se justifica que sea quien deba pagar las consecuencias de las “imprescindibles” soluciones en forma de recortes de gastos sociales y más privatizaciones.

Políticas de austeridad que dejan a grandes capas de la población excluidas del sistema, que dinamitan los posibles ascensores sociales como la educación pública, que frenan los avances en igualdad, y muy en particular la igualdad de género pues, al recortar principalmente el gasto social, las mujeres se ven especialmente perjudicadas como principales usuarias de estos servicios, como principales empleadas y sobre todo como sustitutas “naturales” al trasladarse a las familias la responsabilidad sobre la provisión de los servicios que ya no se proveen, o que se han encarecido o deteriorado. Son políticas incompatibles con el bienestar y la dignidad de las personas sino incluso con la vida a causa de los recortes en sanidad y el deterioro alimentario o habitacional que en muchas ocasiones lleva a la desesperación que acaba en suicidio.

C6505xxWkAA0zs1La solución tal vez se encuentre en la izquierda, siempre que sea entendida como un proyecto transformador para conseguir una sociedad más justa e igualitaria, donde las personas sean fines en sí mismos y no medios para los fines de otros, y cada uno de nosotros y nosotras seamos capaces de vivir una vida que consideremos digna de ser vivida.

Pero  tanto la izquierda, como la derecha, como el poder en general, es masculino, y las mujeres que se cuelan le son muy útiles al sistema para mostrar que quien quiere y “vale” llega. Las mujeres siguen sin liderar la izquierda porque vivimos en una sociedad patriarcal que atribuye la autoridad a los hombres.

No obstante, cualquier propuesta y alternativa de transformación social hacia un mundo más justo e igualitario tiene que ser feminista ya que el feminismo es la apuesta teórica, social y personal que aboga claramente por una sociedad donde todas las personas, independientemente de su nacimiento, opciones vitales, tenga la oportunidad y las capacidades para vivir una vida que consideren digna de ser vivida. Porque el feminismo pone la vida en el centro y no la acumulación, porque el feminismo habla de respeto y tolerancia. Y porque desde el feminismo se tiene en cuenta no solo lo mercantil sino las actividades que son necesarias para el sostenimiento de la vida de las personas que deben ser abordadas de manera corresponsable y no tremendamente desigual como en la actualidad.

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