Habermas y el desorden global tras Trump. Torpezas ante el populismo.

Postdemocracia y derrota del capitalismo por el populismo.

Jürgen Habermas reaccionaba tras el Brexit con una entrevista, publicada en Die Zeite, incluida, como apéndice En la espitral tecnocrática, ed. Trotta. “No había contado con que el populismo fuera a derrotar el capitalismo en su país de origen”.

Blaeter entrevista a Habermas tras la victoria de Donald Trump. Supone un punto de inflexión histórico: el fin del mundo (tal como lo conocíamos). ¿La “internacional autoritaria”, que representa el populismo de derecha, determina el discurso político? -pregunta la redacción de Blaetter.

El lema de los años 90 del “fin de la historia” se interpreta como triunfalismo miope de las élites que se adhieren la idea de perfecto armonía entre el mercado y la democracia. Ese conservadurismo feroz, sin embargo, considera que es una regla el equilibrios entre crecimiento económico y participación democrática. Es una excepción. El sueño del feroz conservadurismo era una ilusión.

El resultado de todo aquello es el nuevo desorden mundial. La impotencia de Europa y de Estados Unidos frente los crecientes conflictos y catástrofes humanitarias (de Siria a Sudán), los actos del terrorismo islamista, etc., muestra una decadencia más profunda. Estados unidos se retira de su papel potencia mundial. ¿Se pudiera haber evitado? Si  Occidente hubiera aplicado un poco más de inteligencia podía haber fijado un curso diferente en las relaciones con Rusia y Turquía; fortaleciendo, por ejemplo, las fuerzas liberales en sus poblaciones.

¿Cual debe ser la respuesta de la izquierda ante este desafío?

“La cuestión es por qué los partidos de izquierda no se lanzan a la ofensiva contra la desigualdad social domesticando de manera coordinada y transfronteriza los mercados no regulados” -propone Jürgen Habermas en la entrevista traducida por Sin permiso y publicado CTXT. Frente la agenda populista (Völkisch) y el status quo del capitalismo financiero sugiere que la izquierda puede reconfigurar la política social a partir de la cooperación supranacional.

La socialdemocracia han aceptado los imperativos económicos con una deriva neoliberal; lo que compró como exitosa “batalla por el centro”. Significó aceptar un mayor grados de tolerancia ante la creciente desigualdad. Resulta irónico el cambio de agenda política; la frustración y desesperanza de los oprimidos y excluidos se canalizan, de forma irracional, hacia el discurso aislacionista del “nacionalpopulista”.

Lo peor es su efecto “contagioso” en partido “establecidos”. En las primarias francesas Nicolas Sarkozy está superando la oferta de Marine Le Pen. La socialdemocracia austriaca quiere restringir, por decreto de emergencia, el derecho de asilo. Y el gobierno francés prorroga el estado de emergencia para satisfacción del Frente Nacional mientras los logros republicanos, en Europa, entran en quiebran. De tanto en tanto surgen políticos que se enfrentan a los populismos, tal es el caso del ministro del justicia del SPD Heiko Maas ataca con fuerza Alternativa por Alemania.

Ni asimilar, ni confrontar funcionan. En lugar de debilitar el populismo se los ensalza. Solo haciendo caso omiso, señala Habermas, hablando de los problemas, señalando a las élites, reclamado democracia… se puede segar la hierba bajo los pies del populismo.

La indescriptible Alternativa por Alemania y la sonrisa irónica de Frauke Petry.

Un llamamiento de políticos de la CDU y CSU reclama que “Alemania tiene derecho a estipular lo que debería ser evidente por sí mismo… la experiencia diaria del patriotismo… deben ser promovidos”. Es contrario a la ley fundamental que garantiza la libertad de las formas culturales. Para Heiner Geissler, ex secretario general de la CDU esa Aufruf (llamada) aviva más el miedo, en lugar de responder a la preocupaciones de la gente. Recuerda que la tarea del gobierno no ofrecer una “felicidad común” o “dictar qué es patriótico” sino facilitar encontrar a cada persona su felicidad, su propio destino.

Heiner Geissler ex secretario general CDU considera el Aufruf (llamada, ) totalmente equivocado.

¡Que poco sabemos de las referencias a la política Alemana que condiciona nuestra política! La protesta ante esta sangría socio económica, tras décadas de tolerancia ante la creciente desigualdad, solo encuentra refugio en gesticulaciones irracionales de Alternativa por Alemania. Empuja a la CSU y CDU hacia un caos estratégico. Se aceptan un territorio político en que enfrentan el sistema y “nosotros”. juega a su favor que sea irreconocible las diferencias entre la agenda neoliberal que abdica a los chantajes de  especuladores y una política de izquierda que acepta la globalización ser capaz de globalizar la solidaridad y la democracia.

Para Habermas la izquierda debe hacer un esfuerzo por hacer “reconocibles los programas políticos enfrentados, incluyendo el contraste entre la mentalidad abierta “liberal” – en un sentido político y cultural – de la izquierda, y… las críticas a la derecha por una globalización económica sin restricciones“. ¡Estamos ante una momento de agresividad política desinhibida! Europa se enfrenta un ciclo electoral diabólico: primavera en Francia (la izquierda irá dividida) y otoño alemanas (SPDpuede tener más de 4 candidatos a canciller).

Resulta ilustrativo del momento político, difícil de describir, la critica a la política migratoria de Angela Merkel por la diputada de la CDU de Sajonia Bettina Kudla; habla de des-germanizació (Umvolkung), un tópico de la retórica nazi. Respaldada porMaximian Krah. En medio cierta prensa trasmite la soledad de la canciller, ¡no parece que el SPD opte por restringir el asilo como SPÖ!

Quien apoya PEGIDA (patriotas europeos contra la islamización de Occidente) Lutz Bachmann son predicadores del odio recordó el ministro del interior Sajon del SPD Martin Duling). Para Heiner Geissler, ex secretario general CDU, es el equivalente de Estados Islámico en Occidente en busca de cruzadas. Heiko Maas ministro interior compra Lutz Bachman, directamente, con NS-Propagandaminister Goebbels.

Oposición a la política de refugiados de Merkel. 

Jürgen Habermas elogia la política de refugiados de Angela Merkel. Otros, a diferencia de ella, corre detrás de los eslóganes de AfD (Alternativa por Alemania). Explica los excelentes resultados obtenidos en Sajonia que, ante la política de refugiados de Angela Merkel, crezca “una oposición interna que combina los descendientes de la derecha nacional-conservadora de la vieja CDU/CSU con los conversos de la CDU del este”. La CDU se vendría abajo si se la obliga a decidir entre dos el modelo constitucional y el modelo patriótico, esto es, una integración constitucional que someta a las minorías a la cultura mayoritaria suprimiendo la pluralidad y diversidad en sociedades democráticas.

Angela Merkel se mueve entre un pragmatismo tecnocrático y una actuación, quizá movida por su ambición de poder, constructiva. Es el caso de su política con los refugiados. Su último viaje a África muestra su capacidad y disposición de actuar con estrategias de largo alcance. En cambio, desde el año 2010 lleva a cabo una política hacia Europa dominada por la miopía, desde la perspectiva estrecha del egoísmo económico nacional. Parece incapaz de pensar más allá de los intereses nacionales a corto plazo. Dicha política sería barrida bajo la alfombra del largo plazo.

Aceptación sumisa de las reglas europeas.

No es egoísmo ni miopía cuando también vemos que se puede defender esa austeridad en contra de los propios intereses nacionales. El PSOE puede abstenerse ante un “techo de gasto” del PP en los presupuestos. Refleja la incapacidad de cambiar la política de recortes europea. ¿Seria una manifestación de ese aislamientocuando desaparece esas perspectivas a más largo plazo?

Wolfgang Schäuble, tras el Brexit, en una entrevista en Die Welt, se retractó públicamente de su propuesta de futuro de un núcleo duro europeo capaz de superar esas suicidas políticas de recortes. Parece que Europa solo se puede pensar rígidamente en términos de mantener el statut quo. “La política de austeridad miope de Merkel, que rígidamente mantiene el status quo, ha impedido dar pasos necesarios y ha profundizado las divisiones entre de Europa” -señala Habermas.

La constelación posnacional no conduce, necesariamente, a un orden global constitucional basado en el derecho con el que afrontar desafíos globales. Emerge un nuevo desorden global de la “internacional populista” que busca una laxa liga de naciones sin más lazos que el libre mercado. Ese nuevo desorden se mide en términos cualitativos en el grado de ruptura de la estabilidad, en términos cualitativos en un mundo imprevisible.

El desorden global o el fin del mundo (como o conocíamos).

¿Cómo el populismo de derecha se ha apropiado de un terreno abandonado de la izquierda? ¿Como ha dejado que se apropie de sus temas? Hasta en el G20, ante el “peligro de la derecha populista” se plantea acabar con los mercados globalizados. Se produce paradojas. Los conservadores británicos enfadan a los empresarios con impulsan una política para combatir la marginación de sectores abandonados y recuperar un “estado fuerte”. Busca robarle los argumentos al populismo de derecha con postulados de la izquierda tradicional.

Aún no hemos tomado consciencia de la decadencia del mundo global construido tras la segunda guerra mundial. El crecimiento explosivo de las desigualdades y desequilibrios en los ecosistemas inducido por el desarrollo tecnológico se pensó que se podía gobernar más allá de los estados. En lugar de una política supranacional; Donald Trump llama a abandonar los laxos tratados internacionalescomo el acuerdo de Paris del clima como un cuento chino.

La retirada del papel jugado por Estados Unidos como potencia mundial son palabras aún no pensadas. Naciones Unidas legitimaba las acciones que sólo Estados Unidos podía liderar para restablecer el orden mundial, en términos de seguridad colectiva; aunque estas intervenciones has hiciera coincidir con sus “intereses nacionales”. Tenia una visión global que solo Europa podría tener, no así sus estados miembros (a no ser que pensara sus intereses como intereses europeos, caso de Alemania). Alemania se ha descubierto como potencia media y Estados Unidos se instala en el aislacionismo. Lo excepcional, como defiende los “realistas“, es ese mundo poblado de lobos y no de ovejas y corderos. El derecho es desplazado por la lógica del poder.

Bienvenidos al siglo XXI. 

Trump muestra la decadencia de Estados Unidos. Es el fin del orden global construido tras la segunda guerra mundial. Esperemos que sea solo un revulsivo para encontrar fuerzas para abandonar una política del dejar pasar, confiar que el tiempo lo resuelva todo. Si el acuerdo climático de Copenhague fue el resultado de dos “debilidades”: China y Estados Unidos; el Acuerdo de París nos instala en el de la cooperación bilateral en una política global liquida. Europa puede regresar a impulsar esa política de cooperación a la Willy Brantd con el horizonte del cambio climático y la era solar. Superar, como señalaba Habermas, esos tratados internacionales, o Hermann Scheer habla del consenso global paralizador, para crear un nucleo duro de una política climática global más allá de los estados.

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Jordi Ortega .

Periodista, politólogo y filósofo

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