Publicado originalmente el El Sol Petit
‘Dralion’
Dos Franziskaner, una Stella y una Estrella Galicia.
En España, los camareros de la precariedad hacen girar las bandejas como los platos chinos de los equilibristas en el espectáculo Dralion, del Cirque du Soleil. En el bar Con dos jamones, en Sabadell, el camarero Pedro Romero (Terrassa, Barcelona, 1969) tiene la destreza de los acróbatas que saltan sin red. Pedro ha publicado Desde el infierno (Ediciones La Lluvia, 2016), sobre los avatares en la cárcel colombiana de La Modelo, en la que cumplió condena por tráfico de drogas.
Con la calva de Mister Proper, con los músculos tensos del Capitán América (aficionado al kick boxing), con ropa de la marca Gridlock de color caqui y un anillo con la Cruz de Hierro, Pedro Romero se pasa la mano por la cara cuando echa la vista atrás, un pinchazo electrónico en su mollera, caliente como el café con leche que se toma. La imágenes que le vienen a la mente se suceden como las escenas de L’Appartement (Gilles Mimouni, 1996), el thriller francés que jugó tenebrosamente con los flashbacks. La vuelta atrás.
Oscuros impactos de memoria entre sorbos de café.
Flash. El 29 de marzo del 2016 se presenta en la Sala Polivalente de Can Jofresa, en Terrassa, el libro Desde el infierno, “el testimonio y la reflexión de un ciudadano español que estuvo preso en la cárcel La Modelo de Bogotá, una de las más peligrosas y corruptas del mundo”. El ciudadano español es Pedro Romero.
Sorbo de café.
Flash. El 7 de enero del 2014, Pedro Romero abandona la prisión colombiana, después de cumplir tres años y pico de una condena de 50 meses (reducida a 41 meses por su trabajo comunitario –barrer los patios del presidio– y por los estudios que inició –acceso a la universidad). “Salí corriendo, literalmente, porque sabía que esa gente te pilla y te mata si quiere.” Jamás podrá volver al país andino, donde tiene prohibida la entrada. “Allí se vive la muerte, no la paz.”
Sorbo de café.
Flash. Entre el 2010 y el 2014, les sonsaca información a los presos comunes. “Me dije: ‘Yo escribo un libro de todo esto, de lo que aquí ocurre’.” Extrajo información de presos jueces, presos abogados, presos paramilitares y presos guerrilleros, principalmente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, el grupo insurgente más longevo de América Latina. “Me pasaba todo el día escribiendo sobre el sicariato [asesinatos por encargo], la política, los guardias que no te dejaban dormir ni respirar y que te dejaban en pelotas a la intemperie… Pero los demás no me hacían caso porque nunca tuvieron curiosidad por saber qué anotaba. Ellos me veían y pasaban de largo. Incluso en la celda, que compartía con otras ocho personas, podía ir a mi bola. Las hojas las guardaba en un cajón camuflado entre el hormigón de una celda que llamábamos El Lugar Santo. Conseguí sacar todo el material fuera aprovechando los permisos de fin de semana”, esclarece.
Sorbo de café.
Flash. El 17 de agosto del 2010 ingresó en la cárcel La Modelo, con más de diez mil reclusos, muchos más de los que puede acoger, noticia por las desapariciones, los cuerpos descuartizados y los motines. Celda 15. Patio 5. Pasillo 1. “La entrada, recuerdo la entrada. Las puertas que se corren. La suciedad. La mugre. La ropa y el olor a perro muerto. Yo estaba en estado de shock, veía pero no veía. Y pronto me di cuenta de lo duro que sería aquello. Al principio me lié a puñetazos con todo el mundo; una pelea se puede generar en la cola, mientras comes, en la lavandería, por cualquier motivo y con cualquier excusa. Te has de hacer respetar, sino te humillan.”
Sorbo de café.
Flash. En 15 de agosto del 2010, le detienen los agentes de la policía del Aeropuerto Internacional El Dorado-Luis Carlos Galán Sarmiento. Un chivatazo le pone al descubierto. Le encuentran cocaína líquida impregnada en la maleta. “Tuve mala suerte. Los que dieron el soplo se ganaron una semana de vacaciones.”
Sorbo de café.
Flash. Entre el 2009 y el 2010, Pedro viaja en numerosas ocasiones a los países suramericanos (Bolivia, Argentina, Panamá…), con el encargo de los narcotraficantes, entre ellos, los peces gordos de “las comunas”, los barrios deprimidos. “Planificaba los envíos, y luego recogía los paquetes en su lugar de destino. Nunca nos pillaron. La droga iba en cajas que pasaban todas las aduanas. Pero no detectaban la cocaína porque se mezclaba con… alquitrán.”
Sorbo de café.
Flash. En enero del 2009, Pedro Romero se pone en contacto con un amigo de la infancia, metido en negocios turbios, en el tráfico de estupefacientes. Pide trabajo: por cada kilo de polvo blanco que llega con éxito a España se embolsa unos mil quinientos euros. Y si además, vende la coca, su parte puede ascender a los ocho mil euros.
Sorbo de café.
Flash. En el 2008, la crisis económica que atraviesa el Atlántico, originada por las hipotecas subprime en Estados Unidos, le golpea de tal manera que está a punto de quebrar la brasería que ha levantado, El Mesón de Pedro. Debe 180.000 euros a Caixa Terrassa (Caixa d’Estalvis Unió de les Caixes de Manlleu, Sabadell i Terrassa). Su madre, que le ha avalado con la escritura del piso, está a punto de ser desahuciada. Pedro se vuelve loco. “No me iba a quedar llorando. Tenía que hacer algo.”
Sorbo de café.
Flash. El camarero Pedro Romero, el futuro autor del libro Desde el infierno, ha montado la marisquería L’Ou, en su ciudad natal. Además de cangrejos, percebes y langostinos, sirve jarras de cerveza: Franziskaner Dunkel, Stella Artois, Estrella Galicia.
Se acaba el café.
Jesús Martínez